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Fabio Aru celebra su victoria en la Vuelta en la llegada de Cercedilla.
Aru y Dumoulin, sonrisas y lágrimas
CICLISMO | VUELTA A ESPAÑA

Aru y Dumoulin, sonrisas y lágrimas

Un ataque del italiano en la segunda subida a La Morcuera hundió al maillot rojo, que cedió 3:52

benito urraburu

Sábado, 12 de septiembre 2015, 02:10

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Los gritos de emoción de Fabio Aru en la meta de Cercedilla cuando se abrazaba a su novia, a su masajista, a sus compañeros de equipo, a todo el que se le acercaba, contrastarían, casi cuatro minutos después, 3:52 exactamente, con el rostro demudado de Tom Dumoulin, el maillot rojo en la salida de San Lorenzo de El Escorial que acababa de perder la Vuelta a España, el podio, todo, a nivel deportivo, hasta descender al sexto puesto de la general.

Rubén Plaza, el ganador de la etapa, después de 114 kilómetros en solitario, hacía mucho que había culminado su hazaña por la sierrra de Madrid. Un hundimiento, el del líder, en toda regla para el hombre más regular de la prueba hasta la penúltima etapa.

Al golpe físico que sufrió Dumoulin, se suma el golpe moral de ver todo perdido en los últimos cincuenta kilómetros de una de esas etapas que surgen en el mundo del ciclismo muy de vez en cuando. Haría bien Dumoulin en leerse las palabras de Purito Rodríguez, un experto en sufrir golpes morales, que en vez de hundirse termina por salir más reforzado de cada decepción.

«Lo que le ha pasado a Dumoulin ha sido duro, pero él tiene una ventaja sobre mí, que cuando a mi llegó lo de Fuete De yo tenía 31 años y él tiene ahora. Con esa edad se le presentará una oportunidad de ganar una grande. Le han faltado compañeros a su lado. Lo peor que puede hacer es hundirse y entrar en la dinámica de ¿por qué me ha pasado esto? Esto es deporte, ha pasado y ya está». Purito, como siempre, acierta, aunque no será fácil para el holandés recuperar la normalidad.

Es verdad que a Dumoulin le han faltado compañeros en montaña, pero también es cierto que cuando Giant formó su nueve para la Vuelta a España nunca pensó que se podría encontrar a un líder. También es cierto que podían haber buscado más ayudas, aunque en una etapa con esa cilindrada era difícil.

Y lo más importante, Dumoulin, la carrera, se encontraron no sólo con Fabio Aru, sino con un equipo que no ha tenido durante toda la prueba a Nibali y Tiralongo, que llegó al final de la Vuelta, al igual que hicieron en el Giro, pletóricos. Cuando el líder ve que tiene a su lado a Cataldo, a Landa, a Rosa y que por delante van Luis León Sánchez y Zeits, sabe que sí el responde, algo puede pasar.

La táctica de Astana fue de libro. Sabían, lo que tampoco era muy complicado, que la parte más dura para atacarle a Dumoulin era la segunda subida a La Morcuera, desde Guadalix de la Sierra. Y eso hicieron.

La carrera iba con una escapada multitudinaria por delante, mientras que Astana trataba de endurecer más la ascensión. En las dos primeras horas de carrera, la media horaria se quedó en 38,4 kilómetros y Astana quiso retorcer más al grupo. Para cuando lo hizo, ya tenían por delante a Luis León y a Zeits.

El inicio de la tragedia

El principio del fin para Dumoulin llegaría a falta de 44 kilómetros para la meta cuando Mikel Landa aceleró. Hace dañó el ciclista de Murgia cuando se mueve en terrenos con porcentajes importantes. El grupo principal ya estaba formado por Aru, Landa, Dumoulin, Nairo Quintana, Majka, Mikel Nieve o Purito.

Landa fue quien ahogó de forma definitiva a Dumoulin. A diferencia del Giro, donde no le dieron ni agua sabedores de que podía ganar la prueba, en la Vuelta no se podrá quejar Aru de él. Es verdad que para eso le pagan, pero a un ciclista si no quiere trabajar siempre le puede doler el estómago, las piernas, la espalda o el alma. Landa le enseño al maillot rojo lo que siente cuando toda una carrera se te cae encima.

Y eso le pasó a Dumoulin. Dio la cara el líder, como siempre, tiró y comenzaron a salirle corredores por todos los lados, Landa, Purito, Majka. En el alto de La Morcuera sólo perdía quince segundos, pero la tragedia comenzaba a consumarse. Todo sería trágico, a partir de ese momento para un Dumoulin que se encontró con Mikel Nieve a su lado. Le interesaba al corredor del Sky trabajar y le dio relevos.

En un primer momento, parecía que Dumoulin conseguía mantenerse en torno a los veinte segundos de pérdida de tiempo.

Su semblante comenzó a cambiar a medida que pasaban los kilómetros. Primero Zeits y luego Luis León, además de Landa, le dieron aire a Aru, que esta vez sí, en la Morcuera, sacó partido de sus ataques, algo que no pudo hacer en la subida a La Quesera, camino de Riaza.

Hay dos cosas importantes en ese ataque. Aru fue capaz de repetir, las veces que hizo falta, hasta este sábado, sus ataques. A Dumoulin se le vino la carrera encima. No hizo falta que nadie le dijese al holandés lo que le iba a pasar. Al hundimiento físico llegaría el moral. Lo iba a perder todo.

Era un hombre destruido, a merced de sus compañeros de escapada, los corredores que le iba cogiendo por detrás. En la meta. Rubén Plaza le sacaba 7:30. No llegó con él ningún corredor de su equipo. Ha pasado de ser líder a quedar sexto. Un descenso a los infiernos total.

A todos les iba bien que Dumoulin se despeñase, Nairo Quintana atacaría en Cotos, con Rafal Majka a su rueda. Purito Rodríguez vio peligrar su segundo puesto. Doce segundos le salvaron. Losada le hizo toda la bajada. Se lo merecía. Hubo sonrisas y lágrimas en Cercedilla. El futuro nos dirá donde se ubica Dumoulin y y hasta donde llega a Aru.

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