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Henar Sastre
Fernando Ercilla, el hombre del piano

Fernando Ercilla, el hombre del piano

El intérprete vallisoletano retoma la tradición de música en directo en dos cafés de la ciudad

Victoria M. Niño

Lunes, 29 de febrero 2016, 12:45

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Va donde hay un piano y le devuelve su sentido original. El mueble brillante comienza a sonar y el público del café repara en la música que antaño era, junto a la consumición, el diario y el paisanaje, una razón más para estar allí. Fernando Ercilla es el hombre del piano del Café Zorrilla y el Herminios desde hace cinco meses.

«Toco jazz, bossa nova, tangos, boleros, canciones de siempre. Parece que gusta, el público aplaude y me dice que toco bonito», dice Fernando que antes se sentó en otros piano-bar de Valladolid. «Hasta hace 20 años era lo normal, luego se ha perdido la música en directo en los bares hasta el punto de que ahora parece novedoso». Aunque ha tocado también la batería, el fliscornio «precioso y difícil» y el vibráfono, se queda con el piano, «el instrumento rey». Ercilla enumera las ventajas: «solo hay que pagar a un intérprete, no provoca problemas de sonido con los vecinos y musicalmente, es fantástico. Además admite cualquier compañero. Por ejemplo, en el Herminios los domingos (a partir de las 17:00 h.) a veces se une algún cantante, percusionistas y otros músicos».

Bossa nova en las venas

Aunque nació en Valladolid, pasó los primeros diez años de su vida en Brasil y la música de la infancia ha dejado huella en sus preferencias. «Me gusta el jazz, pero es más vituosístico y elitista que la bossa nova. Me encanta la música brasileña, es muy amorosa. Va más allá del sonido; como dicen allí, a quien no le gusta la samba es que es una ruina de cabeza o cojo». De ese mismo estilo participan sus canciones. «Me gusta componer, pero raras veces las pongo letra». Con público creciente, desea que la música se expanda por los locales vallisoletanos. «Entiendo que si molesta a los vecinos, se tomen medidas. Hay que llegar a una coexistencia natural. Espero que esta nueva corporación sea comprensiva». Cada noche, a partir de las 22:00 h. lo comprueba en el Zorrilla. «Allí hay un público más mayor y tranquilo que en el Herminios. A veces me piden boleros o canciones de siempre. Me gusta tocarlas también». Teme que cuando llegue el verano y la gente se quede en las terrazas, haya espantada general. «A fin de cuentas esto es un negocio y entiendo que quienes me contratan suspendan los conciertos, si el público está fuera. Es difícil sacar un piano, aunque podría ser un teclado, pero tocar en la calle tampoco es fácil».

Este hombre del piano seguirá hasta que la primavera hipnotice al público, mientras está contento. «Siempre he vivido de la música y sigo haciéndolo».

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