Las diabluras sinfónicas de Paquito
El músico cubano y su trío conjugan jazz y clásica en el concierto de abono de la OSCyL, con un programa americano a las órdenes de Prieto
En la cartografía musical de Paquito D'Rivera, Chopin es un puertorriqueño de Polonia, los ritmos españoles son la prolongación de los africanos y ... Juanito Bach, el cubano –«negro decolorado de estar tanto tiempo en Alemania»– es el «primer bebopper de la historia». Lleva recorriendo el mundo medio siglo con su saxofón y su clarinete. Hace poco estuvo en el Círculo Polar pero no vio auroras boreales, y esta semana ha conocido la cencellada en Valladolid. «Por eso me gusta viajar», dice riendo el laureado cubano (14 Grammys) que comparte escenario hoy y mañana con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL), a las órdenes del mexicano Carlos Miguel Prieto.
El maestro debutó la temporada pasada al frente de la OSCyL y esbozó el programa americano que sonará esta semana. Comparte con el virtuoso una escucha de la música abierta, ni cross-over, ni fusión, todo está imbricado: «todos los arreglistas beben de Ravel», «Stravinsky y Shostakovich incluyen citas de jazz», «en Mahler se escucha klezmer y en Copland las canciones irlandesas y la música religiosa protestante de la América profunda», se alternan las voces de Prieto y D'Rivera. Esa mezcla de estilos tan palpable en el siglo XX se trasluce en las partituras que llenarán los atriles del Miguel Delibes.
Prieto ha dirigido la obra del argentino Daniel Freiberg, 'Crónicas latinoamericanas', con Paquito de solista, en México y Estados Unidos. Encargado por la Orquesta de la Radio WDR de Colonia, este concierto para clarinete, conjunto de jazz y orquesta mostrará una de las facetas de Paquito, la de clarinetista. «Mi padre era saxofonista clásico, él fue quien importó el método del conservatorio de París a Cuba. Yo empecé con el saxofón, luego vino el clarinete, son miembros de la misma familia, de una disfuncional porque tienen poco que ver. El saxo es razonable; el clarinete, problématico. Al primero lo dejas un tiempo y no pasa nada, casi no practico aunque estudié mucho de joven. El clarinete lo dejas y es como una novia que no llamaste en una semana. El saxo es más expresivo; el clarinete es más silencioso, tiene su encanto, hay que dedicarle más tiempo», explica D'Rivera, quien guarda cariño a su padre en su calidad de maestro «porque no fue de los malos que te dice 'esto no te lo enseño porque no lo necesitas'. En cuanto vio que me atraía el jazz y la improvisación, él –que no sabía escritura cifrada– me llevó a aprender con Pucho Caliente, cuyo cien cumpleaños hemos celebrado hace poco».
Cacas de mosca en la partitura
La improvisación es algo que lamenta no haber estudiado Carlos Miguel Prieto (México D. C., 1965). Conoce a Paquito desde hace casi 20 años y sabe lidiar con sus «diabluras», esas que permiten traer el famoso 'Adagio' de clarinete de Mozart o unos compases de Bach al jazz. D'Rivera es también compositor, aunque su proceso sea el contrario al del kapellmeister de Leipzig. «Yo compongo tocando», dice el cubano. «Una vez cuando era joven me hicieron una broma en La Tropicana. Me pidieron que fuera a un ensayo porque mi hermano no podía estar. Llego allí, el director comienza a dirigir la orquesta y llega un punto que dice, 'ahora el solo de saxofón'. Y veo las cacas de mil moscas en la partitura, empecé a derretirme, aquello era imposible de tocar y lo dejé. Entonces me dicen que eso lo había compuesto yo. En un concierto lo había tocado y alguien se había tomado la molestia de transcribirlo. Escribo como toco y me resulta muy difícil después repetirlo, así que no me compongo más», cuenta risueño quien sigue gozando de su profesión. «Solo que ahora, como dice un amigo, me pagan por viajar en vez de por tocar. No vayan a pensar ustedes que se come en todas partes como en España. Uno va a Argentina y tienen una comida tremebúndica, creen que cocinan y te ofrecen el 'asadito'».
La sinfonía del XX americano
D'Rivera sacará después el saxofón para acercar a un Piazzolla pasado por el tamiz de su compatriota Freiberg y Giraudo. Y el concierto terminará con la 'Sinfonía nº3' de Aaron Copland, giro musical que otorgará el protagonismo a Prieto y a la OSCyL.
«Es la obra sinfónica americana más importante del siglo XX. Expresa la idea del renacer tras la II Guerra Mundial. No canta la victoria, sino que habla de la desolación, de la pobreza, del desamparo y es una celebración de la esperanza. Parte de la 'Fanfarría para el hombre corriente', que se utilizó en unos Juegos Olímpicos. Es una sinfonía que tiene mucho de la música popular americana; hay melodías protestantes, blues, country, acordes de jazz, folk irlandés», aclara Carlos Miguel Prieto, director titular de la Sinfónica Nacional de México, de la Orquesta de Luisiana y la de la Minería. Con tres abuelos españoles, el mexicano siente que la relación musical de España y Latinoamérica es como la de su familia. «En México a Falla se le considera de allí. También se conoce bien la zarzuela».
D'Rivera asiente, también era así en Cuba, una patria que intuye «un puro destrozo físico. Creo que ya tengo más que ver con un islandés o un búlgaro que con un cubano que viva en la isla. Como dice mi amigo el escritor Carlos Alberto Montaner, 'esta gente nos ha quitado hasta la nostalgia, han destrozado la manera de ser cubano'», afirma el también escritor, cuyo último libro es 'Cartas a Yeyito', la respuesta a un joven que le escribió hace 60 años.
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