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La escritora Julia Navarro, durante un viaje a Egipto. Juan Fernández
Julia Navarro habla de su séptima novela: «No me gustan los héroes»

Julia Navarro habla de su séptima novela: «No me gustan los héroes»

Julia Navarro - Escritora ·

«Debemos sentirnos orgullosos de la Transición», afirma la autora de 'Tú no matarás', un recorrido de la posguerra a la democracia que llega hoy a los lectores

Miguel Lorenci

Alejandría (Egipto)

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Jueves, 1 de enero 1970

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De la posguerra a la Transición, Julia Navarro (Madrid, 1953) cuenta cómo hemos cambiado en 'Tú no matarás' (Plaza & Janés). Hoy llega al lector este novelón de mil páginas, un largo viaje de la grisura del Madrid de la posguerra al luminoso colorido de Alejandría y al esplendor de París con escalas en Lisboa, Praga, Boston o Santiago de Chile. La séptima de su cuenta es una declaración de amor a la literatura, al libro que Navarro quiso presentar en la ciudad de Alejandro Magno y de Kavafis, la que alberga la biblioteca más legendaria en la historia. Como el tapiz de Penélope, hubo de tejer y destejer esta gran aventura de perdedores resistentes tras extraviar el original con las correcciones.

-Se mata bastante en la novela, a pesar del título.

-Un padre advierte a su hijo en plena guerra civil que nunca será el mismo hombre después matar a otro. Pero es cierto que la muerte está muy presente para los protagonistas que viven situaciones muy dramáticas desde la posguerra, en plena Segunda Guerra Mundial y hasta la Transición.

-Un trío de antihéroes que nunca se rinden a los golpes de la historia.

-Luchan por lo que creen en una doble huida: de una situación muy adversa y de sí mismos. Son perdedores que toman camino del exilio, que nadie elige, en una España no les deja otra opción. Son antihéroes porque me obsesiona que mis personajes resulten reales y no me creo una novela plagada de héroes. No digo que no existan, pero nadie sale de casa decidido a comportarse como un héroes. Las circunstancias te obligan a tomar actitudes que luego los demás califican de heroicas. De partida, no me gustan los héroes. Me gusta la gente con la todos podemos identificarnos. Seres cuya fortaleza surge de sus debilidades.

-¿Todos huimos de nosotros mismos?

-En algún momento a todos se nos pasa por la cabeza romper con uno mismo, con lo que nos rodea y empezar de cero.

-La venganza, la culpa y el peso de la conciencia ¿son los pilares de la novela?

-Lo son de casi todos mis libros, aunque esta vez es muy evidente el peso de la conciencia. A veces vivir con uno mismo es complicado. Un infierno. Es más fácil estar con los demás, aunque también los otros pueden ser el infierno.

-¿Qué hacer para que la culpan no nos aplaste?

-Leer. Hacerlo te permite dar esquinazo a la culpa. Te ayuda a sobrevivir, a sobrellevarla.

-¿Aún supuran las heridas de la guerra civil?

- Todavía existe la memoria la guerra civil. Pero no quería escribir sobre ella y cuando acabé la primera de las tres parte cerré la novela. Estuvo en un cajón de 2013 a 2016. Quería narrar el drama de unos hijos de su tiempo, no centrarme en la guerra civil. Pero era muy difícil distanciarme. Y eso que no creo que la sociedad española esté condicionada hoy por lo que sucedió entonces. Otra cosa es tener memoria, a la que no hay que renunciar nunca. Tenemos que saber de dónde venimos y porqué paso lo que pasó. Pero 80 años después no creo que los ecos de la guerra tengan un peso insoportable en la sociedad.

-Termina en la Transición, un período que ahora se demoniza.

-Soy hija de la Transición. Tuve la suerte de ser una jovencísima periodista que la contó, pero no comparto la intención de algunos políticos de cuestionar lo que se hizo de forma tan negativa. No hay obra política ni humana perfecta. Todo es mejorable y es fácil decirlo ahora. Pero se quiere distorsionar la Transición, que no fue la obra de cuatro políticos encerrados en un despacho. Fue una obra colectiva de la sociedad española que caminaba mayoritariamente en la dirección que quería. Sin ella habría sido imposible. Me apena que las nuevas generaciones crean que fue un contubernio de cuatro políticos al margen de la sociedad. Ni fue así ni habría sido posible. Debemos sentirnos absolutamente orgullosos. Fue una época dura, difícil. No un pacto rápido que satisficiera a todos.

-¿Los políticos de ahora tienen menos altura que los de entonces?

-Ni soy nostálgica ni pienso que cualquier tiempo pasado fuera mejor, pero es evidente que entonces confluyeron unos actores políticos capaces de dar lo mejor de sí. Muy conscientes de que si no lo hacían, todo se iba al garete, supieron estar a la altura de aquella circunstancia histórica.

-¿Habrían pilotado la Transición los políticos de hoy?

- Lo dudo. No estoy segura de que fuera posible ni con estos políticos, ni con los de la legislatura pasada, ni con los del anterior.

-¿Eran más carismáticos?

-Eran personalidades muy potentes. Carrillo, Simón Sánchez Montero, Marcelino Camacho, Solé Tura, Solé Barberá, Arzallus, Felipe González, Suárez, Pérez-Llorca, Miguel Roca. Sabían que no podían permitir que las cosas fueran mal; que o navegaban en una dirección o volvíamos a desperdiciar una oportunidad histórica que la sacaban adelante o traicionaban a la sociedad. Hicieron el esfuerzo de sobreponerse a su propia ideología e intereses partidistas para cerrar un período absolutamente negro de la historia de España y a apostar por el futuro. Dejemos la historia en manos de los historiadores, no de los políticos. Cada cual tiene su memoria, pero los historiadores deben contar qué paso y por qué desde la distancia que da un análisis objetivo.

-La novela es un homenaje a la literatura.

-Sí. A todos cuantos cuentan historias. A quienes las escuchan, las leen y las hacen llegar al lector. A los editores, a los libreros y a los actores del mundo de la edición. Me siento muy agradecida a los libreros y a los lectores que han sido muy generosos conmigo.

-¿De qué le ha salvado la literatura?

-De la realidad. Es la mejor puerta de escape. En una circunstancia difícil las páginas de un libro te abren otros mundos. Te permiten huir, estar con otra gente en otra realidad. La literatura tiene una importante dimensión terapéutica. Los libros aportan elementos para la reflexión. Nos ayudad a pensar, a plantearnos las preguntas que todos nos hacemos desde el principio de los tiempos.

-Es un viaje del gris al technicolor y a la luz de Alejandría y París.

-En la primera parte todo lo veía en blanco y negro. Los personajes estaban en una película de los años 40, en un Madrid gris, tenebroso. Alejandría fue la explosión de luz color, y París es la ciudad donde todo confluye.

-El Madrid de la novela es su barrio. ¿Hay memoria familiar?

-Sí. Las historias que escuchaba en casa; conversaciones de mi madre, de mis abuelos, de mis tíos que se te quedan grabadas de pequeña y afloran en los personajes. Homenajeo a los lugares donde crecí, jugué y fui al colegio. Se dice que la infancia es la patria del ser humano. Y ha sido encontrarme a mí misma.

-¿Cuántos miles de páginas lee para escribir mil páginas?

-No sé el número exacto. No me conformo con buscar un dato en un libro. Lo leo entero para entender el contexto. Si cuento qué pasó en una batalla, no me basta el dato frío sobre a qué hora fue y cuántos murieron. Necesito saber qué pasó antes después. Leo montañas libros por cada libro que escribo.

-¿La próxima sera novela será igual de extensa?

-Jamás me limito o me censuro. No me agobio pensando que debo escribir una historia más corta. Hasta hoy ni a mí, ni a la editorial ni a los lectores nos ha importado que sean libros tan voluminosos.

-¿Son fidelísimos sus lectores?

-Has de conquistarles con cada libro. No puedes dar nada por seguro. Si no les gusta te abandonan. No tengo sentimiento de propiedad con los lectores. Sé que con cada libro me los juego.

-¿Está preparada para el fracaso?

-Lo pienso cada día. En el periodismo he visto a tanta gente que hoy está en la cumbre y mañana abajo que sabes qué te puede ocurrir. Tantos años de profesión me ayudan a relativizar todo. y en especial, el éxito. Hoy estás en la cima y mañana nadie te saluda por la calle.

-¿Por qué libro daría un riñón?

-'La Odisea', 'El Quijote', casi todos los de Dostoievski y Tólstoi. No escribo novela histórica. Intento retratar la sociedad que les toca vivir a los personajes, como los grandes autores rusos.

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