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Les gusta la naturaleza, disfrutan de su trabajo y son minoría en un sector mayoritariamente masculino. Las 'mujeres de fuego' han sido retratadas por Franca Velasco en el libro que presenta este martes en la Casa Revilla. Apesar de la inestabilidad laboral, del esfuerzo físico ... y la difícil conciliación con la vida familiar, se confiesan adictas a la adrenalina que les produce. Este martes a las 19:30 h. en la Casa Revilla hablarán de ello con la autora.
'Viaje a las mujeres de fuego' (editorial Los Aciertos) tiene su origen en un reportaje de la periodista vallisoletana Franca Velasco. «Cubrí el incendio de la Sierra de la Culebra en el verano de 2022, escribía todos los días porque se quemaba Zamora entera. Los portavoces de los operativos siempre eran hombres y les pregunté por sus compañeras. Me pasaron contactos e hice un reportaje sobre ellas, hablando por teléfono. Es un colectivo muy solidario, que comparte mucho y funcionó muy bien en redes. La editorial contactó conmigo para proponerme hacer un libro con ejemplos de toda España».
Franca aceptó y así comenzó a hacer kilómetros, hasta 4.000, para ir a conocerlas in situ. Desde la cercana Aranda, desde donde fue al Cerro de La Calabaza donde Pilar Fuentetaja pasa los veranos como quien sube al faro, a controlar decenas de kilómetros alrededor. En la base aérea de Villaeles de Valdavia, Palencia, se encontró con Lucía Vita, que se pasa la vida volando en helicóptero y que está luchando por el reconocimiento profesional del bombero forestal.
En La Rioja entrevistó a Xandra Renedo que la habla de su experiencia como coordinadora de drones en la erupción de La Palma. También en esa comunidad trabaja Laura Varea, que usa el apodo de 'La maquinista' pues conduce un camión autobomba y antes hizo el mismo trabajo en el cine. Marta Gómez fue delineante antes que convertirse en piloto en Manises y luego en experta en sobrevolar bosques. Ha impartido clase en medio mundo y ahora trabaja en Bilbao.
En la UME de León trabaja Laura Fernández Guerra, que encuentra más peligroso el fuego que los insurrectos en Afganistán donde estuvo destacada. La joven Lucía Bartolomé demuestra en tierras segovianas su habilidad para orientarse. Elena Luque en Zamora, Vanessa Molina en Toledo y Cáceres, Carmen Orellana en Madrid y Paola Benedí desde Pirineos completan la lista de once profesionales que trabajan en los incendios.
«Muchas de ellas han tenido antes otros trabajos que se salen de lo habitual. Todas tienen en común que son muy fuertes, vocacionales y sensibles. La mayoría se emocionaban cuando contaban su historia».
Reconocen que «es un trabajo físico que requiere fuerza, resistencia y buena forma, también demanda estrategia, visión y compañerismo. Y eso ellas lo tienen igual que ellos. Alguna admite que no es un armario, pero tampoco todos los hombres lo son. Ellas demuestran que lo hacen igual».
La maternidad es una cuestión que las diferencia. «Por ejemplo, Xandra explica que es una pregunta que le hacen, si no quiere tener hijos y se siente obligada a justificarse. 'Quizá ahora lo tengo que aplazar pero no lo descarto. Claro que no lo llevo igual que mis compañeros, un embarazo me dificulta el trabajo físico mientras que a ellos no. Es una cuestión biológica y social', me decía. Algunas eran madres ya, como Vanessa, que cuando entró en el operativo tenía niños. En la mayoría de los casos, deben priorizar, ya que si dejan el trabajo se pueden quedar descolgadas».
Precisamente la temporalidad es una cuestión laboral que les afecta a todos, «hay mucha diferencia entre unas comunidades y otras. En Castilla-La Macha y Baleares los técnicos tienen trabajo en servicultura y conservación de montes, fuera de la temporada de riesgo de incendios. En Castilla y León se intenta mejorar, paulatinamente se incrementa la tasa de ocupados, pero cuando al final del verano tienen que buscarse la vida. Los hay que alternan con trabajos de socorrista, de cuidador de perros... Evidentemente hay mucha gente que se plantea renunciar».
Franca Velasco considera «apasionante el mundo los incendios forestales por la adrenalina, es una palabra que pronuncian todas y porque frenarlos es un trabajo noble, un servicio público que no vemos más que desde el suceso, desde lo trágico. Por ejemplo este verano pasado se perdieron vidas». También ve en este sector «el factor vocacional, todos aman la naturaleza, quieren cuidarla. Todas destacan la vocación por encima del dinero, de hecho no está bien pagado para el riesgo que entraña».
La autora espera que el libro llegue a las niñas, que «sepan que pueden ser pilotos, agentes forestales, soldados, que no hay barreras».
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