Los libreros de viejo se mudan a pueblos
Precisan espacio para guardar miles de volúmenes, abren sus librerías con cita previa y viven de la venta por Internet y de ferias. Los nuevos tiempos alteran el negocio de los libros de ocasión
Jesús Bombín
Sábado, 4 de abril 2015, 17:13
Cuenta la estadística que por cada nueva librería cuatro echaron el cierre el pasado año en España. La crisis y los cambios de hábitos pasan factura a un sector que en una pequeña parte está encontrando refugio en las tiendas de libros usados. «Se siguen abriendo establecimientos de segunda mano por la facilidad de montar el negocio: se empieza vendiendo los propios libros, los de amigos, los de familiares..., y a la vez se compra en un momento como este, en el que la gente se está deshaciendo de muchos títulos y los precios han caído». El comentario es de Rafael Moral, presidente de la Asociación de Libreros de Viejo y Antiguo de Castilla y León, que agrupa a 17 establecimientos de las nueve provincias de la región. Atestigua que «muchos libreros de viejo se están yendo a los pueblos».
Al contrario que las librerías convencionales, que están sufriendo con cierres los embates de los nuevos tiempos, las de viejo viven un cambio de paradigma al que se están adaptando con Internet como hilo conductor. «La productividad de estos negocios es pequeña, con lo cual no puedes mantener locales de gran capacidad para almacenar fondos; por eso muchas librerías de viejo se están marchando al mundo rural, donde por poco dinero se adquieren naves o casas donde guardar el fondo literario», apunta Rafael Moral, que ha vivido esta experiencia después de pasar por León para recalar en la localidad burgalesa de Valdezate. Desde allí vende por Internet a través de plataformas especializadas en el libro de ocasión y está preparando una página web con la idea de tener más visibilidad en un mercado on line donde se mueven miles de títulos. «Cuantos más libros tengas, más vendes, esto se ha hecho muy global, con lo cual te puedes retirar a un pueblo, comprar una nave y allí trabajar con tus fondos y ampliarlos haciendo más rentable el negocio».
Otros que han cambiado de aires, en este caso de pueblo, son Mercedes Gutiérrez y Rafael Torres. Dejaron Urueña hace un año y marcharon a Villanueva de las Carretas, en Burgos, donde han montado la librería El Rincón Escrito. Han adquirido una gran nave donde almacenan su fondo editorial y solventan su problema de falta de espacio. «En Urueña no teníamos sábados ni domingos para descansar y parece una bobada, pero acabas desorientándote y teniendo dificultad para coincidir con las amistades; decidimos cambiar el enfoque y marchar a un pueblecito casi en desaparición pero donde las nuevas tecnologías nos permiten vender por Internet y tener abierta la librería con cita previa, algo que nos funciona muy bien, porque quedamos con el cliente a un día y una hora y vivimos rodeados de libros, es como si tuviéramos una biblioteca privada descomunal».
En Rueda está asentada la librería de viejo Pariente. Su propietario nota la crisis. «Esto sigue bajando de forma alarmante, la gente se está olvidando un poco del mundo del libro», se lamenta Antonio Pariente. Ha centrado su negocio en la asistencia a ferias y no vende por la Red. «Hay gente que se está deshaciendo de sus libros porque se muda a pisos más pequeños y hay menos sitio; llevar con ellos sus bibliotecas supone un gasto que en muchos casos no les compensa», apunta.
En Ortigosa del Monte, en Segovia, ha montado la librería Bibliomanía José Luis de Cus. La cercanía con Madrid es su argumento para situar el negocio en esta localidad. Vende a través de Internet y concertando cita con antelación recibe a clientes interesados en comprar o en vender. «Eso me permite no tener horario comercial y vivir en un lugar fuera de la urbe, mucho más tranquilo», afirma este librero que no ve el futuro con optimismo. «El sector está a la baja, tenemos que competir con el ocio del botón y es complejo. En fin, tiempos nuevos, que diría Chaplin».
El Velo de Isis, una librería que estos días también participa en la Feria del Libro Antiguo de Valladolid, es otra de las que ha mudado su sede en Logroño a la localidad de Ezcaray. La creciente demanda de publicaciones de viejo a través de plataformas como Uniliber o Iberlibro, donde se encuentran títulos puestos a la venta por miles de librerías, exige a los libreros intensificar las labores de búsqueda y conocer las demandas de los lectores.
En ese mercado se ofrecen ejemplares raros, de colección, títulos curiosos de todos los géneros, publicaciones de anticuarios, enciclopedias... «Gente del sector se está yendo a los pueblos porque te haces con libros y tienes todo el sitio del mundo para almacernarlos», opina Rafael Torres, consciente de que las librerías de segunda mano se mantienen «con menos gasto y complejidad administrativa» que las orientadas a la novedad editorial. En su caso, cifra en más de 50.000 los libros que guarda en «un espacio rodeado de campo», desde donde envía ejemplares a cualquier rincón del mundo como Toronto, Nueva York o ciudades de Australia. «Este es un comercio muy abierto y gracias a la Red tenemos un agujerito por donde asomamos nuestros libros y nos vamos defendiendo, aunque el sector está en una encrucijada complicada», sostiene este profesional, buscador de publicaciones especializadas, lo mismo en literatura, cocina, ornitología, Semana Santa o en catálogos de puentes. «Siempre hay un lector especial que busca algo difícil de encontrar, en cualquier parte del mundo. Y ahí entramos nosotros en acción», apunta.