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Adelante, hombre del seiscientos

Fernando Hernández cumplió este sábado ante el Guadalajara 600 partidos en la Liga ASOBAL. Repasemos su espectacular y sólida trayectoria

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Domingo, 12 de noviembre 2017, 09:37

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    Los inicios

    Fernando Hernández Casado (Valladolid, 24-2-1973) es la historia misma del reciente balonmano español. Disfrutó del ascenso de este deporte, de momentos de gloria máxima con el título mundial en 2005, del hundimiento progresivo, del infierno de la División de Plata y del regreso a la élite colaborando a prestigiar una competición que languidecía. Y todo ello se resume en los 600 partidos, ¡600! En la foto se le puede ver con el Arcos Valladolid. Temporada 1991-1992. Hasta asustado parece

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    Extremo de altas prestaciones

    Uno no juega 600 partidos en la más alta competición si no es un portento físico, técnico y mental. Y Fernando reúne las tres características. Manolo Cadenas fue el que apostó desde el principio por Fernando. «El balonmano comenzó a convertirse en algo más serio. Entrenaba con el primer equipo, viajábamos para competir fuera de Valladolid... ya no solo era un juego. Estaba con los mejores».

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    Bronce olímpico

    En apenas cuatro temporadas, Fernando se hizo con el puesto de extremo y llegó el año 1996 y la sorpresa de la llamada de la selección española. «No había ido nunca en las categorías inferiores y era mi primera convocatoria de la mano de Juan de Diós Román. Había hecho una buena temporada, con 165 goles y con Mariano Ortega en el lateral y me llamaron para jugar unos amistosos. Salió bien, ganamos luego la plata en el Europeo de Sevilla y con ello la clasificación para los Juegos de Atlanta y allí que nos presentamos. Acudimos algunos jóvenes jugadores como Juancho o Demetrio, que no disfrutábamos de muchos minutos de juego. Me lo pasé muy bien en las olimpíadas. No había Villa Olimpica como en otras ocasiones y los desplazamientos eran larguísimos; como no éramos titulares tuvimos más tiempo para disfrutar.... El bronce conseguido fue una pasada, pero no se supo rentabilizar».

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    De Valladolid, a León

    La visibilidad que le dio el metal olímpico le llevó a León, pero no tuvo suerte en su periplo ya que en la temporada siguiente sufrió una gravísima lesión, 'la temida tríada. «Quizás los peores momentos de mi carrera deportiva hayan sido la lesión de León y la inestabilidad vivida años después en el Portland. No cabe duda de que para todo deportista una grave lesión es lo más duro. Además antes era mucho más complicadas las lesiones de rodilla, siempre dejaban secuelas. Ahora los médicos ylos medios son infinitamente mejores. Volví a jugar en la Copa del Rey que se celebró en Palencia. Me acuerdo que me dijo Cadenas: 'Te echo una carrera hasta al otro lado de la pista. Si me ganas, juegas'. Y le gané. Y hasta ahora.....». Fue su única lesión grave -y Fernando toca madera durante la entrevista-.

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    Y luego, Barcelona

    El periodo azulgrana lo recuerda con especial cariño porque «desde luego era más que un club. Venía de la inestabilidad del BM Valladolid y también de los vaivenes del Ademar y te encuentras en un club en el que no tenías que preocuparte absolutamente por nada, solo por entrenar, jugar y ganar. La infraestructura estaba a años luz de los demás clubes. Era un verdadero club profesional. Lo máximo. Es por aquello por lo que luchas desde que empiezas a jugar. Por dedicarte a esto sin ningún tipo de handicaps. El propio entrenador Valero Rivera se preocupaba por tu situación familiar, por tu comodidad. Ahora bien, tenían que estar concentrado en cada momento del entrenamiento y de los partidos. Si te veía un poco despistado, ya no jugabas». Fernando compartió el puesto de extremo con Carlos Ortega, todo un mito, «y un extremo un tanto atípico, ya que también podían jugar de lateral. Era muy perrero, muy al estilo del balonmano malagueño, que se las sabía todas». Con el Barcelona, ganó todo lo que se podía ganar en el balonmano de clubes. Absolutamente todo. 14 títulos: Ligas, copas del Rey, copas Asobal, liga de los Pirineos, EHF, Liga de Campeones, Supercopas de España, de Europa...

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    Campeón del mundo

    Lanzado y en la cresta de la ola, llegó el Mundial de Túnez, y la selección española cayó, apenas un mes antes, en manos de Juan Carlos Pastor. Y el técnico vallisoletano confió plenamente en los hombres que conocían sus sistemas de juego. Así, para el extremo zurdo, Pastor eligió a dos hombres que habían mamado el estilo vallisoletano, Albert Rocas y Fernando Hernández, entre otros como Mariano Ortega, Iker Romero, Chema Rodríguez, David Davis, Rubén Garabaya o Juancho Pérez. Y España ganó su primer Mundial por equipos en un deporte no minoritario. «Fue el sueño total, el máximo. Sin duda mucho mejor que el bronce de Atlanta, porque aquí participe desde el primer día. El estilo que ahora se denomina en el extranjero 'el estilo español' comenzó ahí, se jugaba en Valladolid y también en León, con esa defensa 5-1 que sorprendió y triunfo. Fue un auténtico bombazo, que quizás tampoco desde la Federación se supo rentabilizar suficientemente, como el de Atlanta».

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    Pamplona, mal recuerdo

    Con 33 años, Fernando prefirió apostar de nuevo por el balonmano y encontró sitio precisamente en el hueco que había dejado Albert Rocas en el Portland San Antonio, otro de los acorazados del balonmano español de la última década, pero que comenzaba a hacer aguas por todos los lados. «Zupo me fichó tras la Copa del Rey que jugamos en Torrevieja, pero él no iba a estar como entrenador sino como director deportivo. El técnico fue Cabanas. Era un equipazo, con Balic, Jorgensen, etc, y deportivamente luchábamos por todos los títulos, pero los problemas económicos hundieron por completo el equipo y dos años después el equipo se vio obligado a desaparecer. Sin duda fue un momento muy desagradable».

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    La aventura de Badajoz

    Sin rumbo claro, y con su carrera deportiva aparentemente amortizada, Fernando Hernández encontró una válvula de escape en su amigo Juancho Pérez, que había montado un equipo en Badajoz, en División de Honor Plata, con la intención de ascender. «Me dijo que podría ayudar a los chavales jóvenes y poner un poco de cordura y galones en el club, que era un proyecto bastante interesante. Ciertamente la desaparición del Portland me había dejado descolocado y no sabía muy bien qué hacer. Me decidí y firme por el proyecto. Desde luego no fueron malos años en Badajoz, un lugar donde se vive bien. La idea era muy buena, pero a los pocos meses de comenzar la competición, el patrocinador principal entró en suspensión de pagos y el proyecto comenzó a tambalearse. Rozamos el ascenso la primera temporada, en la que fui máximo goleador de la DHP y tampoco lo conseguimos en la segunda. Fue una lástima».

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    La vuelta a casa

    Tras la aventura pacense, Fernando regresa a casa y se enrola en el BM Valladolid. Un club ya en caída libre. Él trabaja en la empresa familiar, pero sigue jugando y liderando el equipo. Y hete aquí que en el trámite de desaparición de un club y la creación del nuevo Atlético Valladolid, Toño Garnacho, el hombre que fue entrenador de Fernando en su primer año en el BM Valladolid Juvenil, allá por el año 1991, le comentó nuevamente a Fernando la posibilidad de integrarse en el nuevo club. «Garnacho me contagió su ilusión por el club de nueva creación y porque no se apagase el balonmano en Valladolid, y aquí estoy. Después de dos años en Plata, logramos el ascenso, el año pasado la permanencia y este... pues ya veremos, intentaremos mejorar el octavo puesto del año anterior».

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    El final del principo

    Y, para acabar el repaso a 600 partidos, la imagen que resume una carrera. Fernando figura en la fotografía en segundo término, tímido. Delante de él, frente despejada, Garnacho. A la derecha, Pisonero y Cadenas. Fue el inicio de su carrera.

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