Teatro del Navegante estrena 'La mirada de Lucía', obra adaptada para público invidente en el Calderón
Verónica Serrada parte de los textos de Guillermo Delgado para armar una función «sobre lo que no contamos»
La ciega de la familia es la que mejor ve, la que media entre dos hermanas, su madre y su tía, que revisitan su vida ... mientras vacían la casa de sus padres. En esos tres personajes descansa 'La mirada de Lucía', una obra que estrena la compañía Teatro del Navegante los días 17, 18 y 19 en el Calderón de Valladolid.
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El texto tiene su germen en los relatos de Guillermo Delgado, recogidos en el libro 'Cartas que nunca llegaron', y en un audiolibro que publicó la ONCE, con la participación de 30 lectoras, entre ellas Béatrice Fulconis, la mitad de Teatro del Navegante, junto con Xiqui Rodríguez. Se interesaron por hacer algo con esas cartas que no llegan, esas «emociones y experiencias no contadas, lo que conforma nuestra identidad, lo que somos hoy, pero hemos dejado atrás», explica Xiqui. Como Béatrice y su hermana estaban vaciando la casa de sus padres y su apuesta es siempre «un teatro que refleje nuestras vivencias, esas que tenemos todos y con las que es fácil identificarse», eligieron dos personajes «que se odien tanto y se quieran lo suficiente»como para aguantar el desarrollo de la función que casi se convierte en «un teatro de objetos».
Testigo de su relación es Lucía (Teru Riesco), que pondrá objetividad, lucidez y relatividad a lo que percibe. Y el público con ella, sobre todo el invidente. Porque 'La mirada de Lucía' está escrita para que ser seguida sin necesidad de ver, accesible para cualquiera con alguna discapacidad visual. «Comienza con un negro en el que suena el primer monólogo que se describe esa casa con la idea de contextualizar el entorno», explica Verónica Serrada, dramaturga interesada en el teatro documental por lo que ha seguido su habitual método, entrevistarse con personas ciegas. Agradece la ayuda de la ONCE que le puso en contacto con distintos perfiles. «La escritura, la música, la escena y el sonido lo tienen en consideración». Xiqui explicó el sistema de sonido envolvente que amplifica sonidos como la respiración, el paso de páginas o los movimientos.
«Lucía es un amalgama de gente que entrevisté. También me entrevisté con madres de hijos ciegos. Soy trabajadora social y estoy habituada en ese trabajo a personas con discapacidad intelectual. En todos los casos se repite la misma angustia de los padres sobre qué pasará con sus hijos cuando ellos no estén y de ahí la sobreprotección. Lucía la rechaza. Lo que he visto entre gente ciega es que hay mucho sentido del humor, no les gusta ser tratados como pobrecitos», cuenta Serrada que ha aprendido, por ejemplo que entre sus aplicaciones habituales está el colorímetro, para combinar los colores en la vestimenta. «Hay una broma con eso», cuenta quien afronta su segundo estreno en el Calderón muy orgullosa de trabajar en casa, dice esta colaborado de Andrés Lima.
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Teru Riesco encarna a Lucía, la que media entre las dos hermanas, la que «abre las cartas y propone hablar las cosas y discutirlas para resolver los problemas. Raúl Escudero ha compuesto una banda sonora de temas propias y memoria musical de las tres que «identifica personajes y momentos». Lucía Espín da vida a Allegra, la otra hermana. Equipo vallisoletano para una producción posible gracias al apoyo del Calderón a una residencia artística en Andén 47 y a la financiación de La Caixa para el sistema de sonido envolvente.
A las personas con discapacidad visual que quieran asistir a la función, se les anima a acudir media hora antes y conocer el espacio durante un paseo por el escenario.
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