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Los jugadores de Unionistas de Salamanca se llevan las manos a la cabeza y se marchan del terreno de juego con el gesto taciturno después del empate.
Hay que repensar a Unionistas
TERCERA DIVISIÓN

Hay que repensar a Unionistas

El Almazán empata en las Pistas en un encuentro donde fueron superiores a los charros

PABLO PALOMO / WORD

Domingo, 27 de noviembre 2016, 12:55

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Criticar a un equipo que está en play off de ascenso y que lleva 51 partidos sin perder puede sonar a chiste. Pero es lo que toca porque es lo que hay. Unionistas sumó su tercer empate seguido. Lo hizo ante el Almazán. No ante la Gimnástica Segoviana. No ante el Astorga. Empató contra el que era decimoséptimo clasificado. Y lo hizo en las Pistas. No en La Albuera. No en La Eragudina. Y no fue suerte. No fue un accidente. Ni cosa del árbitro. Ayer Unionistas fue inferior a su rival. Un rival que veía como en diez minutos, palmaba por dos goles.

Arrancaron los de Astu como un avión. Dos goles casi nada más empezar invitaban a creer que los errores de otras jornadas estaban asimilados. Más después de una semana donde el cuerpo técnico empleó una hora y media en una charla antes de este duelo. Óskar Martín, recibió entre los dos centrales. Se la acomodó. Miró a Andreas. Y lo batió. Instantes después, Álex González aprovechó otro fallo de la zaga. Se fue el extremeño por la banda. Pisó el área. Se fue de su par. Y le pegó al palo. Por ahí pasaba Cristo que sólo tuvo que empujarla.

Al contrario que en otras semanas, la ventaja no amansó a los charros. De hecho, gozaron de otras tres ocasiones que bien podrían haber supuesto la sentencia definitiva. Dos de Cristo y otra del Rifle a la media vuelta. La cosa es que cuando mejor pintaban las cosas llegaron las dudas. En una jugada por el costado, los sorianos se encontraron la con la diosa fortuna. Lobera chutó a puerta. Impactó la bola en Rodri Flórez que desvió lo justo para que fuera gol. A partir de ahí, llegó la debacle.

Y fue progresiva. No fue un bajón. Fue más una enfermedad degenerativa que una muerte súbita. Poco a poco, las diferentes líneas de los charros fueron fallando. El Almazán fue consciente de ello. Y empezó a jugar de tal forma que no parecía que llegaran casi en descenso. Dominaron la pelota los sorianos. No pusieron demasiado peligro eso sí. Lo justo para erosionar a los locales. Que levante la mano quien no haya leído este libro ya varias veces en lo que va de temporada.

Unionistas empezó a jugar a ráfagas. Búscando el gol. Pero despreciando su proceso. A trompicones llegaban oportunidades con cuenta gotas. Una del vasco. Disparos desde fuera. Centros que sólo encontraban defensas. Y mientras tanto, un rival que como un virus iba poco a poco infectando a los salmantinos.

La segunda parte fue un calco de la primera, pero con el problema más extendido. Sí, arriba Unionistas podía matar y ahí seguramente se habría acabado todo. Una broma de mal gusto que habría importado nada, porque probablemente se habrían sumado los tres puntos. Pero como contra el Zamora, el Bupolsa y el San José, los de Astu no tenían el control del partido.

Y lo que es más negativo. Tampoco remedios en el banquillo para volver a tener la iniciativa. Luis Obispo fue titular. Dar un veredicto sobre él con lo de ayer sería juzgarle sin pruebas. Sin embargo, en su zona, que también es la de Chamorro, que sería la de Toni Miguel y también la de Diego del Castillo, es por donde se le iba la vida a Unionistas. El Almazán movía y movía. Y llegaba de manera cada vez más clara. No se lo creían hasta que se lo creyeron. Y pudo ser antes.

A quince minutos del final llegaría el empate. Que no tenía por qué ser la sentencia porque quedaba tiempo para presentar alegaciones. Y sin embargo, fue la condena. Rober, desde un lateral ponía el dos a dos. El resultado fue una sinestesia. Porque el sonido del silencio en Las Pistas se escuchó hasta en el Patio Chico.

Aún quedaba tiempo. Aunque parecía que no había convencimiento para levantar la losa. Astu fue expulsado por perder los nervios. Si dijo algo o no, sólo lo sabe él. Desde luego el árbitro lo expulsó a la primera. Y no se lo pensó demasiado. Antes le había dado tiempo al míster de meter al juvenil Izan. Al canterano le tocó bailar con la más fea. Pero no había más soluciones en el banquillo. Y ya de bautizarte que sea con fuego. Sin embargo, el golpe sobre la mesa que se esperaba no llegó.

Las incógnitas que abría el empate eran muchas. Si el Almazán se iba a por el partido, sálvese quien pueda. Si se cerraban, quién sabe. Fue lo segundo. Aún así, lejos de ser un fiera herida más en su orgullo que en otra cosa, Unionistas no generó problemas a un equipo que no necesitó colgarse del larguero para sacar un punto. Toca repensar a un equipo que sigue en play off.

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