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Los jugadores rojiblancos celebran un gol.

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Los jugadores rojiblancos celebran un gol. Carlos Espeso
Fútbol

Samu se presenta en Tordesillas

Dos genialidades permiten al equipo rojiblanco seguir invicto tras un partido trabajado y dominado hasta el descanso

Juen Díez Regidor. adg

Tordesillas

Sábado, 8 de octubre 2022, 21:08

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La afición que acude a Las Salinas es, desde hace ya un tiempo, afortunada. No es para menos después de lo vivido en los últimos meses –la última derrota fue en febrero–. También por lo que ve, que en ocasiones –como esta— es de muchos quilates. La victoria ante el Becerril viene marcada por un gol nostálgico, una acción que el fútbol cada vez echa más de menos por la falta de jugadores con la verticalidad del protagonista de este acto.

Tordesillas

Álvaro; Anderson, Vity, Cachuli, Abraham; Camilo (Miguel, min. 60), Canito, Popi (Unai, min. 60), Samu (Mongil, min. 70); Torres (Fede, min. 82) y Julio (Raúl, min. 70).

2

-

0

Becerril

Sevi; Jesús, Diego, Tomás, García; Simal (Miguel, min. 46), Fran (Veintimilla, min. 46), Merina; Zen (César, min. 46), Santi (David, min.46) y Kuko.

  • Goles 1-0 Samu (min. 20). 2-0 Samu (min. 44).

Cincuenta metros separan el centro del campo del arco rival. Samu arrancó desde la medular, pegado a la banda izquierda, su costado natural. La amarró, controló, recortó al defensa cuyo intento de derribarlo quedó en humo y una vez en el área contraria se paró, puso la mirilla y la encajó en la escuadra izquierda. Este es Samu. Solo eso. Todo eso.

Corría el minuto veinte y el ex del Mojados había amagado con desbordar en alguna ocasión, pero sin éxito. Le faltaba convencerse a sí mismo, uno de sus pocos defectos, hasta que protagonizó la jugada más determinante del encuentro. Desatascó un duelo que, a los puntos, el Atlético Tordesillas merecía ir ganando.

Porque alrededor de Samu gravitaba un equipo convencido. Entró al partido a cocinarlo y a llevárselo, nada de esperar a que pasaran los minutos. Julio había avisado en el minuto dos cuando entró en el área y prefirió buscar un envío antes que chutar, opción que a priori era más prometedora –fácil decirlo a toro pasado–.

Tanto con el tanto encajado como sin él el Becerril balbuceaba con la pelota, sin mordiente arriba, por culpa también del buen hacer defensivo del cuadro local. Vity volvió a mostrarse solvente, siempre bien colocado y apagando el fuego cuando se prendía en campo propio. A medida que se acercaba el descanso tenía más trabajo porque el Torde dio un pequeño paso atrás.

El susto se lo llevó Farolo, que salió con poca fortuna a tapar el remate de Kuko. Este recortó, la pegó con poca fuerza y Anderson salvó el empate. El partido estaba menos controlado de lo que parecía, pero cuando un equipo madura –y el Torde hace tiempo que se hizo mayor– es capaz de responder cuando peor pinta el asunto.

Ahí apareció Julio, que en su principal labor de ariete no fue tan resolutivo –tiempo habrá–, pero sí con una asistencia medio sin querer medio queriendo hacia Samu. A correr otra vez que una vez entra una ya van todas seguidas. Diez segundos después el Becerril recogía el segundo balón de su portería.

El extremo arrancó también con muchos metros por delante y ante la salida de Sevi, que ya estaba vendido, se la picó con sutileza para firmar el finiquito del conjunto palentino. Este es Samu, que ya gana partidos.

Bien es cierto que para ganar hace falta no perder lo conseguido. Parece demasiado lógico, pero la segunda parte del Tordesillas no invitó a pensar que el botín estaba amarrado. Mucha seriedad, sí, pero con una relajación excesiva como para no ponerse nervioso.

Mejoría visitante

Regresó dominador el Becerril tras realizar en el intermedio ni más ni menos que cuatro cambios. Más ofensivo a medida que avanzó el segundo asalto, pero con más continente que contenido. El peligro se acrecentaba, pero en ninguna acción se mascó el gol hasta que tuvo que intervenir Farolo.

Quedaban veinte para el final, César dejó quebrado a Cachuli y, tras un recorte, se encontró con una excepcional respuesta del arquero. Los visitantes se volcaron, lo que provocó que el cuadro rojiblanco pudiera sentenciar si Unai y Torres hubieran estado acertados de cara a puerta. Pero al Becerril se le acababa el tiempo, no marcó el primero y, por tanto, tampoco empató. Este es el Tordesillas, capaz de ganar partidos sin tanto brillo, pero sin sufrir ningún rasguño.

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