La OSCyL y la otra imagen de Rusia

Rusia ocupa, desde hace casi un año, las portadas de los medios de comunicación por su protagonismo asociado a la destrucción y al dolor. Sin embargo, Thierry Fisher, titular de la OSCyL, confeccionó un programa de autores rusos, diferentes entre sí, pero todos con la sensibilidad suficiente para ofrecernos una imagen muy diferente de aquel país.

El 'Preludio para la Princesa Iontaine op. 4', de Cherepnin, compositor desconocido para nosotros, puso unas gotas de sabor romántico tardío, aderezado con una generosa orquestación, que nos transportó a las piezas mas conocidas de Korsakov que evocan lugares y motivos de fantasía, todo bien trenzado por la orquesta, que recibió después a la violinista letona Baiba Skride, para interpretar el difícil, oscuro y enigmático 'Concierto nº 2' de Shostakovich.

El resultado es una prueba complicada para el violín, que necesita de una energía poderosa y rutilante, como la de Skride, que, además de superar numerosos pasajes de dobles cuerdas y saltos de intervalos comprometidos, puso a nuestro alcance una exquisita sensibilidad en cada una de las cadencias y en la propina final, una melodía intercalada dentro de una trama arpegiada de extrema dificultad, que la violinista expuso con una claridad y afinación excelentes y unos 'pianos' inmaculados.

La tarde se cerró con la 'Sinfonia nº 4' de Chaikovski que, gracias a un director como Fischer, pudimos disfrutar de principio a fin. Fue una versión excelsa, dinámica, sensible y sobre todo muy clara. Fischer consiguió destacar todo lo que la obra contiene a través de los excelentes solistas de cada sección, jugando con los contrastes y modelando los 'crescendos'. La conjunción fue sobresaliente y desembocó en un final apoteósico. Rusia se hizo universal con su música sin necesidad de utilizar la fuerza de las armas.

Temas

• Orquesta Sinfonica de Castilla y Leon