La Granja se congela en un manto blanco ante el Salamanca B (2-3)

Tomás, el argentino que juega al fútbol en la nieve con el balón cosido a las botas, hace de la paciencia virtud. Hasta que suelta en los minutos finales un grito de furia cuando la penúltima acción a balón parado de La Granja termina sin suerte. Tira en el descuento su último desmarque, interceptado por la zaga del Salamanca B. Instantes después, el colegiado señala el final más doloroso para los segovianos en un partido que salió tal y cómo planificó su entrenador, Miguel de la Fuente. Ante un filial talentoso, nada mejor que resolver el duelo en las áreas. Ocurrió que La Granja falló tiros claros y se topó con dos intervenciones sublimes. Y el Salamanca B, que apenas generó ocasiones, se encontró con dos goles en fallos claros de Lorenzo.

La Granja arrancó con fuerza una contienda que pudo decantar en el primer cuarto de hora. Jonan tuvo la primera bala del encuentro con un tiro cruzado que lamió el palo derecho. A los seis minutos, llegó el premio en una jugada bien medida. Thanos sirvió en largo, Dani Lázaro cabeceó en profundidad y Tomás salió a su encuentro. Se adelantó lo justo al portero y el balón le sonrió. Tuvo tiempo el argentino para levantarse del suelo y embocar a puerta vacía. Un justo comienzo para La Granja, que amenazó con una jugada clavada que Tomás no dirigió a puerta. Recogería el rechace Jonan, pero el balón se le quedó atrás en el momento del recorte definitivo en área chica.

Y de repente, empató el Salamanca B. Lorenzo falló al desviar un tiro de Valdez a una mano y el rechace, en el corazón del área chica, lo embocó Alberto en la desguarnecida portería segoviana. De la Fuente no lamentó tanto esa acción como la anterior, el saque de portería en algo en dirección a Caño en el lateral. «El saque no le puede venir a él, ¡que mide metro y medio!», lamentaba desde la banda. El golpe anímico fue notable y el filial rozó el segundo tanto instantes después en un balón que Estévez estrelló contra el lateral de la red.

Superado el disgusto, La Granja se rehizo con dos tiros peligrosos de Vitolo. El primero, una falta lateral que se complicó y obligó a Juan Pablo a una mano salvadora. El segundo, un lanzamiento desde 30 metros que estuvo cerca de sorprender al portero. Mientras, el Salamanca confiaba en la calidad de Mati, su hombre de referencia en el centro del campo, y descolgaba a varios jugadores para el contragolpe.

La Granja, consciente del parte meteorológico, no contempló nunca la suspensión. Dejaría de nevar a primera hora de la mañana y habría tiempo para despejar las líneas y pintarlas. Y así se hizo. El Salamanca B lo sabía y, una vez allí, quería jugar el encuentro. Los árbitros no pusieron pegas, pero la nieve hizo estragos. Primero, no había espacio para florituras: «No conduzcas, no está para la cosa para eso», recordaban desde el banquillo local cuando alguien se atrevía más de la cuenta. Para Jonan fue un verdadero caos. El colombiano, deseoso siempre de conducir la pelota para acomodarse el tiro, pasó las de Caín. Y el balón –amarillo, no rojo– hacía diabluras

Fueron a más los locales y Lázaro tuvo una bala de plata tras una prolongación medida de Gabi. Juan Pablo lo evitó con una intervención de mucho mérito por alto. El fútbol cumplió su máxima y La Granja pagó su clemencia en el último suspiro de la primera mitad. El Salamanca B tejió al fin su contra letal en un mal despeje de Pluma que no pudo frenar Thanos, superado en velocidad. Alan remachó en el segundo palo y su tiro, sin apenas ángulo, encontró premio.

A su regreso de vestuarios, La Granja era consciente de su déficit y Tomás tenía prisa: «La pelota, ¡dale dale!» Lázaro tuvo otra ocasión pintiparada para un balón que se comió el central, pero la mandó alta desde la frontera del área. El mismo destino tuvo otro tiro posterior pero con algo más de oposición de los salmantinos.

Jonan, lastrado por un golpe en el primer tiempo, tenía en vilo al banquillo de La Granja cada vez que yacía en el césped. Pese a sus limitadas prestaciones, el colombiano es un activo irrenunciable. Aunque su conducción en la nieve fue atropellada, hizo valer su envergadura en el gol del empate. Fue en un córner, provocado tras otra mano salvadora de Juan Pablo, esta vez ante un tiro por bajo de Gabi, que se echaba las manos a la cabeza. El balón salió muy cerrado desde la esquina y Jonan, que fue junto a Thanos a su encuentro, se anticipó al portero y cabeceó a las mallas.

De la Fuente no sabía hasta qué punto sus molestias eran un síntoma suficiente para sustituirle. «Jonan, dime la verdad, tío», le espetaba desde la banda. Tras unos minutos donde ya le costaba entrar en juego, acabó relevándole y dio entrada a Peli, el único cambio local. Cosas del destino, un minuto después se adelantaba el Salamanca B en una falta lateral de Águila que botó en el primer palo y no supo juzgar Lorenzo. El técnico lamentaba al final del partido esa suerte: «Mira que lo teníamos hablado...»

No tuvo margen de reacción La Granja para un nuevo cambio de guión en un partido que empezó en un manto blanco y que terminó en un barrizal, con el sol haciendo tímidas incursiones en El Hospital. Los segovianos lamentaban un partido de gran significado que les deja cuartos por la cola, el último puesto de descenso, con 16 puntos, los mismos que el Becerril, que marca la salvación. De ahí al Real Burgos, con 20 puntos, empieza a abrirse una peligrosa brecha. Así quedan las cosas tras una mañana gélida que habría hecho derretirse a cualquier paisajista. La nieve desató un caos en las áreas de El Hospital y La Granja se quedó con la peor parte.