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Julita Salmerón recoge el Goya con su hijo, el cineasta Gustavo Salmerón. Afp
Julita Salmerón, la madre de todos

Julita Salmerón, la madre de todos

En una gala lenta y plana, la espontaneidad de la madre de Gustavo Salmerón supuso un agradable soplo de aire fresco

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Domingo, 4 de febrero 2018, 03:12

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Era casi la una de la madrugada cuando apareció ella. Julita Salmerón. 82 años. Madre del cineasta Gustavo Salmerón y protagonista de su último trabajo, la película documental 'Muchos hijos, un mono y un castillo' que se ha llevado el Goya en esa categoría. Después de casi tres horas de una gala lenta y plana, salpicada de chistes sin gracia ni recorrido, la llegada al escenario de Julita iluminó el ambiente y ayudó a levantar la recta final del evento.

Porque Julita es su madre, la mía y la de todos. Una mujer sonriente y espontánea que a cada frase consigue que uno se sienta como en casa. "Estoy tan feliz, tan feliz, casi como el día que me casé con mi maravilloso marido. Lo siento Antonio, pero después de tí el más guapo es Javier Bardem", ha comenzado su discurso. Y la platea se ha erguido en su asiento para esbozar la primera sonrisa sincera de la noche.

Julita ha dedicado el premio "a todas las madres y, por no menospreciar, a todas las mujeres, porque las que no lo son, algún día lo serán, y si no, pues estupendo igual", ha resuelto. Y acto seguido le ha pasado el premio a su hijo. "No puedo sujetar este monstruito, te lo regalo, que ya no me cabe en mi casa". Con el mismo desparpajo que su hijo registró durante doce años a través de su cámara y que ha comprimido en la película documental que ha sacado a la luz a este entrañable personaje. "Que me van a conocer en toda España, que no voy a poder ir a la compra con el carrito", ha bromeado la matriarca.

No es para menos, el documental muestra la historia de esta mujer fuerte, valiente y surrealista. Sus excentricidades y sus tres deseos que se convirtieron en realidad: tener muchos hjos (tuvo seis), un mono y un castillo, que consiguió con la herencia de sus padres y del que desahuciaron a la familia por las deudas. Fue durante ese traslado cuando Salmerón hijo empezó a seguir las andanzas de su madre, falangista porque olvidó dar de baja el carné, atea, enamorada de Primo de Rivera y custodia de una vértebra de su abuela que guardó en el castill0 familiar. "Gracias a mi abuelita, porque gracias a su vértebra estamos aquí".

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