Monumento a la música: uno de los mejores conciertos de la temporada en Valladolid
«El director vallisoletano Roberto González-Monjas avanza a pasos agigantados en cada nueva visita a nuestra ciudad»
EMILIANO ALLENDE
Valladolid
Viernes, 29 de abril 2022, 15:09
Decía Roberto González-Monjas, director vallisoletano, querido y admirado, antes de comenzar la última obra del programa, que el 'Concierto para Orquesta' de Lutoslawski, eran dos cartas de amor: una a la música de siglos anteriores de quien tomaba motivos y formas y la otra, de amor a Polonia, ya que los motivos que sirven de punto de partida son populares en aquel país. Con el permiso de Roberto, añadiría una carta de amor más, ésta, dedicada a la música con mayúsculas, que sale del amor a las dos primeras.
Digo esto porque la versión que ayer nos dejó Roberto, fue sencillamente magistral. La música de Lutoslawski, de una notable lucidez estructural, es también un ejemplo de espontaneidad viva y dinámica. Partiendo de una línea diatónica. Iniciada por Bartók, el polaco se sirve de motivos populares que son utilizados para construir, por contraposición de bloques sonoros, una suma de valores que, dirigidos con la clarividencia que demostró Roberto González-Monjas, desembocaron en un monumento a la música sinfónica de todos los tiempos.
Cada pasaje, medido con exactitud y dominio absoluto de las dinámicas, hizo fluir un discurso brillante. A destacar los ricos empastes tímbricos en las maderas, los metales solemnes, el virtuosismo endiablado de la cuerda y hasta el 'cantábile' del coral. En suma, fue una versión de un director que avanza a pasos agigantados en cada nueva visita a nuestra ciudad.
Concierto de abono 10. Temporada 21/22
-
Director: Roberto González-Monjas.
-
Solitas de violín: Hilary Hahn.
-
El concierto: Obras de Ravel, Sibelius y Lutoslawski, en el auditorio Miguel Delibes, jueves 28 de abril de 2022.
Antes, la violinista Hilary Hahn, nos dejó una excelente versión del concierto para violín de Sibelius. La solista, en estado de gracia, comenzó con delicadeza exquisita, lució un sonido purísimo en los 'pianos', para mostrar después una articulación brillante en las virtudes que el autor le reserva entre el tejido orquestal. El 'allegro' final fue el resultado de una versión medida y pensada hasta el ultimo detalle y que puso al público en pie. El concierto que había empezado con la melancólica «Pavana para una infanta difunta«de Ravel, terminó siendo uno de los mejores de la temporada.