Gabriel Azorín presenta en la 70 Seminci 'Anoche conquisté Tebas'. Aida Barrio

La intimidad masculina más vulnerable se confiesa en 'Anoche conquisté Tebas'

Gabriel Azorín debuta en un filme con poderosas imágenes y un retrato sobre hombres que se sinceran

Samuel Regueira

Valladolid

Lunes, 27 de octubre 2025, 19:16

El debutante Gabriel Azorín se estrena en la 70 Seminci con 'Anoche conquisté Tebas', un lienzo sobre la vulnerabilidad, la intimidad y la sinceridad que ... rara vez se da entre hombres, rodada en las ruinas de unas termas romanas en Bande (Ourense). El largometraje, coproducido con Portugal, concursa dentro de la sección Punto de Encuentro y opta a los premios Pilar Miró a la mejor nueva dirección y a la Espiga Arcoiris.

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«'Anoché conquiste Tebas' es una película sobre la amistad entre hombres y la vulnerabilidad masculina vista a través del tiempo, que se desarrolla en su práctica totalidad en un lugar que no ha cambiado en los últimos dos mil años», explica Azorín. «Hemos querido hacer una película humanista y habitable». Y es que, a pesar de que el director concede en que la propuesta es «rompedora», en último termino el filme «invita, en estos tiempos de locura, a pararse, respirar y a acompañar a estos personajes durante un día en las termas».

«La película propone una convivencia de diferentes tiempos, como estratigrafías, que muestran diferentes relaciones de hombres en distintas épocas». Esta propuesta le permite a Azorín arrojar una nueva perspectiva del soldado romano, diferente a la que nos ha mostrado el séptimo arte hasta la fecha: «Normalmente la ficción nos ha presentado a los romanos como saqueadores o como guerreros; pero aquí hablamos de un tipo de valentía diferente: la de la intimidad, la de mostrarnos vulnerables incluso en nuestras relaciones de amistad», señala el director. «Aquí el valor emerge cuando se habla de los sentimientos y de los miedos».

Considera Azorín que la vulnerabilidad masculina, a lo largo de los tiempos, ha sido siempre un tabú al que no se le ha permitido aflorar: «Eso está cambiando ahora, que se pone en primer plan también conceptos como los cuidados, pero yo por mi educación, mis miedos o cómo me ha configurado la sociedad solo he podido decir, a través de la ficción, cosas que no me atrevía a decir a mis amigos». Es el filme un canto a «la amistad como forma de amor más puro», en herencia a las tesis de Marina Garcés de 'La pasión de los extraños'; «el único vínculo humano que no descansa sobre ningún contrato» y que, entre amigos varones, es más lo tácito que lo explícito: «En nuestras relaciones de amistad nos da miedo profundizar en las cosas importantes».

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Coqueteando con la ambigüedad del homoerotismo, la Seminci ha acabado con cualquier atisbo de ambigüedad al postularla, a su vez, a la Espiga Arcoiris: «Entenderse desde la homosexualidad puede quedar en manos del espectador», concede Azorín: «Se pone en crisis la relación entre hombres, con independencia de la orientación sexual». Con todo, apunta precisamente a que «de alguna manera, mucha cercanía emocional, intelectual o física se puede interpretar como algo romántico, que genera algo en el borde a los espectadores, aunque la lectura final es de cada persona». Y es que Azorín considera que «todo director debe poner de su parte pero también dejar espacio al público para sentir, pensar y sacar sus conclusiones».

Videojuego aéreo

A pesar de lo intimista de la propuesta, 'Anoche conquisté Tebas' cuenta con un plano inicial aéreo ciertamente impactante, con una imagen cenital de las ruinas que supone la guinda de unos recursos visuales brindados por Giuseppe Truppi, director de fotografía habitual de la realizadora Elena López Riera: «Era poco interesante rodar desde el suelo las ruinas del campamento militar, mientras que al verlo desde el aire ofrecíamos al espectador un mapa completo de todo cuanto quedaba de aquel muro».

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Y es que Azorín se ha basado en los códigos narrativos de los videojuegos de mundo abierto, con 'The Legend of Zelda' a la cabeza de las referencias, para estructurar la película: «En la puesta en escena pasamos del punto de vista de los chicos al de la cámara, que en sala te arroja una experiencia potente donde se rebela la arquitectura del lugar y, con coherencia narrativa, recorremos distintos niveles como quien pasa las diferentes pantallas de un juego».

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