Delibes, en voz alta
Cinco libreros de Valladolid comparten sus recuerdos y releen fragmentos de su obra homenajeando al escritor en otros tantos rincones de la ciudad que le vio nacer hace cien años
«Yo no hacía más que dar vueltas por los paseos laterales, a lo largo de la tapia, con regreso por el paseo central, pero, al franquear el cenador con su mesa y sus bancos de piedra, las enredaderas chorreando de las pérgolas, azotándome el rostro, vacilaba,la bicicleta hacía dos eses y estaba a punto de caer pero, felizmente, la enderezaba y volvía a pedalear y a respirar tranquilo: tenía el camino expedito hasta la vuelta siguiente. Y así, una y otra vez, sin medir el tiempo. Mi padre, que todos los veranos leía el Quijote y nos sorprendía a cada momento con una risotada solitaria y estrepitosa, me había dicho durante el desayuno, atendiendo mis insistentes requerimientos para que me enseñara a montar:
—Luego; a la hora de comer. Ahora déjame un rato.
Para un niño de siete años, los luego de los padres suelen suponer eternidades. (...)».
María José González, propietaria de la librería 'El Sueño de Pepa', lee así en voz alta en la Plaza Mayor de Valladolid el comienzo de 'Mi querida bicicleta' (1988), relato en el que el escritor vallisoletano cuenta sus experiencias ciclistas, desde las primeras pedaladas de su infancia hasta la victoria de uno de sus hijos en una carrera popular. La librera ha seleccionado 'La bruja Leopoldina y otras historias reales', entre las que se incluye 'Mi querida bicicleta' porque «es como hablar con él, es su esencia», apunta María José. «A Miguel Delibes, creo como todos, le conocí en el colegio, cuando nos mandaban leer sus libros. Más tarde tuve la suerte de encontrármelo muchas veces de paseo o sentado en el Campo Grande de camino a la Escuela de Empresariales donde yo estudiaba». De Delibes María José destaca su «lenguaje tan cercano».
Jorge Díaz, de la librería Margen, también se inició con la obra de Delibes en el colegio. «Recuerdo que en mi época de escolar tuvimos que hacer un trabajo de Literatura sobre 'Los Santos Inocentes' (1981)». Y esa es precisamente la obra que ha elegido para leer un fragmento en voz alta, sentado en medio del Paseo del Príncipe del Campo Grande, uno de los rincones de la ciudad que más recuerdan al escritor. «Las obras de Miguel Delibes siempre han tenido un hueco especial en las librerías de Valladolid», asegura Jorge, a lo que María José González, propietaria de la librería vallisoletana El árbol de las letras, asiente. «Siempre se recomienda; sobre todo cuando viene alguien de fuera y quiere conocer a algún escritor de aquí», apunta María José.
«Desde que se publicó 'El Hereje' (1998), y ya han pasado muchos años, es su novela más demandada, por foráneos y autóctonos», apostilla María José, quien para esta ocasión ha escogido un pasaje de 'La sombra del ciprés es alargada' (1948). Lo lee con los leones de la fachada de la Universidad de Valladolid como testigos. «Repasando su bibliografía me parecía una de sus obras más interesantes. No solo porque sea una de las más significativas de su carrera, Premio Nadal en 1947, si no por su importante contenido filosófico y porque en ella se trasluce el mundo literario de Delibes que luego va a aparecer en el resto de sus novelas». «Pienso que las generaciones más jóvenes desconocen la obra de Delibes y éste es un buen momento para volver a él, recuperarlo y tenerlo siempre presente».
«Miguel Delibes tiene lectores 'obligados', los del instituto; pero la mayoría de los lectores que tiene son lectores 'apasionados', ya más mayores», señala Estrella García, de Oletum. «En cualquier librería de España que vayas hay libros de Delibes. Yo tengo muchos colegas libreros en otras ciudades y también se vende Delibes, por supuesto». Para este homenaje Estrella lee en voz alta en el Pasaje Gutiérrez un fragmento de 'Mi idolatrado hijo Sísí' (1953). «Yo conocí a Delibes en el instituto leyendo 'El camino', y me entusiasmó. Después leí 'El príncipe destronado', que también me encantó. Y ya más tarde, de 'motu proprio', acabé leyendo toda su obra. Personalmente le conocí estando ya en la librería. Pasó un par de veces por la puerta y salí a saludarle. Tengo también algún libro que nos dedicó a través de su biógrafo Ramón García».
Junto al pozo del patio del Palacio de Santa Cruz invita Luis Lobato, de librería Maxtor, a «degustar» un fragmento de 'Las ratas' (1962), libro al que llegó «obligado» en Bachillerato y que le «impactó». «Le conocí personalmente allá por los años noventa, en una presentación que hicimos en la librería de un libro de la escritora Elena Santiago. Y Delibes se presentó allí». «Es una obra que cualquier libro que cojas, tanto los cuentos con las novelas, es apetecible. Las adaptaciones cinematográficas que ha habido de sus novelas también han ayudado mucho a acercarse a sus lectura», indica Luis.
«A medida que se adentraba el invierno el pajero del común iba mermando (...)». «Animo a que sigan leyendo, 'Las ratas' o cualquier otra obra de Delibes», sentencia Luis. ¡Qué mejor homenaje para un escritor!