Un punto de pena y gloria

El partido acabó en bronca. La tensión salió por todos los poros, tal partidazo lo justifica, pero todo tras una decisión arbitral que, más allá de ser o no correcta con el cronómetro en mano, desde luego no fue tomada a buena fe. O si lo fue, no lo pareció. Había despejado el Mojados una de las muchas del partido, arrancó la moto Alvi con la Arandina volcada en campo contrario y el colegiado esperó a que se formara ese claro contragolpe para pitar el final.

Y es que el futbol son decisiones. De un lado y de otro. Muchas de ellas sin reglas pactadas. Como fue la de Álex, en aquel 2-0 ante el Palencia, cuando decidió mandarla fuera con el portero en el suelo. Pudo meter, pero no lo hizo. Como también pudo devolverla la Arandina, volviendo al presente, después de que Bravo la tirara fuera para que atendieran a un compañero en el suelo allá por el minuto 75. La pudo devolver, pero no lo hizo. Y precisamente ahí llegó el empate en una desconexión de toda la defensa amarilla, hasta el momento impoluta.

El rival empezó mejor el convite. Suele ser habitual que el visitante arranque más inspirado. Lo hizo con un bombardeo de centros, demasiados, pero poco precisos, tónica que se repitió todo el choque. David Sanz tuvo varias. En unas llegó, en otras lo hizo tarde y otras fueron a parar a Pablo, otro que merece capítulo aparte.

En la primera mitad no tuvo tanto trabajo como en la segunda, donde salvó lo legal... y lo ilegal. Los de Sise Hernández dominaron y jugaron en campo contrario, pero cuando tenían que defender ofrecían muy poca seguridad. La calidad superó a la cantidad porque el Mojados llegó una vez... y se marchó fuera por poco. Llegó otra vez... y Diego Alonso no remató con fuerza en el área pequeña... y la tercera fue la de vencer. La de Méndez.

La pudo Colino con mimo para que el teniente se elevará y la pusiera inalcanzable. El Mojados cogía una ventaja quizás injusta por dominio, pero que premiaba la contundencia. Álex, muy activo, perdonó el segundo antes del descanso.

Tras él, más de lo mismo. Los de Macón sabían que les tocaba defender y sufrir, saben hacerlo. Y muy bien, más aún con Javi León, Suárez y Cerro sacrificándose en el medio y en un contexto en el que la temperatura subía para todos menos para el del silbato, que se perdía en faltas inocuas en ataque y se dejaba en el tintero amarillas flagrantes que empezaban a desquiciar.

El empate de Jorge no hizo sino abrir el partido aún más. La Arandina fue a morir para la remontada que no consiguió completar y el Mojados, más refugiado, no renunció al ataque, con Alvi y Alfonso oliendo sangre cada vez que recibían el balón. Faltó finura, también en una falta directa al borde del descuento que salió centrada.

Punto de gloria, pues la Arandina es el gran favorito de la liga; y de pena, porque este Mojados no se conforma con nada. El siguiente en visitar el Municipal se llama Atlético y se apellida Tordesillas. El derbi coge tintes de grandeza.