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Enrique Sáiz, director de Patrimonio de la Junta, observa la pieza, junto a Eloísa Wattenberg. Gabriel Villamil
El enigma de la silla de manos reconvertida en confesonario

El enigma de la silla de manos reconvertida en confesonario

El Museo de Valladolid expone la pieza del siglo XVIII tras permanecer almacenada 142 años, sin que aún se conozca quién se hacía transportar en ella ni cómo llegó al Hospital del Esgueva donde se encontró

JESÚS BOMBÍN

Viernes, 8 de febrero 2019, 13:43

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¿Quién se hacía transportar por las calles de Valladolid en una silla de manos soportada por dos silleteros a mediados del siglo XVIII? La sala 15 del Museo de Valladolid expone desde ayer una pieza rodeada de tanta leyenda como misterio después de haber sido sometida a un minucioso proceso de recuperación en el Centro de Restauración de Simancas.

La tradición relacionaba la silla de manos, conservada en el desaparecido Hospital del Esgueva, con doña Eylo (siglo XII), esposa del Conde Ansúrez fundador de la ciudad, aunque los historiadores contextualizan la pieza sin atisbo de duda hacia mediados del siglo XVIII. «Cofres, espadas, guantes... cualquier objeto procedente del Hospital del Esgueva se vinculaba con la familia del Conde Ansúrez, aunque en este caso es del todo imposible, la pieza es mucho más moderna», explica Eloísa Wattenberg, directora del Museo de Valladolid. Se ignora la peripecia histórica de esta silla, utilizada para desplazamientos cortos y portada a pulso con dos varales de madera que atravesaban los herrajes laterales, y cómo pudo llegar al Hospital del Esgueva, que el Conde Ansúrez levantó, la piqueta demolió en los años setenta y cuyo solar ocupa en la actualidad un supermercado Gadis en la calle Esgueva.

«En el archivo municipal y en el provincial existe una cantidad ingente de documentación sobre el hospital aún por estudiar, quizás ahí esté la información que cuente cómo recaló esta silla cortesana y a quién prestó servicio; es posible que su factura sea de origen italiano, pero hay que investigarlo», aduce Wattenberg, en cuyo museo ha pasado almacenada los últimos 142 años. «Estaba en unas condiciones bastante lamentables», esgrime congratulándose de su rescate de los estragos del tiempo.

La pieza restaurada.
La pieza restaurada. G. Villamil

En este proceso ha intervenido el Centro de Restauración de Simancas, dependiente de la Junta de Castilla y León, con la participación ocho especialistas en ebanistería, cuero, textiles, cristalería y fotografía. Con la estructura construida en álamo y la base de pino, tiene unas dimensiones de 160 centímetros de alto, 70 de ancho y 80 de fondo y presentaba daños estructurales por deformación de materiales, humedad y desprendimiento de molduras, todo ello reparado tras ocho meses de cuidados para dar lustre, entre otras partes, al techo abombado con puntales radiales en forma de paraguas. «Que se haya utilizado como confesonario ha permitido salvar una pieza que al estar fuera de uso habría acabado desechada», apunta Eloísa Wattenberg.

La recuperación ha costado 19.000 euros, una intervención que llevó al director de Patrimonio, Enrique Sáiz, a elogiar la labor del Centro de Restauración de Bienes Culturales asentado en Simancas. «Sin él –dijo– sería difícil recuperar bienes como este». Pendiente queda la indagación histórica entre documentos y legajos del Hospital del Esgueva para averiguar la identidad de quien salía a callejear por Valladolid llevado por dos porteadores.

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