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Victoria M. Niño
Sábado, 30 de mayo 2015, 11:13
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El corazón se le paró cuando todo su ser preparaba el próximo concierto, que sería en el Museo de Escultura. Isabel Guerras, pianista y profesora jubilada del Conservatorio de Valladolid murió ayer. El programa que le tenía ocupada estaba enmarcado en un ciclo en torno a la melancolía. Con su amigo Diego Fernández Magdaleno había elegido el Claro de luna, de Beethoven, una selección de Nocturnos de Chopin, Momentos musicales, de Schubert, y Suspiro de Liszt. Pero poco tenía que ver su carácter con la melancolía. De ella destacan sus allegados la pasión por aprender, la ilusión, la vitalidad, que la llevaban por cursos y seminarios una vez retirada de la docencia.
Isabel Guerra (Valladolid, 1935) pasó su juventud al albur de los destinos de su padre militar, Melilla, Málaga... y volvió a su ciudad a cuyo conservatorio comenzó a enseñar en 1976. Hija de una madre pianista, ella siguió la senda materna tanto en el instrumento como en su labor de acompañamiento con la Coral Vallisoletana, para la que tocó en conciertos y giras. También fue responsable de la sección de música del Ateneo de Valladolid. Quienes la han disfrutado como profesora subrayan su capacidad de transmisión, de sentir la alegría de la música y contagiarla a los demás.
El pasado mes de abril el Conservatorio le rindió un homenaje para celebrar sus ocho décadas de vida con un concierto a cargo de la profesora Eva Gigosos y la Orquesta de Cámara de San Benito, dirigida por Félix Á. del Barrio. Magdaleno recuerda a Isabel la semana pasada ensayando para su próximo reto musical; «Qué nervios, qué bien, cualquiera que toque ante el público entiende la dimensión de la frase».
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