El hip hop salta al escenario para explorar los orígenes del 'break dance' en Pajarillos
La compañía Rayuela propone un montaje de teatro documental que rompe estereotipos en torno a las danzas urbanas
En aquellos años, nadie hacía popping, locking, hip hop, ni siquiera breack dance. En la década de los 80, los chavales que se reunían bajo los soportales, frente a Galerías Preciados, en la calle Constitución, bailaban 'eléctrico'. Así lo llamaban. Eléctrico. O hacer el robot. Fueron la avanzadilla de las danzas urbanas en Valladolid. Los pioneros en los equilibrios de cabeza, los mortales en patines, los bailes callejeros y el 'baby freeze' (esa postura clásica de brazos en el suelo y piernas al aire).
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Entre aquellos jóvenes estaba Baltasar Villalobos. Hoy, tantos años después, su hija Diana se sube a los escenarios no solo para recordar la pasión de su padre, sino para reivindicar un estilo de baile, de música, de vida, que tanto se ha popularizado en los últimos tiempos.Diana (28 años)es, junto con Víctor Ramos (26)y Carlos Ballón (32), protagonista de 'Breakin barrio', una pieza de teatro documental que este sábado podrá verse en el centro cultural Miguel Delibes y que explora los orígenes de las danzas urbanas en Valladolid.
«La idea es de Nina Reglero», asegura Carlos Nuevo, su compañero en Rayuela, la compañía que ha impulsado este proyecto cultural.«Ella quería trabajar un texto que reflejara el impacto de la cultura hip hop en Valladolid, desde los años 80 hasta hoy. Y, al mismo tiempo, trazar una línea entre los jóvenes que tenían entonces veinte años y los de ahora». La dramaturga Verónica Serrada se puso a la tecla. «Quería, por un lado, hacer algo muy local, centrado en Pajarillos, porque muchos de estos jóvenes se reunían para bailar en el colegio Cristóbal Colón».
Entre ellos estaba el padre de Diana. Para armar el texto, Verónica mantuvo entrevistas con aquellos 'breakers', con vecinos del barrio y se reunió con los máximos exponentes del movimiento actual en Valladolid para escribir una pieza «con la máxima verdad».Sus testimonios se han incorporado a un texto que, desde esas experiencias concretas, se elevan hacia un mensaje universal y «transversal» sobre «el éxito, sobre el arte como algo que te valida como persona y que te ayuda a crecer, no desde el ego por exponerte en un escenario, sino desde el punto de vista creativo». Ytambién hay una veta feminista por explorar, «porque las chicas que hacen danzas urbanas han tardado más en incorporarse a este mundo», cuenta Serrada.
Parte de estos mensajes llegan al público a través de la voz y de la historia de Diana. «Yo siempre he sabido que existía esta cultura, por el tipo de música que se escuchaba en mi casa, pero nunca me había propuesto bailarlo en serio». Hasta que comenzó a formarse y descubrir los beneficios de la danza:«Si eres tímido, introvertido, te ayuda mucho a trabajar en esa parte social».
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Carlos Ballón asiente. Suya es la aportación «didáctica» al espectáculo. Ha llegado a él gracias a Fresas con Nata, un colectivo aglutinador de la cultura urbana actual en Valladolid. Su afición comenzó con 12 años, cuando estudiaba primero de Secundaria en el colegio Amor de Dios. «Nos mandaron hacer un trabajo en Música sobre un artista y elegí a un rapero. Apartir de ahí, empecé a investigar más y me alucinó el break dance». Cuenta que entonces, a principios de este siglo, conseguir información no era tan fácil como ahora. «Había que buscarse la vida. ¡Ni siquiera había Youtube! Yo me descargaba vídeos del Emule (un programa de intercambio de archivos entonces en boga) y luego repetía los pasos en el patio del colegio, en el salón de casa».
La poca información que había entonces se contrapone con el exceso de vídeos de ahora. «Lo complicado hoy es discernir la buena información de la que no lo es», cuenta Ballón, quien recuerda que al principio vivía en solitario su afición. No había redes sociales con las que contactar con otros jóvenes como él.
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Cuando en Vallanoche (el programa de ocio nocturno del Ayuntamiento de Valladolid)empezaron a introducir batallas de baile, pudo entrar en contacto con bailarines con los que compartía inquietud. De ahí, en 2009, nació una asociación, Fresas con Nata, constituida ahora en empresa, con escuela y espacio propio (Andén 47).
El tercer protagonista de este espectáculo de «autoficción» es Víctor Ramos, rapero de Ciudad Rodrigo, integrante de 37quinientos, colectivo (crew)que organiza festivales en la localidad salmantina. Él descubrió esta música durante un viaje en coche con la familia.«Yo tendría ocho años. Mi hermana, con 12 o 13, me dejó su discman. Había canciones de Zénit, Frank- T. Me lo escuché una y otra vez. Yempecé a hacer letras con un amigo.Al principio eras el raro, hasta se reían un poco de ti. Yluego empiezas a dar conciertos, a preparar tu maqueta, tus trabajos...», cuenta Víctor, quien llegó a este proyecto de teatro documental tras coincidir en Ciudad Rodrigo con un integrante de Rayuela.
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«La gente sale muy motivada, con ganas de bailar», indica Diana.«Lo mejor es cuando personas mayores, ajenas a este mundo, descubren mejor esta cultura. Nos pasa que, al terminar la obra, se nos acercan mujeres y nos dan las gracias, porque ven a sus nietos escuchar o bailar esta música y, como todavía hay mucho prejuicio, piensan lo peor». «Esta es una expresión cultural más», asegura Serrada, quien recuerda que uno de los pilares del texto se asienta en la idea errónea que todavía se tiene del éxito.«Defendemos que hay que hacer lo nos guste, no por lo que podamos conseguir, sino por el mero hecho de disfrutarlo, de vivir ese momento, sin necesidad de una recompensa. Experimentarlo para que forme parte de tu vida», resume.
«Defendemos la danza, el arte, la valoración personal... y también el barrio, la gente sencilla que hace años bailaba en la calle y que hoy lo sigue haciendo». «Aunque esto ha cambiado mucho. Antes, la gente empezaba a bailar en la calle. Ahora, la mayoría comienza en una escuela, en una academia», apunta Ballón, quien celebra los estereotipos derribados. «Cuando empecé con el hip hop, mis padres me echaron la charla, todo preocupados.Lo asociaban con porros, con drogas... y no, no. El baile es una parte más de nuestras vidas. No somos balas perdidas. Estudiamos, tenemos carrera, nuestros trabajos... y, además, hacemos bailes urbanos». «Pero todavía se nos conoce poco», dice Diana.Por eso, resalta, la importancia de un espectáculo como este 'Breakin barrio', que obtuvo el premio de teatro Autor Express que organiza la SGAE, y que este sábado puede verse en el centro Miguel Delibes.
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'Breakin barrio'. Centro cultural Miguel Delibes. Sábado, 19 de febrero. 19:30 horas. 10 euros.
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