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Un pasaje de 'Monstruos. El prodigio de los dioses'. Pío Baruque
Opinión

Monstruos calderonianos

Olmedo Clásico ·

El público disfrutó con la puesta en escena de Prodigio Teatro bajo la dirección de David Boceta

Sergio Rodríguez Nicolás

Jueves, 25 de julio 2024, 12:50

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'Monstruos. El prodigio de los dioses' llevó a Olmedo Clásico algunos de los monstruos calderonianos. La creadora de la propuesta, Aurora Parrilla, escogió para este montaje puesto en escena en la noche del miércoles personajes menos conocidos: Semíramis, de 'La hija del aire'; Aquiles, de 'El monstruo de los jardines', y Herodes, de 'El mayor monstruo del mundo'. La actuación se hilvana (además de por el concepto de lo monstruoso) a través de la música, a cargo de Jorge Bedoya, y el juego de luces, responsabilidad de Juanjo Llorens. No fue baladí la simbología de la daga que presidió toda la función, con la que se nos recuerda que el ser humano no puede escapar de su destino (en el caso de los personajes calderonianos, la cercana muerte impuesta por los dioses). El vestuario, del que se ocupó Ana Garay, sobrio, potencia la palabra poética de Calderón.

  • 'Monstruos. El prodigio de los dioses', sobre obras de Calderón de la Barca. Prodigio Teatro. Dirección: David Boceta. Intérpreste: Isabel Rodes, Arturo Querejeta, Beatriz Argüello, Jorge Bedoya. Dramaturgia: Aurora Parrilla

    Escenografía: Laura Ordas.
    Iluminación: Juanjo Llorens.
    Vestuario: Ana Garay.
    Composición musical: Jorge Bedoya.
    Espacio sonoro: Antonio de Cos.
    Vídeo-escena: Álvaro Luna.

El primer prodigio que disfrutamos en forma de heroína trágica fue Semíramis, a la que da cuerpo Isabel Rodes de forma magnífica. Verdugo de sí misma, la ambición desmesurada de Semíramis, para quien el trono de Asiria no es suficiente, es lo que la convierte en una figura monstruosa. El segundo prodigio fue Aquiles, representado por Beatriz Argüello, que también rayó en la excelencia. La actuación de Beatriz Argüello pareció que nos deslumbraba el mundo al salir de la cueva, siendo el auditorio un segundo Aquiles.

El tercer prodigio fue el tetrarca Herodes, encarnado por Arturo Querejeta con su habitual maestría. Querejeta quintaesenció en su actuación el trágico trayecto vital del protagonista de 'El mayor monstruo del mundo', que, azuzado por la fama y dominado por los celos, acaba dando muerte a su esposa, cumpliendo los fatales augurios a los que, de manera paradójica, se acerca cuanto más intenta alejarse.

La representación de 'Monstruos. El prodigio de los dioses', dirigida por David Boceta nos hizo disfrutar de una actuación sobresaliente de Rodes, Argüello y Querejeta que, complementada por la música de Bedoya, hizo las mieles del público olmedano, a la par que invitó a la reflexión profunda sobre temas como el destino, la fama, la ambición, el amor o el miedo.

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