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Martes, 29 de mayo 2018, 12:30
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El Chocolates Trapa puso el pasado viernes el punto final a su temporada tras perder el tercer partido de las semifinales del 'play-off' de ascenso a ACB ante el ICL Manresa. Un encuentro que finalizó con una sonora ovación a la plantilla, tras concluir una de las temporadas más atípicas en la historia reciente del Palencia Baloncesto. Una campaña que concluyó con una fase de ascenso, en la que se ha visto el mejor juego de los morados, que llegaron a remontar un 2-0 ante el cuarto clasificado, el Unión Financiera Oviedo.
Pero antes de llegar al final de la historia, el Chocolates Trapa tuvo un verano convulso, en el que el retraso de los fichajes, el patrocinador y sobre todo, las obras del ansiado pabellón sembraban ciertas dudas en el seno del club y entre los aficionados. El primero en llegar a la nueva plantilla era el técnico asturiano Joaquín Prado, que, a pesar de que aseguraba que no iba a haber una revolución en el plantel que la pasada campaña había conseguido llegar a la final del 'play-off', no fue lo que terminó pasando entre los meses de julio y agosto.
A cuentagotas, los jugadores del conjunto palentino iban encontrando acomodo en otros clubes y a la directiva morada le costaba terminar de cerrar la contratación de los diferentes componentes de la nueva plantilla. Sergi Pino era la primera incorporación y tras él llegaron las renovaciones de Urko Otegui y Lamont Barnes.
Mientras que la plantilla se iba conformando y el nerviosismo se iba templando, unos nuevos problemas empezaban a emerger. Agropal dejaba de ser el patrocinador principal y las obras empezaban a demorarse aún más tiempo. El equipo se veía obligado a arrancar la temporada en Villamuriel de Cerrato. Nuevos palos en las ruedas del Palencia Baloncesto.
Con la plantilla prácticamente perfilada, la directiva tenía verdaderos quebraderos de cabeza para apuntalar el puesto de base. El veterano Quique Garrido y el joven Sani Campara estaban a la espera de que llegara un nuevo compañero en su puesto. Ese fue Jason Calliste, que aterrizó en Palencia a falta de pocos días para el inicio liguero ante Melilla, uno de los cocos de la competición y que hoy se jugará el pase a la final del 'play-off' ante Prat.
El inicio liguero del Chocolates Trapa, nuevo patrocinador principal del Palencia para esta temporada, fue preocupante, pues en los cuatro primeros partidos, el equipo cosechó otras tantas derrotas, sembrando ciertas dudas entre los aficionados, que veían cómo su equipo caía ante el Melilla, Castellón, Araberri y Manresa. No era, sin ninguna duda, el arranque soñado de los palentinos, que viajaban la semana siguiente a Barcelona con la obligación de sumar la primera victoria ante el filial blaugrana. El primer triunfo llegó en la pista catalana y, a partir de ahí, el equipo empezaba a escalar puestos en la clasificación, aunque el juego, frío como la temperatura en Villamuriel, dejaba también ciertas dudas entre los aficionados palentinos, que veían cómo el traslado al Pabellón Municipal de Deportes se iba retrasando, pensando que esta temporada no pisarían la remodelada instalación deportiva.
El base que llegaba para dirigir el juego de los morados, Jason Calliste, no terminaba de cuajar y el jugador canadiense llegó a ver algún partido desde la grada tras el fichaje del veterano Andrés Miso. Finalmente, Calliste terminaría abandonando la entidad palentina tras su paso fugaz por el Chocolates Trapa.
Sin un juego que alegrase a los aficionados, el conjunto palentino coqueteaba con los puestos de 'play-off'. La expresión año de transición no se quería pronunciar, pero se intuía en todos los rincones del pabellón provincial de Villamuriel hasta que llegó febrero, uno de los meses con más actividad en el seno de la directiva. Tras la derrota en casa contra el Barcelona B, la directiva destituía a Joaquín Prado y tan solo un día después, el club y Lamont Barnes (al que la LEB Oro se le empezaba a quedar grande como también ha demostrado en Valladolid) llegaban a un acuerdo para finalizar una relación de dos años y medio.
Tras Prado, Alejandro Martínez era el encargado de coger las riendas del conjunto palentino, que, a la par que estrenaba el nuevo pabellón, cambiaba su imagen en unos días. Las victorias se empezaban a decantar del lado palentino (incluido el triunfo en casa del líder) y las sensaciones eran totalmente diferentes a la etapa de Joaquín Prado. De esta forma, el conjunto de Martínez sumó, en una de las competiciones más igualadas, siete victorias consecutivas.
Finalmente, el equipo se clasificó para el 'play-off' en séptima posición y en esos partidos se vio el mejor baloncesto de la temporada, sobre todo, en los tres partidos de la remontada contra Oviedo y en los encuentros en casa del Manresa, aunque el equipo catalán apeó a los palentinos de la competición.
Con la conclusión de la temporada, el club volverá a empezar de cero y ya trabaja en la planificación de la nueva campaña. El baloncesto, en Palencia, no descansa.
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