Lucía Aleñar, directora de 'Forastera': «La gente vive duelos diferentes por una misma persona»
Zoe Stein y Lluís Homar protagonizan un drama familiar sobre la identificación con un ser querido fallecido
Samuel Regueira y Aida Barrio
Miércoles, 29 de octubre 2025, 19:26
La madrileña Lucía Aleñar ha presentado este miércoles en la 70 Seminci su debut en el largometraje, 'Forastera', adaptada de su corto homónimo de 2020. ... Con Zoe Stein y Lluís Homar en los papeles principales, la película parte del fallecimiento de la abuela de Catalina, y la progresiva identificación de esta con ella tras su muerte, en un registro naturalista que vertebra un drama a concurso en la sección Punto de Encuentro y candidata al premio Pilar Miró a la mejor nueva dirección.
P.: ¿De dónde surge la idea de la película?
LA: Surge de una inquietud que he sentido desde hace muchos años: cuando te confunden con otra persona, muerta, y te da por pensar en las maneras en que tratamos de mantener vivos a nuestros seres queridos. 'Forastera' empezó a surgir de la idea de alguien que siente o ve a otra persona en sí misma, y decide adentrarse. Lo sentí como un viaje sobre el duelo, pero más imaginativo, que diera lugar a un proceso para atravesarlo, y también como un viaje de identidad. Más allá del parecido que siente Cata, la protagonista, con su abuela Catalina, y del tema generacional de lo que se hereda, me interesaba mucho que ella no la conociera en muchos sentidos: la tenía en cuenta, pero más allá de eso no la conocía. Esa manera de habitar al personaje sin saber quién es acaba mostrando más de ella, de quién es en realidad.
P.: El estilo es marcadamente naturalista, aunque la historia tienta a dibujar algo más de 'género' o con toques 'hitchcockianos'. ¿Qué aporta haber mantenido los pies en la tierra?
LA: Me interesaba plantear que este mundo tuviera un parentesco con la realidad, pero que al mismo tiempo hubiera algo de artificial, y eso encaja con la temática de los juegos de vestirse o disfrazarte de otra persona. Quise introducir eso en el mundo de la película, donde buscábamos una Mallorca que se pareciera a la real, pero que a la vez se saliera un poco de ella. El proceso de encontrar el tono fue muy interesante, sobre todo con el tema del fantasma y la luz que aparece, que queríamos que se incorporaran de manera casual. La presencia espectral no viene para asustar, no hay venganza. Es más bien una forma de que los personajes que necesitan verla lo hagan. Esa manera de ver a los difuntos es una forma de procesar el duelo. Algunos los ven más que otros, y me interesaba tratarlo de una manera muy natural.
P.: ¿Cómo definimos al personaje principal?
ZS: Lo más complejo del personaje no es que yo haya hecho dos papeles. Cata, pasando un duelo, vive algo performativo y corporal, un cambio de identidad y una búsqueda donde la memoria de la abuela la acompaña: es su manera de lidiar con el duelo. Por ejemplo, tuvimos uno o dos ensayos también con la actriz que interpreta a la abuela Catalina, y ahí marcábamos cosas más gestuales: con qué mano coger el cigarro, detalles así. No se trataba de que yo tuviera que «ser» la abuela o moverme como ella, pero sí de incorporar pequeñas marcas.
LA: En cuanto a la protagonista, la presencia de su abuela es muy fuerte, pero también tiene ese peso de ser quien encuentra el cuerpo. Me parecía interesante también su relación con el personaje de la madre. Quería que pudieran entenderse, que el proceso de crecimiento de Cata la acercara a su madre y se diera cuenta de que están más cerca de lo que cree.
P.: ¿Y en qué plano se mueve la figura del abuelo?
LA: En el duelo del abuelo hay un deseo de entender, una curiosidad por acercarse a esa persona. Pero también Cata necesita pasar por ese duelo de disfraces: la adolescente que nunca quiere parecerse a su madre, pero que, tras la pérdida de la abuela, siente curiosidad por alguien que antes no tenía en cuenta. Es una convivencia breve que da paso al misterio.
LH: Tomeu es un hombre jubilado, expiloto comercial que tiene la vida resuelta en una casa maravillosa en Mallorca, pero le toca vivir algo trágico de manera inesperada; la muerte de su mujer de forma fortuita.. Es un hombre hundido en la miseria que se viene abajo con una depresión tremenda, incapaz de levantarse de la cama.
P.: ¿Qué papel desempeña el duelo en 'Forastera'?
LA: Me interesa mucho porque se habla poco de ello, especialmente en familia. Hay algo de tabú. Con la generación joven no hay una conversación alrededor de este tema muchas veces. No hay una sola manera de pasar el duelo: eso es lo interesante y lo tenso. Cada uno tiene su propio lugar, incluso cuando lloramos a la misma persona. Es muy difícil sincronizar los sentimientos.
LH: Cuando Tomeu revive en la forma de su nieta el alma de su mujer; algo le invita a decidir jugar a ese juego. Y pasa de estar absolutamente hecho polvo a entrar en una dinámica que se volverá algo sanador, que le hará vivir una realidad irreal, como si la abuela no hubiera muerto y su propia nieta encarnara ese rol. Visto desde fuera parece que se han vuelto locos, pero el dolor es tan insostenible que les saca de ahí y le permite reincorporarse a la vida. Una vez finalizado el proceso se da cuenta, claro, de que aquello no se sostiene, pero él habrá escapado de ese agujero, y su nieta, de alguna forma, también, por lo que ambos han salido beneficiados.
P.: ¿Cómo ha sido el trabajo entre los protagonistas y la dirección?
LA: Hicimos bastante trabajo de texto. Con muy poco lográbamos crear ese ambiente en el que la relación entre ellos está entre lo tierno y lo turbio… Se puede ver desde ambos lugares. Con muy poco se logra generar esa incomodidad. Zoe y Lluís se conocían y ya tenían una relación previa, por lo que fue fue bonito probar qué funcionaba y qué no.
ZS: Había mucho margen de trabajo mano a mano. Después de trabajar juntas en el corto ya existía una confianza construida. En proyectos así, donde tienes tanto peso y arco como intérprete, tienes bastante voz. Lucía es una directora que escucha mucho y con quien siempre se puede dialogar. Ambas buscábamos lo mismo: esa ambigüedad. No somos personas que, a nivel creativo, busquemos respuestas, sino preguntas, y que lo dicho no sea literal.
P.: ¿De qué manera se ha construido la ambigüedad entre los dos protagonistas?
ZS: Construir esa ambigüedad implicó hablar mucho, aunque hicimos pocos ensayos. Yo ya conocía a Lluís, había sido mi profesor en un 'workshop' (taller), así que no era como trabajar juntos por primera vez. Creo que surgió de manera orgánica. El guion estaba muy bien escrito y eso ayuda: entiendes hacia dónde va, la visión de Lucía, lo que quiere explicar. Se trataba de lanzarse a la piscina y jugar, más que de darle vueltas. Mi manera de trabajar es más intuitiva, de probar cosas, y creo que ese es nuestro trabajo como intérpretes.
LA: Una parte interesante del viaje de Cata es la mirada de los otros. El juego identitario de habitar el personaje de la abuela y que el abuelo entre en ese juego. Me parece importante ese punto vital de la adolescencia donde te pruebas distintas máscaras. Más allá del juego de roles, ella encarna varios personajes.
P.: La película concluye, sin dar muchos detalles, con una ruptura de la cuarta pared. ¿A dónde busca llevarnos el viaje de la protagonista?
LA: Acaba habitando ese personaje y desprendiéndose de las cosas que no necesita. Hay algo de Catalina que siempre estará con ella. Es como adentrarse en la imaginación de una misma: si quieres ver algo, acabarás viéndolo. Por ello, la idea de la película juega con eso: si necesitas ver algo, lo conseguirás, aunque sea algo artificial, como anticipamos con la historia del delfín que se cuenta al principio.
P.: ¿Qué preguntas busca suscitar 'Forastera'?
ZS: El cine está para que nos cuestionemos cosas, para dudar del porqué de ciertas decisiones. Es muy bonito que el espectador piense, que forme parte del juego y que no se lo den todo dicho y hecho.
LH: Creo que nos invita a no juzgar estas situaciones, porque a veces las cosas tienen su propia dinámica y su aprendizaje, y en este caso la dinámica entre abuelo y nieta les ayuda a armonizar la vida individual de cada uno de ellos, pero también se armoniza la unidad familiar, rota por la muerte de la abuela.
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