Miguel Fortea, escritor

«La literatura aspira a entretener, un objetivo nada modesto»

«En esta ocasión ya no hay guerra. Llega en 1943 a Nueva York y en 1946 va a Los Angeles, siguiendo la pista de un actor relacionado con el comité de apoyo a la República española», sitúa Fortea, que escogió el camino de la novela negra porque «decidí escribir lo que quería leer, no mirarme al ombligo escribiendo de cosas más cercanas». Y una vez en ese surco descubre que «el género te hace cambiar tu forma de escribir, ser más disciplinado. Conoces las normas, tienes ese marco. La afición me viene desde la adolescencia, cuando devoraba novelas de Chandler, Hammett, luego de Ellroy. De los actuales, me encanta Mankell, pero en general los nórdicos se basan en datos científicos, incluyen asuntos relacionados con autopsias, hacen cruentas descripciones, y todo eso me interesa menos. Me atraen los diálogos, las réplicas, más que lo científico y lo policiaco».

Si tiene que definir a su detective considera a José Dalmau «un patriota en la distancia, valiente e imperfecto. Hay investigadores clásicos que me parecen demasiado buenos, generosos, no cobran a sus clientes. Dalmau tiene buen fondo y es atractivo, en parte, por sus imperfecciones». Dentro del paisaje estadounidense «tiene que hacer el esfuerzo de que le distingan como español de España, no latino». Fortea confía al diálogo la definición de sus criaturas y el ritmo de la novela. «Intento que sea ágil, pero también intercalo reflexiones de todo tipo. La literatura es un divertimento cultural, me ciño al genero pero lo enfoco hacia lo que es más efectivo para la historia que cuento».

Por ejemplo, incluye el diario de una profesora implicada en la trama que debe desentrañar Dalmau. Allí aparece también Platón. «Es un capítulo que contrasta mucho con los demás porque refleja otro ambiente, el universitario».

Reconoce en su escritura la huella del cine negro clásico entre los 40 y los 60. «Las anteriores aventuras de Dalmau tienen una posible adaptación al cine, son cinematográficas. Esta tercera va más allá pues transcurre en un plató. No me preocupa que parezca un guion, muchas de aquellas películas procedían de novelas, hay una simbiosis permanente».

El economista burgalés considera que «la literatura aspira básicamente a divertir y entretener, un objetivo nada modesto que implica conseguir que la gente se meta en una cápsula del tiempo y viaje a otras épocas. Que le lleve a ser otras personas, a sentir otras sensaciones. Cuando se consigue tiene que ver con la magia. Por supuesto también puede formar, puede ser y dar testimonio de una época y una sociedad».

Y eso no parece amenazado por la inteligencia artificial. «Estaremos en entredicho los autores, pero no la literatura. El libro de papel se ha demostrado como la mejor y más duradera tecnología desde hace 500 años, presenta una saludable resistencia ante una gran oferta de ocio. Todos las demás tecnologías que venían para competir con el libro han ido decayendo. Yen cuanto al cambio de soporte, los ebook han tenido un éxito limitado y en vez de ir a más, retroceden.La salud de la literatura es buena y se retroalimenta con el cine y las series». Miguel Fortea ya perfila la siguiente aventura de Dalmau. En la cuarta novela viajará a México y volverá fugazmente a España.