Sección Oficial
Sumisos y rebeldes, con y sin causaLa manipulación psicológica mueve la 'Subsuelo' y 'Pillion' mientras 'El sendero azul' es una fábula liberadora
Personajes sumisos y dominadores han planeado sobre la Sección Oficial de a segunda jornada de la 70 Seminci. La mañana comenzó con 'Subsuelo', un 'thriller' ... psicológico, y la tarde terminó con 'Pillion', una historia de amor entre dos gays en el mundo de las motos. Más liberada y liberadora es la fábula 'El sendero azul', película brasileña en torno a una septuagenaria que acercándose a la siguiente década se empeña en cumplir su sueño, volar.
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Fernando Franco, director de 'Subsuelo', clava al público a los pocos minutos de metraje con un accidente de tráfico, tras una escena de trivial conversación entre tres jóvenes. Ahí comienza el lento descenso al subsuelo de los protagonistas, al sótano de una familia corroída por una mentira. Fabián y Eva, dos hermanos mellizos al borde de la mayoría de edad, protagonizan el cuarto largo de Franco tras la cámara, después de una laureada carrera como montador y productor. Fabián vive en una silla de ruedas a causa del accidente y desde allí manipula a su hermana, la controla bajo la amenaza de hacer público su secreto.
Diego Garisa y Julia Martínez dan vida al psicópata y a la víctima. El objetivo saca partido a esos jóvenes rostros, seguro él, atormentada ella. El precario equilibrio se rompe cuando Eva se enamora de Ramón (encarnado por el abulense Nacho Sánchez) y Fabián multiplica su acoso. Franco mantiene la tensión hasta el final, lo más difícil del género. 'Subsuelo' fue recibida con aplausos.
Triste historia de amor
También jóvenes, pero no tanto, son los protagonistas de 'Pillion', ópera prima de Harry Lighton que adapta la novela 'Box Hill', de Adam Mars-Jones (premio Fitzcarraldo 2019). Si en la anterior película, la sumisión venía dada por un secreto, en esta es natural, de fábrica. Colin se enamora de Ray, un Apolo motero (Alexander Skarsgard), que se cita con él. En principio solo parece sexo, pero el apuesto gigante lo quiere junto a él, a ratos como sirviente, por momentos como amante. Le presenta en su mundo de hombres rudos, tatuados y rapados, una cuadrilla de moteros desinhibidos a la que Colin se adapta.
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Todos caen rendidos al magnetismo de Ray, a sus prolongados silencios, a su opacidad emocional. Colin vive en la nube de ser el elegido, a pesar de las vejaciones que eso conlleva. Solo su madre amenazará la máscara del galán. Cuando por fin Colin logra un 'sí' a alguna de sus propuestas, Ray escapará. No conoce otra relación que no sea la de la dominación. Lighton saca la punta cómica a muchos momentos de esta triste historia de amor.
Gabriel Mascaró toca en su cuarto largo el mismo tema que trajo a Lola Herrera hace unas semanas al escenario del Calderón con 'Camino a la Meca'. Plantea el trato que las sociedades actuales dan a los mayores, a veces decidiendo por ellos como si no fueran personas con voluntad propia. Eso plantea 'El sendero azul'. Del drama social inicial –el estado brasileño ha determinado 'premiar' a los mayores de 75 años con su reclusión en casas de acogida para ancianos– la película evoluciona hacia una 'river movie', el viaje de dos mujeres mayores por el Amazonas.
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Tereza, la protagonista, quiere volar, montar en avión, antes de aceptar lo que otros han reservado para ella. La rebelión para cumplir su deseo le lleva a conocer el río, las apuestas, la vida en ese inestable medio, hasta que encuentra a una amiga de verdad Roberta.Ambas se reirán del mundo que las ha desahuciado y gozarán del viaje. Mascaró salpica de ironías su denuncia en forma de grafitis de los niños preguntando por sus abuelos.
Amable y optimista, 'El sendero azul' descansa en la gran interpretación de Denise Weinberg, Tereza, y regala momentos de gran belleza en el Amazonas.
Bi Gan se estrena en Seminci con 'Resurrection', película galardonada con el Premio Especial del Jurado de Cannes. El director chino homenajea a su arte en esta cinta de dos horas y media que comienza y termina apelando al patio de butacas en la sala reproducida en la pantalla grande. Shu Qi guía el inicio de este recorrido histórico que comienza citando a Melies y Murnau, sigue con la célebre escena de los espejos de Orson Welles y luego se detiene en distintos géneros cinematográficos además de los sentidos que va impactando. Son los personajes de ficción, los que permanecen en el tiempo, los que se dirigen a los 'delirantes', a los humanos que desean y caducan, los que se alimentan de ficción.
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Bi Gan satura al espectador de referencias, de música, de acción, en una propuesta de cambio continuo, de oscuridad –amanece al final–, de mezcla de imágenes reales y recreaciones digitales, cercanas a un cómic. La última promesa del cine chino cuenta el siglo XX desde el eclecticismo del XXI. La duda es si sus coetáneos volverán a poblar esas salas, si su necesidad de ficción, de arte, de otras vidas, les llevará, como a su personaje, a morir devorados por su pasión, en brazos de la vampira que salta a la realidad.
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