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Un maridaje de cine en Valladolid

El Círculo de Recreo se transforma durante la Seminci en escenario para los encuentros entre profesionales del celuloide y aficionados de la mano de la DO Ribera del Duero y Tierra de Sabor

Alfonso Niño

Valladolid

Miércoles, 29 de octubre 2025, 21:35

La alfombra no es roja, pero tira a azul, noble en sentido ilustre, distinguido.

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El escenario importa. Que se lo digan a cualquier director, o ... al iluminador. El brillo, el oropel, el vestuario. Todo hace de la película lo que es y se pone al servicio de la trama, porque el espectador debe creerse dónde le está llevando la acción. Incluso los propios hacedores del film necesitan un foro donde encontrarse en calma, donde charlar de la sensaciones que sus trabajos han transmitido y el poso que emana de la sala cuando se encienden las luces.

En este sentido, los que se acercan a la ciudad al compás de la Seminci están hallando en el Espacio Ribera ese vestidor florido, acogedor, trenzado de afectos y ribetes cinematográficos. El salón principal del Círculo de Recreo de Valladolid, desde el amparo que generan la D. O. Ribera del Duero y Tierra de Sabor, emerge como aglutinador del talento que campa por la capital durante esta semana. La calidad del certamen está fuera de duda, pero festivales hay muchos y las estrellas, porque muchos lo son o serán, deben sentirse acogidas para repetir visita o exportar una imagen integral del evento. Si Lolita Flores, en su versión de actriz de carácter, dice que venir a la Seminci es estupendo porque, además del aplauso y cariño del público, se come y bebe de maravilla, estamos creando una marca que favorece la presencia, el impacto y el gusto. Es posible que la película de un notorio director de Jaipur se exhiba aquí, en Tribeca y en Breslavia. Pero, dando por hecho el nivel de la cinta y la erudición del público, que se sientan tratados como figuras globales del séptimo arte habla en positivo de una cita que muchos cineastas y actores marcan en su calendario como clave.

Referencias de esas treinta y pico bodegas de Ribera probaban ayer, embelasados, decenas de invitados entre los que se encontraban Luis Callejo o el galardonado con la Espiga de Honor Antonio Flores González Byass. Y por ese descollante ágape de productos de la tierra y copas de tinto han pasado o pasarán David Verdaguer, Amaia Salamanca, Luis Tosar, Isabel Coixet, Carolina Yuste o David Trueba. Javier Angulo y José Luis Cienfuegos ejercen de improvisados anfitriones para tímidos creadores que se someten al juicio del auditorio, que lo hacen nerviosos y se sirven del Espacio Ribera para apaciguar sus temores y disfrutar de un rato de reposo entre tanta exigencia. Ese, quizá, sea el mérito de este perdurable espectáculo que lanza el nombre de una ciudad al mundo y lo acicala con dos de los ámbitos más valiosos que posee: el fruto de las viñas cercanas al Duero y la gastronomía que hace tiempo ha levantado su bandera como imprescindible en cualquier mapa.

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Lo que hubiera sido esto si a alguien se le hubiera ocurrido antes.

Yo me imagino a Sofía Loren en 2007 con la Espiga honorífica bajo el brazo y un Ribera en la mano contraria, manejando a la concurrencia con su elegancia como un tenista ambidiestro hace con sus rivales. O a Stanley Donen en el 89, bailando claqué como su admirado Fred Astaire mientras sujeta un par de cuñas de queso so pena de que alguien se las arrebate. Fantaseen con que Icíar Bollaín, al participar en 1995 con su largometraje «Hola, ¿estás sola?», hubiera abierto los telediarios de 1995 manifestando que en esta fiesta del cine vallisoletana una nunca se encuentra sola del todo.

Un miércoles cualquiera, como ayer, el cine adquiere la etiqueta de gourmet porque SEMINCI no ofrece cualquier nadería llegada de la fábrica de secuelas. Pretende distinguirse desde la humildad de dar su lugar a obras que tienen difícil alcanzar las pantallas de medio mundo. Quiero pensar que la unión con nuestros vinos y platos tradicionales se debe a lo mismo, a ofrecerse para maridar con dos horas de historias que dejen una sensación relevante. Retrogusto, creo que lo llaman. O quedarse como Dios. A ver cómo le traducimos esto al de Jaipur.

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