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Fernando Hierro da instrucciones a sus hombres en un entrenamiento. Efe
La Roja: no tocar lo que ha funcionado

La Roja: no tocar lo que ha funcionado

Tras el buen nivel mostrado en el debut, todo indica que Fernando Hierro mantendrá intacto el once titular, inédito hasta el partido contra Portugal

JON AGIRIANO

Domingo, 17 de junio 2018, 15:48

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La buena respuesta que ofreció la selección española el pasado viernes en su debut ante Portugal no solo ha devuelto la tranquilidad al grupo de Fernando Hierro sino que ha cerrado hasta el próximo partido los inevitables debates sobre el once titular. No del todo, porque eso es imposible y hay quien necesita esas especulaciones como algunas plantas necesitan la clorofila, pero sí en gran medida. En un gran torneo, resulta de sentido común no tocar lo que ha funcionado. Hasta que deje de hacerlo, se entiende. De manera que, salvo percance imprevisto en los dos entrenamientos que restan, el próximo miércoles en Kazan, frente al muro iraní, todo hace indicar que España repetirá equipo.

Se trata de un once que en Sochi casi se daba por descontado. Si se hubiera hecho una quiniela en las horas previas al partido, hubiese ganado por abrumadora mayoría. Existía la impresión general de que Julen Lopetegui había apostado ya por ese bloque titular y que Fernando Hierro, firme en su propósito de cambiar lo mínimo posible en la primera cita, decidió respetar la voluntad del guipuzcoano. Había que entender al nuevo seleccionador. Aparte de que no es difícil imaginarlo en sintonía con su antecesor, Hierro sabía que no podía permitirse el lujo de hacer cambios sin correr el riesgo de que estos generasen una inestabilidad indeseada en un grupo que bastantes zozobras había sufrido ya.

La alineación de España ante los últimos campeones de Europa, respondía, pues, a una lógica elemental. En realidad, parecía un once conocido, con una larga trayectoria a sus espaldas, de esos que, hace unos años, cuando la memoria se cultivaba con cariño y tenía una buena reputación, se aprendían de carrerilla. Y resulta que es todo lo contrario. Se trataba de un equipo inédito. Esos jugadores nunca habían jugado juntos un partido desde el principio. Lopetegui no había utilizado ese once titular en ninguno de los veinte encuentros, diez de la fase de clasificación para el Mundial y otros diez amistosos, en los que ocupó el banquillo de La Roja. Durante ese viaje de dos años, desde que accedió al cargo en el verano de 2016, el nuevo entrenador del Real Madrid hizo muchas pruebas. Curiosamente, ninguna con la alineación del viernes ante Cristiano Ronaldo y compañía.

Esta paradoja no se sostiene en exclusiva por el hecho accidental de que a la selección le falte ahora un fijo de la era Lopetegui como Carvajal. No. Aunque el lateral derecho del Real Madrid hubiera podido ser titular en Sochi, el once hubiera continuado siendo inédito. Ellos nos permite imaginar un largo proceso de maduración por parte del anterior seleccionador hasta acabar decantándose por el equipo que más le convencía en este momento. Y es que no debe olvidarse que el Mundial es un momento muy concreto, cinco semanas entre junio y julio durante las cuales hay que actuar con la puntualidad y la eficacia de un bombero en un incendio. Un Mundial es puro presente. El pasado no cuenta. No hay currículum que valga. Y no solo para hacerse un hueco en el once titular sino ni siquiera para entrar en una convocatoria de 23. Recordemos, por ejemplo, a Vitolo, indiscutible para Lopetegui durante su primer año.

Nacho, Koke y Diego Costa

Actuar como un profesional competente ha sido siempre una de las mayores virtudes de Nacho, un futbolista que ha acabado teniendo en la selección el mismo papel de secundario de lujo que en su equipo. Durante dos años, Lopetegui solo le dio cuatro veces la titularidad. En tres de ellas, ante Macedonia, Israel y Colombia, como central en defensas bastante experimentales. De lateral derecho, como el viernes, solo ejerció en el amistoso ante Rusia. Aquella vez, por cierto, fue la primera que jugó junta la defensa española que se vio en Sochi. Curiosidades de la vida, el partido también acabó 3-3. A la espera de Carvajal, que será mejor hacerla sentados porque parece ir para largo, Nacho se ganó el puesto ante Portugal. Básicamente, por su manera de rehacerse de un mal comienzo y acabar siendo uno de los mejores del equipo, golazo incluido.

Tampoco hay muchas dudas de que tanto Koke como Diego Costa, los otros dos jugadores junto a Nacho cuya presencia en el once estaba sujeta a debate -el resto, incluido todavía De Gea, son fijos e indiscutibles-, van a seguir ante Irán, el insospechado líder del grupo B. El centrocampista del Atlético es un tipo serio y fiable, un profesional que nunca te levantará del asiento pero tampoco te dejará tirado o pidiendo el desfibrilador. En las situaciones comprometidas, cuando las tonterías tienen que ser las justas, los entrenadores siempre tiran de gente como él. Lopetegui lo tuvo muy claro. En la fase de clasificación de Rusia 2018, solo afrontó dos partidos de muchos quilates, los choques con Italia. En ambos, Koke escoltó a Busquets.

El caso de Diego Costa es diferente. De la misma manera que un negocio puede cerrar por reformas y te informan de ello con un cartel en la persiana, un debate en el fútbol, incluso el más legítimo, puede cerrar por inoportunidad. Es más, debe hacerlo. Diego Costa salió de caza el otro día y volvió con dos piezas que quitaron el hambre al equipo. Fue decisivo. En el momento más difícil, cuando más se le necesitaba, jugó su mejor partido con la selección. Hay que imaginarle, pues, rebosante de moral, afilando los cuchillos, quién sabe si pensando en que puede convertirse en uno de los goleadores de Rusia 2018. Como para dejarle en el banquillo, vaya.

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