Ramsés Gil, entrenador de la G. Segoviana
«Me encantaría entrenar en categoría superior, pero a la Sego»Fútbol ·
El técnico define un estilo caracterizado por la transparencia, evitar la mano dura y decir a sus jugadores «lo buenos que son»Con la prudencia por bandera, Ramsés Gil Tordesillas (28 de junio de 1976) no asegura conocer a todos los jugadores del grupo V de Segunda ... RFEF: «Habrá algún portero suplente que se me escapará». Es el resultado de una vida en azulgrana, desde hace un año como titular del banquillo tras aquel café en el que el presidente de la Segoviana, Agustín Cuenca, le ofreció el cargo. Oficialmente, cuatro horas en los días de entrenamiento por la tarde; otras tantas por la mañana para procesar hasta cinco partidos del rival. «Es una locura. No menos de ocho o nueve horas al día. Y luego la cabeza trabaja muchísimo».
–¿Qué es lo primero que hizo cuando le ofrecieron el cargo?
–Digamos que lo de meternos en el mundo de los entrenadores sí que pasaba por mi cabeza. Nunca deseas ver que es en el equipo de tus sueños porque se tuerce la flecha, como se le pasó a Manu, pero lo cierto es que los resultados no le estaban acompañando y sería un mentiroso si dijera que no se había pasado por mi cabeza. Cuando me plantean coger el equipo de manera inmediata, lo siguiente fue llamar a mi chavala y confirmar, que sí, que nos atrevíamos con el reto.
–Ha perdido dinero por entrenar a la Sego. ¿Por qué?
–Dejé de trabajar. Lo que percibía antes, ya no percibo, está claro. Lo que busco es hacer lo que en ese momento me pide el cuerpo y lo que creo que me va a dar la felicidad, a mí y a mi gente. Al final, los trenes no pasan muchas veces. Y tomar decisiones en base única y exclusivamente al dinero sería un error.
–¿Cómo sufre en el banquillo?
–Por mucho que tengas los medios para intervenir en lo que está pasando, no puedes hacerlo directamente. El fútbol es muy caprichoso y yo debuté con un gol en contra en el minuto uno y medio. Dices, joder, yo me salgo por esa esquina y ya no vuelvo.
–¿Cómo cambió la flecha?
–Lo primero era hacer creer al futbolista que verdaderamente era muy bueno. Y es que lo eran. El núcleo de futbolistas que estaban jugando por debajo del rendimiento tenía un nivel altísimo. Si eso le sumas una pizca de cierto y de suerte para dar la vuelta ese primer partido, hubo jugadores que de repente se iluminan, como pasó con Rafita, Borrego, Conde, Dani Arribas, que empezaron a dar su mejor nivel y cambiaron el sentido de la ola.
–Usa mucho el concepto flecha.
–Creo que define muy bien lo que lo que es el fútbol: es cuestión de dinámicas y de momentos. Depende muchísimo de la confianza y de la situación mental de mucha gente a la vez. Cuando esa flecha se pone para abajo, es muy complicado darle la vuelta.
«Una norma que tengo para el fútbol y para la vida es que no miento, ni medias verdades»
–El tiempo es relativo. ¿Cómo pasaron esas diez semanas?
–Pasaron despacio. Por un lado, las disfruté muchísimo porque se puso la cosa muy de cara muy pronto y todos pensábamos que estábamos salvados a tres semanas de finalizar la liga. Pero cuando cambió la dinámica, se torció la suerte y empezaron las lesiones porque habíamos apretado muchísimo, lo pasé fatal. Fatal. La semana después de Coruxo para ir a Elda, ni a mi peor enemigo. Es una cosa indescriptible; por más que tú estás motivado, al final lo tienes que transmitir y no era tan fácil después de tres derrotas seguidas cuando ya estaba todo hecho, después de un ostión como un castillo con el gol del Marino al Navalcarnero en el minuto 95. Los chicos lo asumieron muy bien y estuvieron de 10; llegamos a Elda creo que de una manera casi inmejorable.
–¿Cómo pasa de ser el salvador al arquitecto de un proyecto?
–Una vez que terminamos, tenemos tiempo de sobra para poder planificar. Cuando hay que recomponer por completo el cuerpo técnico, tengo la suerte de que Nacho se decida venir para acá y luego ya el sumun es cuando, para mi sorpresa, Ricar dice que le mola el reto y que se viene.
«Siempre intento poner ese freno de mano porque si te subes al halago no ganas a nadie»
–¿Para su sorpresa?
–Sí. En mi cabeza Ricar estaba entrenando a la Gimnástica, no de ayudante mío, porque tiene capacidad más que de sobra. Es buenísimo y súper normal; además, maneja los tiempos súper bien, es imposible verle intranquilo. A mí me pasa, estoy en el banquillo, tengo dudas, le miro y digo: «Buah, no hay problema».
–¿Es un contrapunto a su personalidad?
–Somos más parecidos de lo que pueda llegar para parecer; seguramente, sea yo más visceral, pero creo que a ninguno de los dos nos desborda la situación en ningún momento.
–¿Cuánto se parece la plantilla final de la que tenía en mente en junio?
–Cambió muchísimo. Al final sale gente que en un principio iba a continuar como Nanclares o Nogueira. Y fichajes que parecían fáciles y al final no salieron. La marcha de Conde fue trascendental y hubo un momento en el que Agus y yo tuvimos que sentarnos y decir: «Se acabó, vamos a empezar de cero». El objetivo real era conseguir una platilla más equilibrada que el año anterior y eso lo hicimos.
«Tenemos capacidad para pelear por la fase de ascenso, ojalá podamos disputarla»
–¿Cómo se gana la confianza de sus jugadores?
–Realmente es una pregunta más para ellos que para mí. Una norma que tengo, para el fútbol y para todo en mi vida, es que no miento. No engaño nunca a nadie, ni medias verdades. Al jugador hay que decirle las cosas cómo las piensas. Otra cosa que intento hacer porque no es muy común es reforzarles continuamente, decirles lo buenos que son. Eso no quiere decir que no le corrijas, pero a todos nos gusta que nos digan que hacemos bien nuestro trabajo. Y eso no te cansa; no genera desgastes, ni para unos ni para otros.
–¿Cómo transmite su mensaje?
–Fundamentalmente, a través de la palabra. Lo que no funciona es la mano dura. En los últimos tres partidos del año pasado hicimos cosas mal, pero hay determinadas formas de decirlas. A nadie le gusta que le den voces en su trabajo, que le traten mal. Hablar mal a un futbolista no es la forma de sacarle su mejor rendimiento. Otra cosa es estimularle o hacerle reaccionar en algún momento, pero tienes que convencer a través de la palabra. No se trata de hacer un speech magistral, sino que lo que transmites durante toda la semana le llegue en el mejor nivel de activación para el domingo. Y cuando son partidos tan trascendentales, no hay margen de error. No quiere decir que yo tenga la tecla, pero al menos lo intento.
–¿Cómo dirigiría al Ramsés jugador?
–Como jugador ponía las cosas muy fáciles a los entrenadores; probablemente, derivado de ser el capitán del equipo. Siempre he pensado en el equipo muy por encima de mí, espero que alguien me dé un cantazo si lo dejo de hacer algún día. Ese es el camino: pensar en el colectivo. Si no, ese egoísmo que casi todo el mundo tiene te hace perder el foco. Era fácil hablar conmigo.
–¿Qué falta para salvarse?
–Una victoria. Con 45, sin ninguna duda.
–¿Cuál es el siguiente objetivo?
–Si seguimos situados dónde estamos, tiene que ser pelear por la fase de ascenso.
–¿Qué siente cuando ve a la Sego en el pelotón delantero?
–Bueno, me da mucha satisfacción porque nos está costando muchísimo. Ves la cantidad de equipos que cambian de entrenador y plantillones que están por ahí abajo ... Lo que pasa es que siempre intentamos poner ese freno de mano paralelo porque si te subes y al halago no ganas a nadie. El otro día vi la entrevista vuestra a los jóvenes, que se lo están ganando, vale, pero tienen que tener cuidado y mucha prudencia. Están en un momento crucial, te llegan muchísimos impactos: qué bueno, eres es el mejor. Si no lo asimilas bien, bajas rendimiento, seguro.
–Cuántos jugadores puede perder la Sego el año que viene?
–No sabría decir un número, pero que están en las agendas de agentes y equipos, segurísimo. A los sub-23 les tocarán a casi todos; y a jugadores que han dado un salto de calidad.
–Igual que tocan a jugadores, ¿pueden tocar el entrenador?
–Pueden tocar a quien quieran. Lo que puedo decir es que a mí no me ha tocado nadie.
–¿Se plantea la posibilidad de entrenar fuera de Segovia?
–A día de hoy, no. Esta semana tengo que matricular al niño y lo voy a hacer aquí, obviamente. Me quitaría energía, empezaría a pensar más en mí como individuo que en los objetivos que tenemos para el equipo. Lo que tenga que pasar, va a pasar igual.
–¿Tiene la ambición de entrenar en categorías superiores?
–El año que viene me encantaría es entrenar en categoría superior, pero a la Sego. Lo que tengo claro es que el paso que di el año pasado no es para entrenar un par de años y luego ya veré. Cuando decido dedicarme al mundo del fútbol y a entrenar es porque mi futuro lo veo en ese camino.
–¿Cómo debe crecer la Segoviana como entidad?
–Para tener estabilidad. Lo que hemos tenido en los tropecientos años anteriores ha sido una inestabilidad salvaje hasta que ha llegado esta directiva. Siempre tenías esa falta de certeza de si cubrimos el presupuesto. Esto en los tiempos buenos; en los malos, hipotecabas el club y se iba a hacer puñetas. Optar por hacer una SAD responde a ese motivo. Es una junta directiva a la que pone la cara y eso supone muchísimo desgaste. Puede llegar un momento en que se cansen. Y después, a ver quién viene.
–¿Qué opciones de ascenso ve?
–Verdaderamente, ni yo mismo lo sé. Podría decir que tenemos capacidad para pelearlo, pero después de haber jugado 11 'play off' de jugador… Son momentos llenos de incertidumbre. Ojalá podamos disputarlo, ojalá.
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