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Puerta del Azogue, una de las siete puertas de la villa segoviana.
Sepúlveda para sentir

Sepúlveda para sentir

La villa medieval es uno de los pueblos más hermosos de España

Raquel sanz

Segovia

Jueves, 3 de mayo 2018

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Sepúlveda ofrece al visitante imponentes monumentos, como el castillo; espectaculares construcciones, como sus iglesias, entre las que destaca la de El Salvador por considerarse uno de los ejemplos más antiguos (si no el que más) del románico al sur del Duero; soportales llenos de historia; mágicos rincones por doquier… Y todo ello en un enclave único: el Parque Natural de las Hoces del Duratón.

Es imposible disfrutar de Sepúlveda en su plenitud en una sola jornada, pero hay una senda que permite conocer buena parte de ella en unas horas. Es la conocida como Senda de los dos ríos, que ofrece un espectacular paisaje de las hoces del río Duratón, así como numerosos elementos del patrimonio histórico-artístico de Sepúlveda.

Comenzamos la ruta en la Casa del Parque (cuya visita es básica antes de acceder al mismo), ubicada en la iglesia de Santiago. Desde aquí nos encaminamos hacia la plaza, presidida por el castillo, edificio que marca el límite de las murallas y que es uno de los lados menores de la Plaza Mayor (rectangular y parcialmente porticada).

Este edificio, que fue ayuntamiento un tiempo, pero que, sobre todo, es conocido como El Registro, ya que era el lugar donde se registraban las materias primas que llegaban para la venta y donde se pagaban los impuestos, alberga el balcón desde el que las autoridades presidían los actos públicos. En la actualidad, en el castillo se realizan exposiciones culturales y desde su balconada se lanza el chupinazo anunciador de las Fiestas de los Toros.

Continuamos nuestro paseo por la calle que sale a la derecha del castillo, conocida como La Barbacana, por la que discurren los tradicionales encierros sepulvedanos. Esta calle permite seguir el trazado de la muralla, concretamente el tramo llamado Trascastillo. De frente nos encontramos con una de las siete puertas de la villa, la Puerta del Ecce Homo o del Azogue.

Emprendemos la subida dejando a nuestra derecha la iglesia románica de los Santos Justo y Pastor, de los siglos XII y XIII, declarada Monumento Nacional desde 1931. Actualmente alberga el Museo de los Fueros.

Nada más pasar este templo, a la izquierda, encontramos un ejemplo de casa palaciega de Sepúlveda. En la Casa de los Proaño o Casa del Moro, destaca la potente fachada plateresca cuyo frontón está presidido por la cabeza de un moro sobre un alfanje, elemento que alude a la legendaria toma de Sepúlveda por el conde Fernán González: se produjo un combate a muerte entre el conde y el sarraceno, del que resultó victorioso el primero, lo que tuvo como consecuencia la toma de Sepúlveda por parte del ejército cristiano.

Seguimos nuestro camino recorriendo algunos de los rincones más llamativos de la villa medieval hasta llegar a la iglesia de Nuestra Señora la Virgen de la Peña, una construcción románica del siglo XII. Este templo tiene una singularidad más y es que está situado sobre una de las hoces del río Duratón, en un paisaje de gran belleza. En la parte trasera de la iglesia encontramos un mirador desde donde se puede disfrutar de las primeras hoces.

Desandamos unos pasos para continuar hacia la Puerta de la Fuerza, cogiendo el camino que sale junto al cuartel de la Guardia Civil. Comenzamos a disfrutar de la flora y de la fauna del parque ya antes de atravesar el arco de esta puerta, por el que nos dirigimos, por una antigua calzada romana, hacia el puente de Picazos, que cruza el río Duratón, y continuamos la senda por la margen derecha del mismo.

La villa de Sepúlveda.
La villa de Sepúlveda.

Paraje natural

En este delicioso paseo, se recomienda poner todos los sentidos en alerta para no perderse ninguna de las maravillosas sensaciones que nos ofrece este paraje natural. Tras pasar por una espectacular pasarela de madera situada en la solapa de un cortado, llegaremos al encuentro del río Caslilla con el Duratón. El siguiente hito es la Fábrica de la Luz, actualmente en desuso, y seguimos hasta el puente de Talcano, donde podemos ver uno de sus arcos originales. Continuamos nuestro recorrido por la base de la Silla de Caballo, una curiosa formación geológica que forma parte del pliegue en rodilla de Sepúlveda.

En este punto volvemos a acercarnos al enclave histórico de Sepúlveda, entrando de nuevo en él por la antigua muralla a través de los restos de la Puerta del Castro. Seguimos el recorrido hasta llegar a la Puerta de Duruelo, momento en el que podemos continuar por las escaleras que suben hacia la Casa del Parque o modificar ligeramente el trazado de esta senda pasando bajo dicha puerta y atravesando una zona de huertas para llegar a la Puerta del Río, en el barrio de San Esteban, antiguo enclave musulmán que guarda hermosos rincones. Por último, solo queda subir a la calle principal que hacía de antigua travesía y que nos lleva al centro del pueblo, finalizando aquí nuestro recorrido.

Solo hemos visitado una parte de los bellos parajes que Sepúlveda ofrece. Sin embargo, subir y bajar cuestas, el paseo por las hoces… hacen que se nos haya abierto el apetito. No hay problema, la gastronomía sepulvedana está caracterizada por la tradición y la sencillez de las tierras castellanas, pero también por su contundencia, exquisito sabor y delicada preparación. Su plato típico es el lechazo asado en horno de leña, por lo que se define a Sepúlveda como 'la costa del cordero asado'. El secreto de su sabor está en la alta calidad de la materia prima, el cordero churro, y en la sencillez de su elaboración. El lechazo debe hacerse dividido en cuartos y colocado en tarteras de barro. Como añadidos, solo necesita un poco de manteca y sal y, por supuesto, la pericia en el manejo de los hornos que han demostrado los maestros asadores de la villa.

Los complementos ideales son una ensalada de lechuga y tomate de las huertas del Caslilla, el pan de hogaza de Sepúlveda y un buen vino de la Ribera del Duero.

Y para terminar, no hay mejor opción que saborear otro de los alicientes para visitar Sepúlveda: su repostería. Deliciosa e irresistible, destacan, entre otros manjares, los soplillos, las rosquillas de Castrillo, las pastas, las capuchinas o las sobadas.

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