Secciones
Servicios
Destacamos
Valladolid
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Martes, 9 de abril 2019, 10:41
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Contaba con catorce años la persona que se esconde detrás del pseudónimo Radio Rebelde cuando comenzó a dar forma a lo que en noviembre se vio publicado como su primera obra, 'Sálvame… de mí mismo', un libro que planta cara a aquellos escritores que, en aras de su buen nombre, firman sin pudor aquellas 'obras de madurez' de las que se enorgullecen mientras esconden, avergonzados, sus primeros bocetos en un cajón bajo triple llave. Radio Rebelde hace lo contrario: no tiene miedo a exponerse a sí misma, sin apenas la coartada de sus personajes, ni de compartir sus inquietudes abordando de frente tabúes con la experiencia reciente de quien empieza a ver el mundo en su crueldad. La única máscara es la de su nombre, camuflado bajo el seudónimo que comparte una heroína de Disney Channel.
«Fue en el colegio donde un profesor me dijo una vez que en el mundo había tres clases de personas: los buenos, a los que había que potenciar; los malos, a los que había que ayudar para que no perjudicasen el prestigio de los buenos, y los medios, que deben valerse por sí mismos y seguir adelante sabiendo que nunca serán del primer grupo y cuidándose de no caer nunca en el segundo».
Ese marchamo de proclama elitista en pro de la excelencia, de «pisar o ser pisado», lo identifica la autora en una de las exigencias que configuran más tarde a ese autocensor, ese inquisidor propio que desde nuestra voz interior nos dice que nunca seremos lo suficientemente buenos, el germen de toda adolescencia que despierta a un mundo cruel e injusto y al que un sistema voraz espolea sin pudor, animándole a formar parte de su cadena y seguir perviviendo por generaciones.
Rebelarse contra ello ha sido, más que el resultado final, el camino que recorre 'Sálvame… de mí mismo', una novela que no solo incorpora ese pasaje en torno a la mitad del libro, sino que además recoge una serie de inquietudes y obsesiones generacionales en torno a este abismo de la autodestrucción que conforman parte de la generación milenial… muchas de ellas de forma inadvertida. «Necesitaba escribir esto para aislarlo de mis pensamientos, tiendo bastante al pesimismo», explica la autora.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.