Sergi Casamitjana y Gonzalo Salazar-Simpson, directores de la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC) y la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM), recogen la Espiga de Honor de 2025 de las manos de la actriz Blanca Portillo en la gala de inauguración de la 70 Seminci. Aida Barrio

La Seminci sopla setenta velas y reivindica a su historia y su público

El festival otorga las dos primeras espigas a las escuelas de cine de Madrid y Cataluña en una ceremonia con Palestina en el recuerdo

Sergio García

Valladolid

Viernes, 24 de octubre 2025, 22:35

El cartel de este año tiene varias lecturas. Puede ser una especie de caleidoscopio, casi como esa cortinilla que antaño anticipaba las proyecciones del festival, ... un destello que gira, que refleja. O más fácil, un sol. Al menos eso representa para la periodista Pepa Blanes. «Como los setenta soles que cumple este año la Seminci. Que calienta, como hace el festival». Más directa su versión, desde luego. Ella fue la encargada de dirigir la gala de inauguración ante un teatro Calderón que no dejó butaca sin ocupar. Más difícil es decir lo mismo cuando se habla de las salas de cine convencionales, y también hubo hueco para reivindicar esto, pero para muchas otras cosas. El caso es que la Seminci arrancó su séptima década en Valladolid y tocaba recordar lo que ha pasado hasta ahora.

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La primera sintonía que escucharon los seminceros o semanistas –ya llegaremos a eso– fue una bastante conocida. Nada de una banda sonora mítica del cine, ni mucho menos. Fue la del NO-DO. Así, sin anestesia. ¿Por qué? Porque el festival se remonta hasta entonces, cuando comenzó su andadura como Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos. Desde entonces ha pasado mucho y enseñó su historia a través de un vídeo con imágenes documentales. Algunas historias reiteradas como el paso de Brad Pitt por Valladolid y su «leyenda negra», como lo define Pepa Blanes. Está claro que no podía faltar, como las menciones a Sophia Loren, Icíar Bollaín, Ken Loach o los hermanos Dardenne, que vuelven este año con su último trabajo.

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La periodista Pepa Blanes, en un momento de la gala de inauguración. Aida Barrio

Otra que vuelve es Isabel Coixet, que abre la Seminci con 'Tres adioses'. «Cuidado con comentar la película al final. Decir que no os gusta, que tengo familia aquí. Está mi tía o mi madre, a ver qué decís que os podéis llevar un bolsazo», bromeó. La película compite y puede llevarse la Espiga de Oro. Eso se conocerá la semana que viene. Hasta entonces, ya hay dos premios que son fijos y que se han entregado. Son las de honor, que este año han ido para la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM) y para la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC). «Gracias por considerar que la formación es merecedora de este reconocimiento», dijo Sergi Casamitjana, director de la escuela catalana.

Un vídeo recorrió algunos de los hitos de la Seminci a lo largo de su andadura, recordando anécdotas de Brad Pitt y Ken Loach

Antes, el jurado internacional, cuyos miembros tendrán que ver unas cuantas películas –29 forman la sección oficial– ya había hecho acto de presencia. Aquí llegó la primera reivindicación. «El mundo se encuentra polarizado y en medio de un genocidio. Un momento en el que es tan importante tener espacio para debatir, para imaginar el mundo que nos gustaría tener», expresó Elena López como representante de los deliberadores oficiales.

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Fue la primera reivindicación sobre el escenario, porque fuera del teatro, decenas de manifestantes se hicieron oír con banderas de Palestina. Un momento en el que el director del festival, José Luis Cienfuegos, se acercó para hablar con los manifestantes. Fue al inicio de la alfombra, cuando ya le acompañaban la concejala de Turismo, Blanca Jiménez, y el alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, quien todavía camina con el pie izquierdo cubierto con una protección después de que se rompiera el escafoides esta semana.

Había otras autoridades, como el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, o la ministra de Igualdad, Ana Redondo. Pero más allá de las autoridades, la Seminci homenajeó a los verdaderos protagonistas, el público. Los seminceros, y aquí va el asunto, o los «semanistas». Así los denominó Pepa Blanes y también lo hizo hace una semana José Luis Cienfuegos, durante la presentación del festival en el Ayuntamiento. Así que, esa parece ser la denominación oficial. Salieron al escenario cinco protagonistas, fanáticos del cine. Cada uno con su historia, su amor por la pantalla grande y por las salas.

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«Es una ventaja ser el más veterano de este grupo, porque me permite sentir el orgullo de haber sido testigo del nacimiento de la Seminci. Desde entonces no he dejado de venir al mayor número de proyecciones que me permitía mi tiempo y mi bolsillo. Venir fue y es oportunidad de ver otras ideas y conceptos que han influido en mi vida. Me gusta el cine», declaró Julio Alonso Zancada, uno de los seleccionados para este homenaje. Dedicado a ellos, el público, que es para quien calienta ese sol que decía Pepa Blanes.

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