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Seix Barral
La escritora María Sánchez cree que «hay más machismo en el mundo cultural que en el rural»

La escritora María Sánchez cree que «hay más machismo en el mundo cultural que en el rural»

Veterinaria, narradora y poeta, le duele que «el estereotipo de 'Los santos inocentes' siga vigente» / «Lo peor de la globalización llega al campo y la ganadería y sitúa al 83% del las especie autóctonas en peligro de extinción»

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Lunes, 25 de febrero 2019

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«Encuentro más machismo en el mundo cultural que en el rural». Lo denuncia María Sánchez, (Córdoba, 1989), veterinaria, poeta, narradora, feminista por convicción y autora de 'Tierra de mujeres' (Seix Barral). Es un canto a la vida rural en parte de lo que hoy llamamos España vacía y sobre la que Sánchez vuelca una mirada íntima y familiar. Hija y nieta de veterinarios, es la primera mujer que ejerce la profesión en su familia y defiende con ahínco su apago a la naturaleza. Lamenta que el estereotipo aún lastre la imagen del mundo rural «y que se siga creyendo que la estampa real del campo es la de 'Los santos inocentes». También le duele que «al campo llegue lo peor de la globalización» y que «España sea muy injusta con su ámbito rural».

«Hay machismo en todas partes y en todos los estratos sociales», reconoce Sánchez, aunque ella dice haber encontrado «mucho más» el mundo de la cultura que en el de los pueblos que recorre como veterinaria especializada en ganado caprino. «Dónde más comentarios y situaciones machistas he visto y padecido ha sido en el mundo cultural. Muy a menudo hablan de mi físico, de con quién me he acostado para publicar un libro, de cómo me visto o de cómo me pinto los labios para ser veterinaria», señala dolida. «Son comentarios que surgen siempre de los círculos culturales y en las grandes ciudades», dice Sánchez, que se dio a conocer con el poemario 'Cuaderno de campo' y que coordina los proyectos 'La entraña del texto' un foro de reflexión sobre la creación, y 'Almáciga', un vivero de palabras.

¿Y tu marido?

Lamenta que las mujeres ganaderas y agricultoras con las que trabaja a diario «sean ninguneadas por la Administración». «Son muchas veces las titulares de las explotaciones quienes cuando realizan un trámite administrativo o en las cooperativas les preguntan dónde están sus maridos». «Siento, como ellas, que se nos obliga a hacer un esfuerzo extra y demostrar que eres una buena trabajadora», asegura recordando que «en mi facultad de veterinaria el 90% son hoy mujeres».

También denuncia que «lo peor de la globalización está llegando al campo para cargárselo». Que se esté perdiendo «esa conexión íntima que toda la vida han tenido los ganaderos trashumantes y extensivos con su animales y su entorno». «La invasión de macrogranjas y de la ganadería intensiva, brutal y robotizada, supone un desastre ecológico que elimina la mano humana que cuida y mantiene el equilibrio. A consecuencia de esa ruptura de la conexión con el medio el 83% de las razas autóctonas de España están en peligro de extinción», denuncia. Reprocha además «a los urbanitas que aman el campo «que no sepan cuidarlo».

De pequeña quería ser hombre «para hacer los trabajos que mis padres y mis tíos y acercarme a los animales». «En mi infancia no tuve un espejo femenino en el que reconocerme. Admiraba a los varones de mi familia; no quería ser como ellos pero sí trabajar como ellos y sabía que quería ser de todo menos mi madre», dice hoy con ternura y sin reproches. También soñaba «con ser un indio navajo, porque descubrí el enorme apago a la naturaleza de las tribus autóctonas».

Le duele y cómo, que el campo no tenga voces propias para explicarse y para contase. «Son otras, extrañas y ajenas al mundo rural, las que cuentan desde fuera cómo somos», lamenta. «Seguimos, además, perpetuando la estampa de 'Los santos inocentes' y es hora de cambiar ese estereotipo y que dejen de imperar esos relatos de los pueblos fantasmas y del abandono del mundo rural».

«En los medios hay una visión paternalista y clasista del campo», dice Sánchez de un mundo que conoce al dedillo y que recorre sola en su furgoneta para visitar las 90 ganaderías repartidas por España y Portugal que atiende desde que se licenció en 2014. Empezó colaborando en una cátedra de ganadería ecológica y ahora trabaja para la Asociación de la Cabra Lechera especializada «en la raza 'floría', como le decimos los andaluces, bautizada así por los pastores andaluces «porque su lomo les recordaba a un campo florido en primavera.

El pasado ocho de marzo Sánchez se enfadó al ver las pocas mujeres que se manifestaron en los pueblos. Ahora, en víspera de esa jornada, dice comprender que los tiempos rurales son otros. «Es cierto que en el campo la lucha feminista va a tardar un poco más: tenemos otras maneras de vida, otros ritmos y otros tiempos. En un pueblo no eres invisible ni anónimo: eres la hija de, la mujer de o la hermana de», constata.

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