La Fundación Joaquín Díaz analiza la historia de las grabaciones sonoras y su influencia en la sociedad
Un simposio en Urueña valorará desde la fonocaptación hasta la importancia de las discográficas y los derechos de autor
La aparición de técnicas de grabación portátiles cambió la etnografía, al ofrecer nuevas posibilidades de estudio de la cultura popular. Esta es la principal conclusión ... que defenderá Gonzalo Pérez Trascasa en el simposio que la Fundación Joaquín Día celebrará los días 3 y 4 de septiembre en Urueña.
La reunión académica, en la que se han inscrito 30 alumnos, lleva por título 'Arqueología del sonido: la fonocaptación' y abordará este tema desde varios ángulos. Por un lado, la historia de los procedimientos de grabación acústicos, de los que hablará Javier Barreiro; el estudio de los aparatos de reproducción antiguos -de los que podrá verse una selección de la colección de Luis Delgado expuestos en la Bodega Hermandad de Urueña explicada por el propio músico y coleccionista- o el papel de las compañías discográficas y los derechos de autor, a cargo del experto musical y editor de la discográfica 'Ramalama' José Ramón Pardo.
Especialmente interesante es, sin embargo, la conferencia dedicada a los recopiladores de folclore. «La primera grabación se realizó a los indios americanos passamaquoddy y supuso un gran cambio porque implicaba que, con esos registros, muchas personas podían estudiar su cultura desde la distancia», explica Joaquín Díaz, lo que multiplicaba la capacidad de conocer.
La conferencia de Trascasa no se remonta tan lejos, sino que se centra en el papel jugado por los tres principales recopiladores de folclore que actuaron en España. El primero de ellos fue un alemán, Kurt Schindler, de cuya llegada a España en 1932 se cumplirán nueve décadas el próximo año. Aterrizó en nuestro país con un aparato de discos de aluminio, notablemente aparatoso, con el que recorrió buena parte del país, incluidas las dos Castillas, así como Portugal, países donde realizó un millar de grabaciones.
En 1952 llegó a España Alan Lomax, armado con un aparato mucho más manejable, un magnetófono de cinta con el que obtuvo más de 1.500 registros. Y pocos años después, entre 1956 y 1958, el folclorista español Manuel García Matos fue aún más lejos con varios millares de registros realizados por encargo de la compañía Hispavox. Una selección fue publicada, a lo largo de varios periodos, en una serie formada por una veintena de discos.
La existencia de estos registros sonoros no sólo fue crucial en su momento para facilitar el estudio de las culturas populares, sino que, de ahora en adelante, se puede convertir en el único vestigio que nos quede de ellas. «La desaparición casi absoluta de la música de tradición oral es ya una realidad. Afortunadamente todavía podremos conocerla y estudiarla gracias a estas grabaciones, que en cierto modo han venido a sustituirla», explica Gonzalo Pérez Trascasa.
El simposio tiene su sede en la Bodega Heredad de Urueña y se celebra las mañanas de los días 3 y 4, con dos conferencias cada día, a las 11 y a las 12.30 horas. Pero, por las tardes, a las 20 horas están previstos dos conciertos a cargo del grupo Neonymus, el viernes, y el zanfonista Germán Díaz, el sábado.
No han sido elegidos al azar: «Neonymus es un grupo que basa su trabajo en la busca de los sonidos primitivos de las cuevas y en registros sonoros», explica Joaquín Díaz. «Y Germán domina los instrumentos de manivela que juegan con la reproducción de sonidos previamente grabados. De modo que ambos tienen relación, de un modo u otro, con los asuntos del simposio».
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