Penúltimos goles y canastas

La fiesta de fin de curso que, como cada año desde que en 1978 se celebrase la primera edición, pone el punto final a una temporada llena de partidos, resultados y, sobre todo, aprendizaje.

Once campos de minibasket se convirtieron en los protagonistas, por ellos desfilaron alrededor de 1.500 niños y niñas de entre los 8 y los 12 años con muchas ganas de disfrutar, pues una vez más la jornada no tuvo ni vencedores ni vencidos y el único objetivo fue la diversión.

El Día Provincial del Minibasket, o el Día del Mini como todos los conocen, reunió a más de 35 colegios, clubes y escuelas deportivas de la ciudad y los equipos de las localidades de Arroyo de la Encomienda (CB La Flecha), La Cisterniga, Santovenia, Laguna de Duero (CB Juncos), Renedo de Esgueva, Simancas (Basket Castilla) y Tordesillas.

El bueno tiempo, y el calor sofocante por momentos, tampoco quiso perderse la fiesta. Por suerte, los árboles del paseo del Campo Grande ofrecieron sombra a los participantes durante algunas horas del evento y les ayudaron a combatir el calor.

Agua y refrescos sirvieron para reponer líquidos y los ánimos y los cánticos acompañaron todos y cada uno de los partidos. Los árbitros ejercieron su labor, como durante toda la temporada, pero sin la presión de anotar los puntos, solo controlaron los tiempos y ayudaron a los más pequeños: cordones desatados, caídas inoportunas y algún que otro golpe que hubo que 'subsanar'.

Al final de sus partido, y como viene siendo tradición también, entregas de medallas y camisetas conmemorativas, para recordar la participación en la fiesta fin de curso. Ademas, como cada Día del Mini, por la zona deportiva del Campo Grande se pasaron diferentes personalidades del mundo de la canasta y muchos de los entrenadores que durante toda la temporada han acompañado a estos niños en los diferentes equipos de los clubes y que fueron a acompañar a los pequeños.

Una jornada que reunió también a familias enteras que aprovecharon la mañana de baloncesto para disfrutar de la ciudad. Abuelos orgullosos que no perdían ojo de las jugadas de sus nietos e, incluso, mascotas que esperaban pacientemente su turno para poder jugar con sus pequeños compañeros a la pelota.

Fue un día de diversión y de despedidas para algunos, pues aunque el colegio aún no se ha terminado sí lo han hecho las actividades extraescolares, y la camiseta de jugar cada fin de semana tendrá que esperar su turno guardada a buen recaudo en el armario.

Ahora es tiempo de jugar de otra forma, con los amigos en el parque o en el pueblo, con los primos que viven lejos o con los amigos nuevos en las vacaciones. Siempre acompañados de un balón. Tachando días en el calendario para volver a guardar los bañadores y sacar de nuevo la ropa de juego.

Pero para eso todavía queda todo un verano por delante. Un descanso que disfrutar que todos se han ganado durante estos intensos ocho meses de competición.