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Jhornan Zamora trata de superar a Sergio Rodríguez.
El Quesos Cerrato Palencia gana en el último suspiro al Castelló

El Quesos Cerrato Palencia gana en el último suspiro al Castelló

El equipo de Sergio García supera por un solo punto a un equipo que le puso en muchas dificultades

marco alonso

Sábado, 5 de noviembre 2016, 00:13

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Ya se sabe que para ganar hay que sufrir, pero el Quesos Cerrato sufrió ayer tanto que más de uno llegó a pensar que se acabaría perdiendo.

No fue así y los de Sergio García ganaron por un solo punto en un partido feo y complicado del que se puede extraer el mensaje positivo de un nuevo triunfo y el negativo de que fue demasiado complicado conseguirlo.

El partido arrancó con un ritmo elevadísimo. Sergio García había avisado a los suyos de que el Castelló saldría con la aguja de revoluciones tumbada desde el principio, y así fue. Al Quesos Cerrato le tocaba pisar el freno con fuerza, pero cuando uno es jugador de baloncesto y tiene un número de pie por encima del 50 es muy complicado el uso de los pedales, y lo que debería haber sido un frenazo fue un acelerón que convirtió el partido exactamente en lo que quería el rival: en un vendaval.

El encuentro era un correcalles y el Quesos Cerrato iba por la calle lenta, tanto que Sergio García decidió pedir un tiempo muerto en el minuto 5 cuando el electrónico reflejaba un resultado de 10-14. Las instrucciones del técnico no surtieron el efecto esperado y la diferencia subió hasta los diez puntos en el minuto 7 (12-22). Pero la carrera por la victoria no había hecho nada más que empezar, los morados tenían la pole y estaban dispuestos a llegar a la última de las cuatro vueltas en la primera posición, aunque la primera acabó con un resultado de 21-27.

A los de Sergio García les hacía falta bajar esas revoluciones para que no se gripara el motor en mitad de la carrera y en el segundo cuarto bajó la intensidad. Las aportaciones de Marc Blanch y Jhornan Zamora ayudaron a rebajar la diferencia en electrónico y un tiro de dos sobre la bocina de Zamora permitió a los de Sergio García llegar al descanso solo un punto por debajo (44-45).

El partido pedía a gritos que Marc Blanch se pusiera al volante y el alero catalán entendió el mensaje. Salió del vestuario con el mono enfundado y con el casco puesto, y empezó el tercer cuarto derrapando en cada curva hasta conseguir que el electrónico reflejase un resultado de 62-58 a falta de un cuarto de hora para el final. Blanch fue el piloto arriesgado y Urko Otegui, el seguro obligatorio que todo conductor debe llevar en la guantera. Cuando el capitán está sobre el campo parece que no hay que temer, a pesar de que comenzó un poco dubitativo y fue de menos de a más para ayudar a su equipo a remontar el encuentro. El tercer cuarto acabó con un resultado de 69-61 y todo hacía indicar que la última vuelta sería tremendamente disputada, y vaya si lo fue.

El equipo necesitaba elevar la temperatura del pabellón y la caldera del Carrión comenzó a silbar cuando un triple de Joan Faner colocó el marcador en 71-73 a falta de seis minutos para el final. La igualdad era tan grande como los nervios y, tras una serie de errores de unos y otros, un triple de Josep Pérez puso el electrónico 79-76 cuando solo quedaban dos minutos para acabar, pero Borja Arévalo anotó un tiro de dos y la diferencia bajó a un solo punto en el último minuto.

La tensión era enorme y Urko tuvo la responsabilidad de lanzar el último tiro local. Se hizo el silencio mientras el balón daba vueltas hacia la canasta y un atronador ¡ohh! se escuchó en el pabellón. El Castelló tenía la última posesión y una canasta haría a los de Sergio García acabar esta carrera como Carlos Sáinz en aquel Rally de Gran Bretaña en el que su coche se paró a 500 metros de meta. Pero no. Tino Ugidos no tuvo gritar al técnico aquello de ¡Trata de arrancarlo! por que el Castelló no logró acertar en el momento decisivo y el Quesos Cerrato consiguió llegar a su meta y sumar un nuevo triunfo.

Al final, el partido se ganó, pero el motor de este equipo sigue sin sonar bien. La escudería es buena y los pilotos están constrastados, pero para lograr el segundo campeonato parece que hace falta un mecánico. Tal vez Enzo Ferrari tenga razón en su mítica frase, esa que decía aquello de «los coches son como las reinas de belleza, se marchitan enseguida».

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