Viaje al centro de la esencia del vino
Enoturismo ·
Un nuevo proyecto enoturístico muestra con otra mirada la tradición vinícola en una bodega de PenafielLa esencia de la tradición y de la cultura del vino, así como un nuevo enfoque con propuestas enoturísticas novedosas, se conjugan en La Olmilla Soul & Wine, que abre su puerta en la localidad vallisoletana de Peñafiel para hacer una incursión en el corazón del vino con otra mirada, con la de la sevillana Silvia Camacho, su impulsora. La Olmilla es una antigua bodega subterránea ubicada en el barrio de bodegas peñafielense, en las entrañas del cerro sobre el que está el castillo de la villa.
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«Está orientado a todo el mundo, de manera especial para que la gente de fuera pueda conocer estas bodegas», explica Silvia. «Hacemos visitas que no son encorsetadas, para que la gente viva la esencia de este sitio y se sienta peñafielense por un rato. No es soltar una parrafada, tomar un vino y adiós. Queremos que la gente interactúe con juegos para que coja unos roles y se sienta de aquí. Habrá ese tipo de visitas y también espectáculos, tomando un vinito con algo con que mojarlo». Espectáculos «con artistas del pueblo o del entorno para crear sinergias en la zona». Propuestas para turistas, pero también para todo el mundo, como conciertos, teatro, magia, talleres de artesanía o ver el pequeño museo de objetos y utensilios de antaño del vino.
Si el castillo de Peñafiel es ese barco –con el que se le compara por su forma– que navega a toda máquina como máximo exponente del enoturismo regional con el Museo Provincial del Vino entre sus muros, La Olmilla sería uno de sus camarotes de lujo, con vistas, desde su merendero museo, al monumento más antiguo de Peñafiel, como es la conocida Torre del Reloj, el campanario de la desaparecida iglesia de San Esteban. Las coordenadas estarían completas con La Casa de la Ribera, al comienzo del barrio de bodegas, donde conocer la cotidianidad de una familia viticultora del silo XIX a través de una visita teatralizada, como teatralizada será la que haga La Olmilla por el barrio de bodegas.
Bodega subterránea
La Olmilla es propiedad familiar de Julia Lerma, quien ha permitido desarrollar a esta sevillana esta iniciativa que se fraguó por su propia experiencia. «Vengo de fuera –vivía en Madrid– y cuando conozco estas bodegas me quedo totalmente alucinada; me fascinó». También la empujó ver los muchos turistas que pasaban por ahí y que «se iban sin ver nada, a no ser que nosotros les invitásemos a pasar, saliendo todos como yo el primer día: totalmente alucinados. Era una pena que esto no se pudiese mostrar a la gente de fuera».
Con todo esto en el GPS llegar a La Olmilla no tiene pérdida, y, una vez allí, disfrutar de una experiencia diferente en un lugar que se adentra por igual en la tierra y en el cielo del vino, pues se remonta históricamente a antes de 1752.
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