Seminci
Diez ediciones de Espiga Arcoíris: «Es un premio que ayuda al espectador a educar su mirada»El galardón premia trabajos que visibilicen la realidad del colectivo LGTBI dentro de los largos, cortos y documentales que se proyectan en todas las secciones del festival
Van un poquito más allá. No es solo cumplir una cuota. Es mostrar una realidad, reflejar de forma veraz. «El sentido del premio es darlo ... a una película que tenga personajes, temática LGTBI, que refleje de alguna manera, no tiene por qué ser positiva, la diversidad sexual y de género en el mundo del cine. Que esté reflejada de una forma que nos parezca significativa en relación al contexto en el que vivimos. Pivota sobre todo esto», explica Yolanda Martínez. Ella es una de las tres personas que conforman el jurado de la Espiga Arcoíris de Seminci junto a Karu Borge y Alejandro Marín. Un premio que este año también cumple, como el festival, un cumpleaños redondo. En su caso, casi una década, diez ediciones, desde que se entregó el primer galardón.
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Desde entonces mucho ha cambiado. Lo primero, el número de trabajos que se proyectan en Seminci con esta representación. «Si nos retrotraemos a toda la historia del festival, hasta hace diez años a lo mejor se habían proyectado unas quince, veinte películas con personajes o historias LGTBI. Ahora, al apostar por un premio como este, estás obligado a mirar con otros ojos las películas que van a llegar al certamen, para que encajen en este premio. Eso hace que desde entonces haya entre ocho y catorce trabajos cada año con esta característica», explica Yolanda Martínez.
Sobre el tipo de representación en pantalla incide Alejandro Marín. «Muchas veces, la imagen era un personaje que funcionaba en el papel de amigo gracioso o villano. Existía la necesidad de que la visibilización fuera acorde a la realidad que vive el colectivo, no simplemente como algo anecdótico. Y claro, la representación no tiene que ser siempre positiva, en el sentido de que no necesitamos que todos los personajes LGTBI sean bellísimas personas. Necesitamos que sean personas que vivan en el mundo, que sean algo más que el propio colectivo».
«Como jurado debemos ir un poco más allá del cine. Buscar la otra capa, no es solo valorar la película, también cómo visibiliza»
Karu Borge
Jurado Espiga Arcoíris
Es decir, que el conflicto no sea ser una persona del colectivo, sino tratar los problemas reales y veraces que pueda tener cualquier persona. «Por ejemplo un problema laboral, que no esté relacionado esencialmente con que esa persona sea LGTBI pero que sí sea importante el contexto en el que vive el personaje». Y añade Karu Borge. «Como jurado debemos ir un poco más allá del cine. Buscar la otra capa, no es solo valorar la película, también cómo visibiliza todo esto. Puede gustar mucho una película, pera la representación puede ser escasa. Hay que tener en cuenta otros factores».
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Una de las particularidades de los trabajos que compiten por la Espiga Arcoíris es que la deliberación se hace sobre películas, cortos y documentales. Son, además, proyectos que también tienen presencia en otras secciones del festival. «Es un premio transversal. A la hora de valorar tienes muchos factores diferentes, porque no es todo ficción», apunta Karu Borge. ¿Dificulta eso la elección? «Ya entre diferentes géneros es difícil. Nada tiene que ver una película con otra. Esa dificultad la suplimos con tener claro la intención. Nos preguntamos: son trabajos muy diversos, pero ¿cuál refleja mejor los valores que queremos transmitir con este premio?», responde su compañero de jurado, Alejandro Marín.
Conocer las historias
En diez años, la representación ha cambiado, eso también lo tienen claro. «Se nota en ese conflicto del personaje, que antes era simplemente ser LGTBI. Pero hay que avanzar en el sentido de que tenemos nuestras historias, nuestras vidas formando parte del colectivo y eso es lo que hay que visibilizar. El premio tiene que durar muchos años», dice Karu Borge. Y hay más cambios. «Antes, las historias de lesbianas también las contaban hombres y ahora por fin también las cuentan lesbianas. Ahora empiezan a estar detrás de las cámaras personas que saben de lo que hablan», añade.
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Yolanda Martínez es también presidenta de Fundación Triángulo Castilla y León, que organiza en Valladolid el festival CINHOMO, donde la totalidad de las proyecciones cuentan con estas historias. «Es importante que un festival generalista como Seminci tenga esta mirada. Es importante para acostumbrar al espectador a afinar esas miradas, a educarlas. Para personas que a lo mejor no se acercarían a este tipo de películas, porque cree que no le van a llegar, y aquí tiene la posibilidad de hacerlo en un festival que le ofrece estas historias», apunta.
El jurado también mira a otros certámenes nacionales para afirmar que la presencia de premios similares comienza a ser algo habitual en el circuito cinematográfico. «Es algo a lo que se está dando importancia. Se empieza a tener en cuenta un parámetro para seleccionar las películas que acaban en varias secciones y que permiten a todo el público conocer estas historias», remata Alejandro Marín.
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