El Atlético Tordesillas, incapaz de materializar su superioridad

El Santa Marta se impuso al Atlético Tordesillas gracias a un gol que le metió en el partido y otro que lo cerró. En apenas diez minutos descolocó a los hombres de Chuchi Macón, obnubilados al recibir el segundo tanto, que no entraba en sus planes o al menos no en los que se pusieron sobre la mesa tras un inicio de encuentro más que digno por su parte y que no invitaba ni mucho menos a ese castigo.

Era excesivo porque los locales dominaron, merecieron más, a excepción de los últimos quince minutos de cada parte. Los de la primera por una total desconexión y los de la segunda por no saber gestionar el papel de asedio que tenían. En el resto el Tordesillas fue mejor, mucho mejor en algunos tramos, y se fue con la sensación de que otra vez no lo supo aprovechar y con la rabia de ver truncada la buena dinámica que arrastraba.

Además, volvió a cometer errores muy caros. El primero al cuarto de hora, que derivó en el primero. Primer gol y primera llegada porque hasta entonces el balón se encontraba en el aire, esperando a que alguien lo domara, si bien parecía que a ninguno le interesaba hacerlo. Parecía que iba a dar más fruto la presión sin balón y no estaba equivocado el Santa Marta, que en uno de esos prontos en campo contrario, recogió una mala cesión de Héctor Blanco a su portero para marcar. Rubén puso el primero y aupó al Santa Marta.

Siguió con su presión muy alta, aunque en el otro área también tuvo que sufrir, merced a un Diego Iglesias muy activo por el costado derecho en su reaparición. Primero, con un disparo cruzado que fue la respuesta a una gran acción de David Sanz, que sigue de dulce y pasada la media hora con otro remate que tocó el guardameta con la yema de los dedos, con David también como asistente. Sin embargo, en la siguiente jugada llegó el segundo del Santa Marta, ahora más mérito de los visitantes que error de los locales.

Héctor centró y Aarón, en su papel de ariete, fusiló a Farolo. No merecía tal castigo el Tordesillas y seguramente por eso se fue del partido. Los últimos quince minutos de la primera mitad resultaron un suplicio.

En la segunda parte, el campo se inclinó hacia el área salmantina, pero eso no significó en ningún momento asedio porque el Santa Marta nunca dejó fisuras atrás. Las caras nuevas tampoco espolearon en exceso al cuadro local porque Rafa y Nieto se quedaron lejos de su mejor versión, pero el tercero en discordia, Prada, sí adquirió protagonismo en una faceta poco explorada para él.En un saque de esquina le cayó el balón a su pierna derecha y la empalmó como si de un delantero se tratara. Nada pudo hacer Charly, y con media hora por delante y la tendencia del encuentro el empate estaba más cerca que nunca.

Lo intentó hasta el final el equipo rojiblanco, pero no supo actuar en los últimos minutos. Movido por la desazón de no encontrar el empate, ni Julio, ni Torres estuvieron a la altura de lo que son, delanteros depredadores de área, y costaba incluso meter balones a la olla. Y mientras se esperaba el error visitante, el árbitro pitó el final. Nunca llegó, y los tres puntos volaron a Salamanca, sin habérselos ganado a pulso, pero sin cometer fallos como para perderlos.