Valladolid se rinde al trapecio: así trabajan las escuelas de circo
Cinco espacios de la capital, con cerca de 600 alumnos matriculados, dan respuesta a la variada y creciente demanda de los entrenamientos de artes circenses
Había una vez un circo, que alegraba siempre el corazón…». Tal cual lo describe la canción, el circo es un mundo lleno de color, de ... ilusión, pleno de alegría... pero es también un arte milenario, ya que los malabares y acrobacias ya se practicaban en Egipto y Mesopotamia. Ahora, también se han puesto de moda en Valladolid. En la ciudad hay cinco espacios en los que se puede aprender todo sobre las artes y disciplinas circenses. A sus instalaciones acuden más de 600 alumnos que se han visto seducidos por la magia del trapecio, de las telas y de los zancos, y que aspiran con ser algún día contorsionistas, equilibristas y acróbatas.
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La vida es un juego de malabares. Isaac Posac lo sabe bien. Este vallisoletano de 40 años lleva desde los 16 atrapado por la magia del circo. Empezó de forma amateur a través de la asociación de malabaristas La Mano Tonta y como su inquietud iba en aumento, se formó a nivel profesional durante tres años, en la Escuela de Circo Rogelio Rivel, de Barcelona. Ha trabajado con el Circo del Sol y en compañías de fama internacional, como Gandini Juggling, en la que descubrió la importancia de las matemáticas aplicadas a los malabares.
Actualmente, trabaja con la compañía Nueveuno. Ante la necesidad de disponer de un espacio en el que ensayar, Isaac, junto con otros jóvenes, fundó en 2009 la asociación La Luz de las Delicias (calle Cádiz, 17). «Organizamos actividades formativas para nuestros socios, aproximadamente un centenar. Damos cursos de circo, danza africana, teatro, aéreos, mástil chino, acrobacias, malabares y peque-circo. Una vez por trimestre organizamos una gala con el doble objetivo de dar a los socios la oportunidad de mostrar sus avances y de conseguir financiación para el alquiler del local», dice Isaac.
Para este artista especializado en el malabarismo, el circo es «algo infinito» que exige un continuo aprendizaje. «Aquello del 'más difícil todavía' es totalmente cierto. El arte circense requiere mucho entrenamiento. Para moverme con soltura en el escenario, he tenido que aprender a dominar otras técnicas, como la danza, el teatro o la acrobacia. El circo cada vez es más artístico y los espectáculos más perfectos. Es una suerte que ahora Valladolid cuente con tantos espacios donde poder aprender estas artes», subraya satisfecho.
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Isaac reconoce que el circo exige mucha disciplina, esfuerzo y también sufrimiento. «Llevamos nuestro cuerpo al límite y eso nos lleva a tener lesiones. Es algo mágico salir al escenario y mostrar lo que he aprendido y lo que puedo llegar a ser. Pero a la vez es tan duro que muchos lo dejan a mitad de camino. Para llegar lejos, el gusanillo del circo te tiene que picar muy adentro», recalca.
Sus compañeras Clara, Estrella y Olga también son artistas y ven que en Valladolid el interés por estas actividades es cada vez más creciente. «Los niños se divierten un montón y los padres están muy interesados porque se mejora la psicomotricidad, los sentidos básicos y la cooperación. Lo más difícil de ser artista circense es vivir exclusivamente de ello. La mayoría de nosotros lo compaginamos con otras cosas. Nos gustaría que el circo tuviera cada vez más representación».
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La de Ivana La Piana es una profesión de altura. Es acróbata especializada en 'pole dance', pole aéreo, aro y telas suspendidas. Su elegancia, fuerza y elasticidad provocan en el espectador una sensación de liviandad y libertad. Lleva años trabajando y formándose para lograr figuras imposibles y ahora también ayuda a otras personas a conseguirlas. Ivana es instructora profesional de estas disciplinas en las dos escuelas que dirige, 'Pole Dance Valladolid' (Democracia, 1) y la recién inaugurada 'Aéreos' (Cárcel Corona, 4).
Es una firme convencida de los múltiples beneficios que tiene para el cuerpo y para la mente este deporte, que mezcla las artes circenses, acrobacias, danza y el teatro y que es accesible a todos los públicos, ya que, al contrario de lo que pueda parecer, no es necesario contar con una forma física excepcional. «Trabajamos con un rango de edad amplísimo. De hecho, hay mucha gente mayor de 60 años que nos llama para informarse sobre nuestras clases. Vienen con la idea de darse la oportunidad de cumplir el sueño de su vida, actuando y subiéndose a un aro. Nunca es tarde para empezar», dice Ivana. El 'pole dance', las telas, trapecios y aros son una actividad deportiva que ayuda a tonificar el cuerpo, y presenta un beneficio psicológico añadido, ya que ayuda a liberar la mente, superar miedos y alcanzar retos.
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«Trabajamos mucho a nivel emocional. Vamos planteando pequeños retos que en un principio les parecen imposibles y se sienten felices cuando lo consiguen. Es una actividad que te enseña a compartir porque, aunque parezca un deporte en solitario no lo es, ya que, trabajando con los compañeros, es cuando más se aprende», prosigue.
El inconformismo y la pasión por mantener viva la tradición del circo es lo que caracteriza a Saúl de Fuente, gerente de Nuevo Fielato (calle Santa Fe). «El circo aúna deporte y cultura porque, al fin y al cabo, es un espectáculo y se utiliza un lenguaje con el que poder contar cosas. Algunos alumnos lo practican únicamente como deporte, porque es muy saludable y se trabaja todo el cuerpo de manera completa. Otros se decantan por la faceta más artística», explica Saúl. En su escuela ofrece cursos y actividades para alumnos amateur que se acercan al circo buscando una actividad lúdica y deportiva y también formación para profesionales que quieren mejorar la técnica y mejorar sus números y espectáculos. «No sé si el circo está de moda o no, ojalá si. Lo importante es que se mantenga. El que lo practica se lo pasa bien, mejora su condición física y mental porque ve resultados. Para mí el circo es una pasión y he tenido la gran suerte de poder hacer de él mi medio de vida», añade.
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Este artista circense estudió dirección de escena y dramaturgia en la Escuela de Arte Dramático de Castilla y León. Con 4 años hacía gimnasia deportiva y a los 15 se adentró en el mundo del circo de forma autodidacta. «Trabajamos con niños a partir de 3 años y sin límite de edad. Estamos especializados en aéreos: telas, aros, trapecio y pole dance. También impartimos clase de malabares, acrobacias, verticales, flexibilidad y tonificación. Por lo general, lo más demandado son las telas. En estas disciplinas, lo importante es disfrutar, porque si lo disfrutas, le vas a dedicar tiempo y esa la manera de avanzar. A los niños les ayuda a socializar, a sentirse seguros y a desenvolverse», dice Saúl.
En estos espacios, la seguridad de sus alumnos es la prioridad. Sus directores aseguran que solo corren un riesgo:la adicción por el circo. Rafael López dirige la Escuela de Circo de Valladolid (Camino del Cementerio, 19). Hizo sus primeros pinitos en la asociación La Mano Tonta, hasta que se diplomó en The Circus Space, en Londres. Ha llevado lejos su especialidad, la acrobacia, trabajando en diferentes compañías de teatro y circo en Europa y Asia. Le avalan varios premios, entre ellos, el Premio Nacional de Circo de Cataluña 2006. «Cuando yo empecé, apenas había formación. Abrí esta escuela en 2012 porque quería acercar el circo a todo el mundo, a los que se interesan en él de forma lúdica y también a los que quieren prepararse de forma más específica y profesional. Algunos de nuestros antiguos alumnos trabajan en El Circo del Sol», dice.
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El circo se erige como un excelente medio de inclusión y transformación, con la ventaja de que, a diferencia de otras disciplinas deportivas, no tiene carácter competitivo. Ofrece bienestar y momentos lúdicos y de ocio, por eso, su práctica es idónea para escolares y colectivos en riesgo de exclusión. «Acercamos el circo a los colegios y trabajamos el circo social. Es una herramienta educativa muy potente, porque fomenta valores muy importantes, como la superación personal, el trabajo en equipo, el autocontrol, el esfuerzo, la constancia o la solidaridad. Trabajamos con grupos de niños con déficit de atención e hiperactividad con muy buenos resultados. Ofrecemos cuatro grandes grupos de disciplinas, acrobacias, técnicas aéreas, malabares y equilibrio sobre objetos. Unas técnicas complementan a las otras, ya que unas te enseñan a colocar las manos, otras mejoran la elasticidad, la fuerza o también el equilibrio», informa.
Como cualquier artista, Rafael tiene necesidad de focos, giras, festivales y sobre todo, de aplausos. Por eso, además de dar formación en su escuela, también dirige su propia compañía de circo, The Freak Cabaret Circus, que es pionera en Castilla y León, ofreciendo espectáculos sorprendentes y diversión garantizada. «Estamos formando al que será el futuro público del circo. Estos niños sabrán apreciar cuando un artista haga un buen espectáculo», concluye este acróbata.
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