Sencillos y sabrosos bocados con técnicas impecables detrás
Valladolid demuestra de nuevo que es un referente gastronómico en el mundo de los pinchos y tapas para volver a subir al podio
A pesar de su sencilla apariencia, o quizás para llegar a ella, vienen avaladas por técnicas de cocina depuradas e impecables que pasan desapercibidas para el común de los mortales, es decir para la mayoría de sus seguidores y aficionados, que son multitud, cada vez más en España y en el mundo. Solo los expertos son capaces de valorar el gran trabajo y la multitud de elaboraciones que hay detrás de una tapa que se sitúa en la élite de la gastronomía. Una buena croqueta puede parecer fácil, pero no lo es porque detrás está el buen hacer del cocinero o cocinera y también la técnica. Una simple mayonesa no lo es tanto. La cocina en miniatura que se consume todos los días en las barras de este país (ahora no, que por desgracia están cerradas, ¡Ojalá sea por poco tiempo!), es decir, los pinchos y tapas, rozan la perfección cuando se convierten en arte.
Tapas sabrosas y delicadas que no enmascaran el sabor del ingrediente principal porque, en la cocina, menos es más. Lejos quedan esos pinchos de mil ingredientes y un barullo de olores y sabores indescifrables. No hay paladar humano que los resista. Son tapas que se comen de uno o dos bocados porque están concebidas para disfrutarlas en una barra con una mano y con una copa de vino o una cerveza (o hasta un vaso de agua) en la otra. Que los cubiertos se queden en la mesa porque el aficionado a la tapa solo tiene dos manos para atrapar la esencia de la gastronomía española en bocaditos. Son pequeños bocados creativos y originales, que atrapan a primera vista. Esa es la tendencia que ha triunfado esta semana tanto en el IV Campeonato Mundial de la Tapa como en el XVI Concurso Nacional de Pinchos. Valladolid ha vuelto a demostrar que es un referente y una potencia en esta modalidad culinaria reconocida fuera de España por ser lo peculiar de su gastronomía, junto a su rica y variada despensa.
'Corchifrito' es la Mejor Tapa de España 2020, que elabora el cocinero Emilio Martín Maquedano en su restaurante Suite 22. Con 'Corchifrito' había ganado antes el Concurso Provincial de Pinchos que se retrasó a septiembre por culpa de la pandemia y ahora ha logrado el respaldo de un jurado presidido por la cocinera Samatha Vallejo-Nájera, jueza del programa de TVE 'MasterChef'. Después de degustar y de valorar las 45 tapas finalistas presentadas por cocineros de toda España, entre ellos cuatro de Valladolid, dos de Salamanca (también ha tenido una tapa ganadora) y una de Burgos, el jurado certifica la calidad de las que se reproducen a continuación. No son fáciles de preparar, son obras de arte comestibles creadas por manos minuciosas con mucho cariño y, además, son evocadoras.
Juan María Díez. Un guiso de atún muy marinero.
El cocinero Juan María Díez Llanos de Plencia se estrenaba en el Nacional y ha tocado la tecla del éxito porque se ha colocado en segundo lugar con su tapa 'Humo de almadraba'. Se trata de un mollete horneado al vapor con marmitaco de armónica de atún, mayonesa de kimchi y cebolleta morada encurtida.
Emilio Martín. 'Corchifrito', un guiso de cochinillo que rinde homenaje a las bodegas
Un guiso tradicional de cochinillo de Castilla y León con diferentes vinos (sauvignon blanc, oloroso y verdejo), pero enmoldado con forma de corcho y cubierto con una lámina de patata, marcado en plancha y posteriormente en aceite caliente, ha llevado al podio a Emilio Martín, del restaurante Suite 22.
Gabriel Pedreira. Desde Argentina con ritmo de tango
Gabriel Pedreira del Danny Bramson de Argentina y profesor en Gato Dumas Culinary School, interpretó al compás del tango la modalidad culinaria española reconocida internacionalmente por lo que fue elegido Campeón del Mundo de Tapas 2020 en Valladolid por el jurado presidido por Pepe Rodríguez Rey, juez en 'MasterChef'.
Ernesto Ventós. Un aperitivo de alta cocina
El tercer clasificado recrea los matices de un vermut (amargos, salinos, umami y botánicos) a través del mundo vegetal y marino. Ernesto Ventós presenta su tapa en un vaso frío de vermut, con un hielo, al que añade cinco gotas de garum y el consomé de tomate y anchoas, termina con el clásico twist de naranja.
Manuel Soto Carlos. Una tapa crujiente y sabrosa
El cocinero del establecimiento salmantino Lilicook Vermutería ha recibido en el concurso nacional el accésit a la Tapa más Tradicional por su buñuelo con brandada de bacalao sin patata, sobre callos y piel crujiente, que actúa a modo de cuchara.
Raúl Pobo Rabadán. Un pastel de foie fresquito
El cocinero Raúl Pobo Rabadán ha sido premiado con el accésit al Mejor Concepto de Tapa. Se inspira en un pastel dulce ruso pero llevado al mundo de las tapas saladas. Presentado dentro de un pato amarillo (matrosca), sobre una rejilla y debajo hielo seco para que el pastel esté fresquito.
Toño Rodríguez Iguacel. Con manitas de cerdo y manzana
El cochinillo vuelve a ser el protagonista en la Tapa más Vanguardista. Toño Rodríguez salpimienta el cochinillo y lo envasa al vacío con ajo, laurel y aceite para cocinarlo a 78º durante 10 horas. Una vez frío, retira la piel y desmiga la carne. Coloca la piel entre dos sartenes al fuego hasta que quede crujiente.
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