Tomás Martín, actor y gerente de La Quimera de Plástico
«No queremos seguir pidiendo dinero a los bancos para hacer teatro, es un sinvivir»La compañía vallisoletana lleva al Calderón '¡Hasta aquí hemos llegado!', la obra con la que pone fin a 40 años de creaciones escénicas
Entre la nostalgia y la desazón por «anhelos que no se han cumplido», La Quimera de Plástico cierra cuarenta años de creaciones para los escenarios ... y alzará el telón este fin de semana con la última de ellas, '¡Hasta aquí hemos llegado! (Con los cuernos de don Friolera)'. Estrenada en el Festival de Almagro el pasado otoño y de gira desde entonces por varias localidades del país, llega ahora al Teatro Calderón la obra que pone el epitafio a la producción de la compañía vallisoletana.
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«Nunca habíamos pensado tener una supervivencia tan larga ni haber profesionalizado a tantísima gente a través de este proyecto», confiesa Tomás Martín, actor y gerente del grupo teatral, socio junto a Manuel Pérez Pérez y Selma Sorhegui. No renuncian a seguir representando alguna de las cuatro decenas de obras de su catálogo, sí a producir nuevos títulos. Recuerda que La Quimera de Plástico fue la primera compañía de Castilla y León que «pasó» por la Seguridad Social. «Cuando empezamos a dar de alta a la gente la Seguridad Social no tenía noticias de actores ni actrices, el epígrafe era un lío, pues las compañías estábamos entre el amateurismo y una profesionalización encubierta. Nosotros y Teatro Corsario fuimos los primeros en convertirnos en sociedad anónima laboral».
«Nos gustaría que alguien recogiera todo este legado y continuara con la compañía»
Con más de 3.000 funciones representadas a lo largo de cuatro decenios, no olvida el debut con 'Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita', la primera subida a las tablas fruto de tres cursos de docencia en el instituto Leopoldo Cano. «Nuestro objetivo era intentar hacer intervenir al máximo de alumnos, eramos muchísimos, todo lo contrario de lo que nos pasa ahora, que tenemos que doblar papeles amplios con pocos actores debido al tema económico».
Tres actores para una decena de personajes
Durante el ensayo de 'Los cuernos de don Friolera', de Valle-Inclán, un grupo de actores cuenta anécdotas sobre su trayectoria y van descubriendo al público la vida interna de la compañía, miserias y esperpentos al amparo de la obra valleinclanesca. En esta tesitura de «teatro dentro del teatro» se desarrolla '¡Hasta aquí hemos llegado! (Con los cuernos de don Friolera)', explica el actor cuellarano Juan Manuel Pérez, quien en sus inicios escénicos comenzó en Teloncillo junto a Tomás Martín. «En esta obra yo doblo a cuatro personajes, y mis otros dos compañeros a seis o siete; a través del montaje el público descubrirá los problemas que enfrenta una compañía para llevar a cabo una obra al escenario». Tomás Martín se muestra «satisfecho» de la «buena acogida de crítica y público» a esta obra que se representará en el Calderón los días 31 de mayo y 1 de junio (19:30 horas).
Cuenta Martín que la precarización en la que a duras penas sobreviven las compañías teatrales ha convertido a sus miembros en «grandes maestros de cómo afrontar un reparto con pocos actores; el empleo de máscaras y cambios rápidos de vestimenta se ha convertido en un estilo casi a nivel de magia».
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Ese panorama extensivo al ámbito nacional es aún peor si se profundiza en la escena de Castilla y León. «En la comunidad las compañías están deficientemente financiadas. Las actuaciones que teníamos en los años noventa no son ni parecidas en cantidad a las que hace ahora cualquier compañía; en aquella época teníamos a más de doce personas fijas en plantilla», se lamenta. Echando la vista atrás, saca a colación que la primera subvención de la Junta de Castilla y León que recibió su compañía y la de Corsario en 1987 para hacer giras y producir fue el equivalente a 42.000 euros actuales. «Tantos años después, no nos aproximamos ni de lejos a esas cantidades». Recueda cómo los entonces responsables de la Consejería de Cultura llegaron a a alquilar en Madrid el teatro Infanta Isabel para dar a conocer producciones de grupos de Castilla y León. «Los presupuestos de Cultura para el teatro lejos de haber evolucionado han encogido a niveles mínimos».
Con cerca de 45 compañías de la comunidad reunidas en torno a Artesa, que el mismo Tomás Martín ha presidido durante varios años, envidia el «buen trato» que se dispensa a los grupos teatrales en otras comunidades «como País Vasco o Asturias». «Aquí, lejos de haberse creado grandes compañías que aglutinen a un buen número de profesionales, todo se ha atomizado, se han creado microgrupos, algunos con una persona sola porque no se favorecen proyectos más amplios. Tenemos presupuestos muy inferiores a otras regiones y eso hace que seamos menos competitivos. Necesitamos estructuras más fuertes y amplias y con campacidad para acumular experiencia durante años».
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En barbecho está el proyecto 'Sembrando público', iniciado hace cuarenta años para llevar el teatro a pueblos de menos de mil habitantes en un intento por dinamizar a través de la cultura zonas poco pobladas de la comunidad. «Sé que la Junta de Castilla y León tenía intención en su día de hacerlo suyo, pero no se ha movido nada».
Tantos años de andadura alzando el telón con un repertorio de cuarenta espectáculos le lleva a rememorar situaciones vividas en otros países, ante otros públicos. «Hemos recorrido desde Miami hasta la Patagonia en varias ocasiones, hemos girado por todos los lugares castellanoparlantes, pero eso ya acabó. Vamos a girar con esta última obra un par de años y no produciremos más. No queremos continuar haciendo producciones, ni seguir yendo a los bancos a pedir dinero, estar en el sinvivir de amortizar un proyecto».
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En Ceinos de Campos
Con todo, La Quimera de Plástico no muere con esta última obra de despedida, levantada con la colaboración del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, el Ayuntamiento de Valladolid y el Inaem. La compañía se ha trasladado a Ceinos de Campos, donde ha recuperado un caserón y unas antiguas instalaciones agrícolas para convertirlas en un centro de residencias artísticas que atraiga ensayos. También les gustaría que «alguien» cogiera el testigo de su compañía para que tuviera continuidad sobre los escenarios, pero no es fácil, alega Martín. «La gente no quiere correr tanto riesgo, coger una compañía de teatro y mantenerla supone mucha incertidumbre y mucho trabajo, aunque nos gustaría que algunos actores recogieran todo este legado y continuaran con él».
En el capítulo de proyectos sin hacer que se han quedado en el camino, 'Luces de bohemia'. «Me va a quedar ese gusanillo que no nos ha salido por no tener presupuesto o el personal necesario; nuestro gran hándicap ha sido siempre el tema económico»
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