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Víctor Hugo López, entrenador ayudante del TG Blue Falcon de la Primera División nipona. El Norte
Máster en banquillos a la sombra del Sol Naciente

Máster en banquillos a la sombra del Sol Naciente

Víctor Hugo López ha culminado su primera temporada como técnico ayudante en la liga de balonmano japonesa. Ha renovado un año más aunque se considere más un hombre de negocios

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Domingo, 31 de mayo 2020, 09:53

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Es uno de los históricos de la época dorada del BMValladolid y por lo tanto, ya por definición y casi sin pretenderlo, miembro de la Escuela de Huerta del Rey que ha ido alimentando los banquillos de medio mundo. En su caso se podría decir que de rebote y sin un plan predeterminado. «Sinceramente nunca quise ser entrenador, sobre todo porque es una profesión muy inestable a nivel familiar y esto no es como el fútbol que te puede compensar cambiar de destino cada año», se sincera Víctor Hugo López (Málaga, 1982), desde hace un año técnico ayudante del TG Blue Falcon de la Primera japonesa –ha renovado un año más–.

El inolvidable lateral zurdo, integrante de uno de los equipos más exitosos de Juan Carlos Pastor (2005-2010), colgó las botas hace un año en Japón y el proyecto que se estaba construyendo en su último club acabó por convencerle. «Mi idea era volver a Málaga pero todo lo que se está generando el club me pareció muy interesante. Me atrae el mundo de los negocios y aquí se está construyendo un pabellón exclusivamente para balonmano», asegura Víctor Hugo, cuyo futuro se orienta más al Máster en gestión de entidades deportivas que culminó antes de retirarse como jugador en activo.

Esa misma formación como gestor y las cuatro temporadas que ha vivido de cerca el balonmano japonés –tres como jugador– le han aportado una visión global sobre los errores que condenan al país asiático a no evolucionar por muchas infraestructuras que dispongan. «Aquí las cosas se hacen muy diferentes a como se hacen en Europa y en España. Van mucho a detalles que a nosotros nos parecen absurdos, como la organización, las infraestructuras e incluso la preparación de los viajes, y sin embargo el trabajo táctico, el esfuerzo en el gimnasio o la técnica individual es más libre a criterio de cada jugador. También hay poca formación para entrenadores», explica, apuntando también a un problema de competitividad por la forma de entender el balonmano desde los clubes. «Aquí el jugador es también trabajador de la empresa –en su club dependiente de Toyota– y cuando fichas asimilan que ya es para toda la vida. No hay traspasos. Trabajan de ocho a tres y luego entrenan por la tarde, pero como jugador su vida es muy cómoda», añade.

Su estancia en el país del sol naciente le ha permitido empaparse de una cultura «muy interesante» que en buena medida le ha servido para afrontar con más garantías la irrupción de la pandemia. «No hemos llegado a estar confinados pero tampoco aquí la vida social es como en España. Antes de todo esto la gente ya usaba mascarillas, se descalzan al entrar en los sitios, no se dan la mano, no se abrazan,...», concluye.

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