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El hispanista Ian Gibson, que mañana protagoniza el Aula de Cultura de El Norte, en una imagen de 2009.
«Este Gobierno me decepciona profundamente, es patente que la cultura le trae sin cuidado. Con ello están arruinando el país»
Ian Gibson. Hispanista

«Este Gobierno me decepciona profundamente, es patente que la cultura le trae sin cuidado. Con ello están arruinando el país»

Miembro del club de los irlandeses que han encontrado en España su trabajo y su pasión, presenta mañana en el Aula de Cultura su biografía de Buñuel

Javier Aguiar

Domingo, 22 de junio 2014, 11:17

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Luis Buñuel. La forja de un cineasta universal es su última aportación a la causa, que ha hecho suya, de recuperar tantas figuras y episodios nunca suficientemente estudiados de la reciente historia de España. Con este libro cierra la investigación sobre el triángulo humano apasionante que el realizador formaba con Lorca y Dalí. Mañana descifra las claves de este trabajo en el Aula de Cultura de El Norte.

Todo lo que rodea la Residencia de Estudiantes y esa generación produce fascinación. ¿Cómo la percibe usted?

Sí, fascinación es la palabra. Si hubiera desaparecido la Resi físicamente durante la Guerra Civil, o sido demolida después, no sería lo mismo. El hecho de estar allí todavía los pabellones y de seguir además como residencia (del Consejo Superior de Investigaciones Científicas), con muchas actividades interesantes, incluso editoriales, nos impide olvidar lo que significó aquella empresa de gigantes: ni más ni menos que la iniciativa cultural más importante de la España del siglo XX. Fue, claro, una prolongación de la ingente labor previa de la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876. He ido allí muchísimas veces, sigo yendo. Los hombres de la Residencia, capitaneados por Alberto Jiménez Fraud, querían que España volviera a ocupar su puesto en Europa. Luego vino la maldita contienda civil y el franquismo, y todo se hundió una vez más, o casi.

Será difícil, por no decir imposible, volver a encontrar semejante concentración de genialidad...

Sí, muy difícil. No se trataba solo de la Resi, obviamente. Los años veinte en España fueron una auténtica explosión cultural. Por lo que le tocaba a Madrid, hay que recordar también a Ramón Gómez de la Serna y Pombo, el ultraísmo, el Ateneo, la Universidad misma, la llegada del cine... Nunca se había reunido tanto talento en la capital, en contacto permanente, además, con París, sobre todo París, con Picasso a la cabeza de no sé cuántos excelentes pintores españoles.

¿Fue casual esa explosión creativa, esa suma de talentos? ¿Qué factores externos pudieron contribuir a que surgiera?

Yo supongo que de casual no tenía nada. Las semillas estaban allí, llevaban mucho tiempo allí, esperando germinar, esperando su momento. Hubo no solo la influencia de la Institución Libre, sino luego de Unamuno, Ortega... Había en España, desde tiempo atrás, una intensa hambre de libertad, de plenitud, siempre frustrada (recordemos el Sexenio Progresista, del cual casi nadie habla hoy, como tampoco de la Primera República). Un deseo de aire fresco. Durante los años veinte, pese a la dictadura, o más bien dictablanda, de Primo de Rivera, se sentía llegar el momento. Por desgracia la otra España ya trabajaba en contra. Quizás será mejor que no me pregunte más por este tema, porque noto que con los años me voy radicalizando.

Con Buñuel cierra el triángulo que formó con Lorca y Dalí. ¿Cómo era esa relación?

Profundísima, sobre todo con el poeta. Así lo dijo al final de su vida. Claro, hubo problemas por la condición gay de Lorca. Buñuel tenía una gran dificultad con la homosexualidad. No es que lo fuera él, pero quizás temía serlo. En sus memorias nunca habla de la homosexualidad de su hermano menor Alfonso, conocida de todos en la Resi porque no la ocultaba. Es tremendo, ¿no? Eres Luis Buñuel, vas por el mundo jactándote de tu virilidad, de tu magnífico cuerpo, de haber sido campeón de boxeo, echando pulsos a todo el mundo y luego resulta que eres homófobo. Hay mucho Lorca en Buñuel, mucho Lorca en Dalí, mucho Dalí en Lorca y Buñuel... Bien dice usted triángulo. Quizás nunca hubo triángulo tan extraordinario. Claro, solo sabemos de la misa la mitad... aunque ¡qué mitad! Y ello gracias a Pepín Bello, que conservó como oro en paño su correspondencia con todos ellos.

¿Era tan endiablado el carácter de Buñuel como se cree?

Creo que no, en el fondo era bastante más tímido de lo que aparentaba. Iba por la vida, como Dalí, bastante disfrazado. Disfrazado de duro, de púgil.

¿Qué aspectos de su personalidad o de su vida son los menos conocidos o le han parecido más sorprendentes al descubrirlos?

No he sido yo el primero en decir que la relación de Buñuel con su hermosa madre, María Portolés. fue determinante. No me cabe la menor duda de que se trataba de una relación edípica. Cuando nació, su madre tenía 18 años y su padre 45. ¡Hay que ver la foto de la luna de miel que publico en el libro! Un viejo con una adolescente casi. Nace Luis exactamente nueve meses después, como Dios manda. En 1900. El primogénito, adorado por su mamá. Llegaron rápidamente otros niños, pero Luis sería siempre el primero en todos los sentidos. Su obsesión con el cuerpo de la madre es patente en la obra, en Viridiana, por ejemplo: sus corsés, sus medias negras, su traje de boda... Es un fetichista. Cuando murió su padre, que era millonario, en 1923, se convirtió en jefe de la familia. Su madre puso el dinero para su primera película, Un perro andaluz (con sus referencias a Lorca) y también, en parte, para el documental unos años después sobre Las Hurdes. Siempre podía contar con su apoyo incondicional. Era, indudablemente, la mujer más importante de su vida.

¿Qué influencia tuvo en la invención del surrealismo?

André Breton es el inventor. Buñuel siempre lo reconoció, así como su profunda deuda para con el movimiento y su papa. Un perro andaluz, con su escalofriante ojo rasgado, fue una de las primeras películas surrealistas y sin duda es hoy la más famosa. Los adelantos de la tecnología cinematográfica hicieron posible imitar por primera vez el lenguaje de los sueños, el lenguaje onírico, al permitir la fusión de distintas imágenes (fundidos). Buñuel supo aprovechar esta novedad a fondo, con la ayuda de Dalí. La película sigue siendo, a mi juicio, lo más cercano a un sueño que se haya producido nunca.

¿Cree que en España se conoce suficientemente su figura?

En absoluto. La ignorancia de su obra me parece abrumadora. ¿Por qué no ponen sus películas con regularidad en la televisión pública? Es una aberración total. Un cineasta español de fama mundial no digo que entre las muchedumbres pero sí entre quienes aman el cine y en la práctica se le desprecia. Es patético. Si un día yo fuera ministro de Cultura sé lo que haría. El que tenemos actualmente me parece un desastre total, un esperpento, un fantasma.

Ha tenido dificultades para terminar su obra ¿Por qué hay tan poco interés en España por que se investigue y se conozca a un genio universal como Buñuel?

Escribir biografías cuesta mucho dinero, sobre todo si el biografiado ha vivido en distintos países, trabajado en otros idiomas, creado una obra densa con la bibliografía multilingüe correspondiente, etc. En el caso de Buñuel las dificultades para el biógrafo son inmensas. Treinta y dos películas rodadas, con todo lo que hubo alrededor en cada caso, en diferentes países e idiomas, imagínese. Aquí no hay una tradición biográfica. Hay miles y miles de españoles y españolas esperando la biografía que a lo mejor nunca van a tener, es una auténtica catástrofe. Un país así se desconoce. Yo pensaba hace algunos años que la situación mejoraba, y creo que era así. Pero con la crisis todo se ha venido abajo. Ya lo dijo Larra: España es la nueva Penélope, cada mañana destejiendo lo tejido el día antes. En la Feria del Libro de Madrid de este año, que se acaba de clausurar, solo he visto novelas, escritas por presentadores de televisión, la gente guapa, etc. A mí ni me invitaron, por primera vez en treinta años. Me tuve que organizar una firma yo mismo, ¡y no me fue nada mal!

¿Verá la luz la segunda parte de la biografía?

No, no, es absolutamente imposible. A no ser que Carlos Slim u otro millonario mexicano venga y me proporcione la financiación necesaria. De España ya no espero nada. No hay interés, no hay nada, ni de mi propio editor.

Sin duda hay que ser muy perseverante para dedicarse a investigar en este país...

Sí, sobre todo naciendo aquí. Los que vienen de fuera con cobrtura económica extranjera lo tienen más fácil, como es obvio. Se infravalora la inmensa contribución del hispanismo mundial a la cultura española.

¿Cómo alguien que conoce tan bien a los españoles quiere ser español?

Tengo la nacionalidad española, la pedí, pero esto realmente no quiere decir que yo sea español. Soy dublinés, el inglés de Dublín es mi idioma original, me muevo y me expreso en español pero lo aprendí más tarde, además después del francés. Soy hijo, primero, de Joyce, luego de Baudelaire, Flaubert y Paul Verlaine, después de Lorca. Quería tener la nacionalidad española, sí. Llegué en 1978 con la intención de quedarme y me parecía correcto pedir la nacionalidad y pagar aquí mis impuestos. Me ha permitido decir lo que quiero, como estoy haciendo ahora, sin temer que me digan, cuando me ponga un poco crítico, que me vaya a mi país. ¡Si ya estoy en él! Añado que mi relación con España no es de amor-odio, como se suele decir, sino de amor-rabia. Rabia porque sueño con la gran España culta que está allí en potencia pero que no tenemos todavía.

¿Realmente somos tan cainitas?

No es que lo haya dicho yo, solo hace falta leer a Unamuno y a Machado. Ahora bien, cainitas hay en todas partes aunque quizás proliferen más por aquí, por razones complicadas de descifrar. Para Unamuno la envidia es el gran pecado español. Si es así, es muy grave.

¿Hay que ser irlandés para que le guste a uno España?

No, pero ayuda mucho. Somos muy parecidos, creo que compartimos una raíz celta, prerromana. Lo dijo el presidente de Irlanda Eamon de Valera, que procedía de Murcia y se supone que sabía lo que decía. Los celtas de Irlanda no nacieron allí por combustión espontánea, como creen algunos nacionalistas empedernidos, sino que llegaron desde Europa. Tengo para mí que de la Península Ibérica, y que nada más llegar se dieron cuenta de su error y empezaron a añorar el sol del sur.

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