Lluvia de estrellas en el Mundial femenino

Podría tratar de hacer una lista, pero seguro que alguno se me olvidaría y no sería justo. Sin embargo, inevitablemente hay un deporte que sobresale por encima del resto. Hace unos cuantos años sólo podíamos soñar con ver a España siendo campeona del mundo de fútbol y hoy tenemos dos estrellas. Sí, dos, porque cuando hablamos de la selección española hablamos del éxito de todos. Y de todas. Porque no se ha ganado un Mundial de fútbol femenino, sino que se ha ganado un Mundial femenino de fútbol. Parece lo mismo, pero la distancia entre una cosa y otra es sideral.

He sido entrenador de varios equipos femeninos (de fútbol sala), pero no voy a ser tan hipócrita de decir que llevo siguiendo la liga femenina desde que era pequeño, que conozco a todas las jugadoras y que soy el fan número uno. Sin embargo, nada de lo anterior me impide disfrutar del que personalmente considero el mayor éxito a nivel global y colectivo que existe en el mundo del deporte ni el orgullo por una generación que no ha roto barreras, sino que las ha destrozado, ni el asombro infinito por una progresión increíble. ¡Campeonas en su tercera participación en un Mundial! Es una bendita locura.

No quiero acabar sin hacer dos menciones especiales. Por un lado, pienso, sinceramente, que entre las jugadoras que dejaron la selección y el seleccionador debió pasar algo que tarde o temprano espero que nos cuenten, pero, pese a todo, sería muy injusto no reconocerle a Jorge Vilda el mérito que tiene ganar un Mundial. Por otro lado, cómo no pensar en Olga Carmona, su histórico golazo y lo cruel y despiadada que puede ser una vida que, pese a todo, jamás podrá robarle la eternidad. ¿En qué estrella estará?, dice la canción. Olga Carmona, al igual que Andrés Iniesta, ya lo sabe.