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Elio Germano y Alba Rohrwacher son Antonio y Marta en 'Tres adioses'.
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El intimista canto a la vida de Isabel Coixet

Tras la película inaugural, 'Tres adioses', llegó 'The Mastermind', historia de un pícaro cándido que fracasa

Victoria M. Niño

Valladolid

Viernes, 24 de octubre 2025, 19:57

Móvil en mano con el código de la entrada, casi sin papel ya, el público esperó una larga cola –esas que hacemos diligentemente desde la pandemia– y embudo a la entrada del cine Carrión. La primera proyección de esta Seminci septuagenaria con modos del siglo XXI fue 'Tres adioses', de Isabel Coixet. La directora catalana volvió a inaugurar el festival tras 'La librería' (2017) y 'Nieva en Benidorm' (2020). Bill Nighy y Timothy Spall eran los protagonistas de aquellos filmes rodadas en inglés. Alba Rohrwacher encarna a Marta, el personaje principal de esta cinta rodada en italiano, idioma original de la novela que adapta.

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La ruptura amorosa de Marta es el detonante de su cambio de vida y mirada. La tristeza por la marcha de Antonio encubre los síntomas de la enfermedad que provocará una nueva relación con el mundo.

Ahí toma vuelo lo que nos quiere contar Coixet, la existencia vivida desde la consciencia de su límite. La clarividencia de su inminente finitud hace que Marta enfoque cada día con el dolor de saberse amenazada y, a la vez, con la feliz aceptación de que ese filo es parte de su devenir y abre puertas a otras experiencias.

La evolución psicológica es de libro, previsible. La manera de decir de Coixet es la que consigue emocionar, despegar al espectador del vector de la lógica que apunta certero el final. Su cámara intimista recoge miradas, sonrisas, el pedaleo de Marta como un hilo conductor, su nueva forma de cocinar, de pararse ante sus alumnos, de escuchar a su hermana, de desear a su compañero, de reaccionar en definitiva, justo lo que le demandaba Antonio cuando estaban juntos.

No quiere consuelo, sabe que nadie está preparado para contestar a un moribundo. Por eso prepara su despedida sigilosamente. La casa, el amor, el trabajo, el interlocutor mudo que se ha buscado, todo y nada importa a la vez. Al igual que no hay razón que explique la danza de las bandadas de estorninos, es inútil también buscar por qués a todo. Ser lo que uno quiera es su lección.

Transcurre en una Roma fuera del circuito turístico, de calles color caldera y carriles bici, de vírgenes en las esquinas que atrapan también a las miradas sin fe, árboles solitarios, una ciudad eterna ajena a su momumentalidad.

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Isabel Coixet reconecta con una de sus primeras películas, 'Mi vida sin mí' (2003). Sus personajes terminales imaginan el mundo sin ellos, lloran por la belleza que se perderán, no por tristeza. Reserva una despedida elegante, preparada, con la voz de Nina Simone. La directora de 'Un amor' muestra su lado más romántico en estos 'Tres adioses', coproducción italo-española, que dejó lágrimas en el Teatro Carrión primero y luego en el Calderón.

El cerebro del desastre

Al igual de que a Rohrwacher, a Josh O'Connor le vimos en 'La quimera' en la 68 Seminci. El actor británico, hace doblete en esta edición, protagoniza 'The Mastermind', noveno largo de Kelly Reichardt.

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La veterana directora estadounidense nos traslada a Massachusetts, 1970, donde este carpintero en paro, hijo de un reputado juez, decide planear y ejecutar su obra maestra: robar los cuadros del pintor abstracto Arthur Dove. James, el personaje de O'Connor, estudió arte y acude frecuentemente al museo donde perpetrará su golpe. Elige a dos ayudantes con tan poca pericia como él y el atraco resulta una gran chapuza. La huida es el campo narrativo en el que se entretiene Reichardt para desmigar el fracaso del matrimonio de James, la subversión de los valores que representa el padre y una país en plena movilización pacifista contra Nixon.

James rompe con lo que se espera de él en su barrio residencial, como padre, como esposo de una mujer que es testigo mudo de su desastre. Es el pícaro que se queda a medio camino, que fracasa en su aventura porque no la planeó bien, porque todos le engañan, porque, en definitiva, es un cándido volteriano. 'The Mastermind', el cerebro de la operación, tiene sus momentos de humor, sobre todo con los niños, pero resulta lenta y tediosa a pesar de la interpretación de O'Connor que saca matices a un personaje que termina por resultar plano en su desastre.

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