Borrar
Jesús Ferrero.
Jesús Ferrero: "No hay cosa más cambiante que la moral"

Jesús Ferrero: "No hay cosa más cambiante que la moral"

El escritor zamorano publica ‘Doctor Zibelius’, una novela de ficción sobre el trasplante de cerebros en la que reflexiona sobre la identidad

jesús bombín

Miércoles, 28 de mayo 2014, 11:47

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Jesús Ferrero (Zamora, 1952) ganó la pasada edición del VII Premio Logroño de Novela con Doctor Zibelius, un relato de fantasía científica en el que el escritor zamorano se plantea qué sucederá cuando se puedan realizar trasplantes de cerebros. El jurado de este certamen estuvo formado por Lorenzo Silva, Luis del Val y Ángel Basanta y ahora la editorial Algaida lleva la obra a las librerías. Fererro, colaborador del suplemento literario La Sombra del Ciprés, aprovecha esta «fábula moral» para adentrarse en la reflexión de la identidad personal y los límites éticos.

¿Qué se encuentra el lector en Doctor Zibelius?

Una novela en la que las pasiones, incluida la ambición científica, van tejiendo la historia, de modo muy vinculado a otras novelas, pero creo que más acelerado e irónico. La ironía está ya en el primer párrafo y continúa hasta el final y eso me parece un regalo, porque el registro irónico te tiene que venir, no lo puedes forzar.

¿De dónde partió la idea de escribir sobre este asunto?

De forma brusca me pareció que utilizar la idea del trasplante de cerebro podía estar muy bien para plantearte cosas como el misterio de la identidad. ¿La identidad reside en nuestro cuerpo o en nuestro cerebro? Vi que el lógico Shoemaker en 1963 se había planteado los efectos psicológicos de un trasplante de cerebro y también que apostaba por la idea de que la memoria está en el cerebro. Como yo lo dudaba, empecé a hilvanar esta historia sabiendo que en mi novela no solo el cerebro, también el cuerpo, iba a tener mucha memoria. Y ahí está la trama principal. Más allá de que la podamos vincular a novelas de doctores malvados o que sobrepasan los límites que para mí todo eso es anecdótico, la verdad, porque mi novela no se centra ni en la maldad de la ciencia ni en el trasplante de cerebro que ocupa poco más de dos páginas y media, sino que aborda lo que supone para un alma cambiar de cuerpo, ese es el problema básico de mi historia.

¿Qué reto se fijó al escribir?

Mis novelas suelen partir de una idea básica antes de que aparezcan los personajes y en ese sentido lo que me propongo es darle carnalidad completa. En este caso, la idea me la dio la medicina, porque desde hace 50 años se está planteando con mucha seriedad el trasplante de cerebro y de cabeza, y parcialmente se ha conseguido con animales, como todos sabemos. El paso para llevar a cabo el trasplante de cerebro en el hombre está al caer. Me aprovecho de esa idea que me da la medicina para elaborar una novela plenamente literaria. No he bajado el listón en nada respecto a otras obras mías, aunque aquí me acerque más a ciertos aspectos de la novela popular. Mis lectores ya saben que toda la mitología popular me interesa muchísimo. Y con cierta frecuencia flirteo con ella.

¿Ha indagado en qué plazos maneja la ciencia para ese transplante?

La escuela italiana de neurocirugía está en ello. Aseguran incluso que el problema, el único que existe el de la unión de la médula espinal con el cerebro, pronto va a dejar de serlo a partir de investigaciones con células madre. Si eso estuviese resuelto, que en la novela es un poco el plasma de la vida que permite que las operaciones de Zibelius tengan éxito, si eso se consigue, estará al caer.

Lorenzo Silva dijo que la obra no puede catalogarse dentro de un género literario concreto.

Estoy de acuerdo. Me ocurre con mis novelas, que tocan diferentes géneros pero nunca las puedes encuadrar en un género exacto, aunque en este caso se aproxima a la ficción científica, pero solo se aproxima porque a la hora de la verdad el lector se va a encontrar una obra donde priman más la literatura y la psicología que los hechos científicos.

¿El género de la ciencia ficción exige más al novelista que una narración apegada a la realidad?

Depende de a lo que te acostumbres. Si estás habituado a trabajar con futuribles y a hacer ficciones proyectadas en el futuro, igual no; pero si no es tu género, hay que tener cuidado. Hay elementos de otros géneros que los cojo con distancia y prudencia.

Ha calificado esta obra como fábula moral. ¿Por qué?

Porque encierra varias moralejas. Lo que pasa es que estas no tienen por qué ser positivas. A veces pueden ser negativas; yo me quedo en un término medio. En el último capítulo piensas que el personaje Zibelius se está excediendo y ha entrado en una especie de borrachera de poder y de exceso al mismo tiempo. Ves que ha entrado ahí y compruebas a través de la novela que el cuerpo puede tener tanta memoria como el cerebro. Es otra conclusión que tiene mucho de moral, no solo psicológica, y observas que a la hora de la verdad las ambiciones de la ciencia suelen estar por encima de las ambiciones de la moral. Y no se concilian.

¿Los avances de la humanidad suelen ser resultado de esa tensión?

Hay que admitir que la especie humana va avanzando a partir de elementos que resuelve y otros irresolubles, de cosas que se concilian y de otras que no. Y en ese laberinto de contradicciones vamos caminando. No creo que se resuelva nunca esa contradicción de la ciencia entre avances necesarios y los problemas que esos avances pueden acarrear, de todo tipo. No solo éticos. No hay que olvidar que la ética por definición cambia continuamente. No hay cosa más cambiante que la moral. Basta con haber vivido cincuenta años para darse cuenta de ello. Y en ese sentido también nuestra ética va a cambiar en este siglo. Me refiero a que cosas que ahora nos parecen inadmisibles acabarán siendo aceptadas por los ciudadanos como podría ser el trasplante de cerebro. Si a la hora de la verdad ocurre lo que sucede en la novela, metes en el quirófano dos cuerpos, uno con el cuerpo destrozado y el cerebro sano, y el otro al contrario; y si tuvieses la posibilidad de hacer de esas dos personas una ¿que harías?. Yo optaría por lo mismo que Zibelius, el intercambio. Se ha descubierto que en el corazón hay neuronas y son un tipo de células muy especiales que solo están en el cerebro, por tanto igual tenían razón los griegos cuando atribuían al pecho parte del alma. Y sin embargo aceptamos plenamente los trasplantes de corazón. Cuando te trasplantan el corazón del otro te trasplantan muchas cosas, no solo una máquina. Y cuando te trasplantan las manos también. La ética va cambiando por una cosa simple que decía Unamuno: la ciencia es la ideología de nuestra época y es la misma ciencia la que va modificando nuestra moral.

La novela ha sido editada gracias a un concurso literario. ¿Tienen aún más relevancia los premios en esta época?

La verdad es que para el autor que los gana le pueden salvar el año, sinceramente. En estos tiempos tan críticos, en los que el mercado literario ha descendido tan vertiginosamente tienen gran importancia. Y son interesantes desde el punto de vista publicitario, te dan un añadido que de otro modo no vas a tener.

¿Cómo le afecta la crisis a un autor veterano cómo usted?

Como a todo el mundo, solo que yo llevo mucho tiempo en el oficio y sé capearla. Y estoy acostumbrado a trabajar para cine y televisión sin que se me caigan los anillos por meterme con otros géneros. Para mí ha sido un estímulo y me ha obligado a poner a buen ritmo mis motores.

¿Dónde bucea en busca de temas para sus novelas?

Es muy difícl de definir porque depende de cantidad de elementos. La idea básica puede surgir una tarde no sabes cómo, y luego a esa idea se van juntando muchas otras. Me he pasado así varios años, con la idea en la cabeza y algunas imágenes envolviéndola, hasta que de pronto un día empiezo a hacer una especie de escaleta, un resumen de la historia por capítulos y en ese momento ya empiezo a escribir. Lo veo como un proceso de la imaginación en el que interviene mucho la conciencia para ordenar esos elementos y darlos un sentido.

¿En qué lector piensa cuando está escribiendo? ¿cómo lo imagina?

A diferencia de otros autores, yo digo con claridad que lo tengo en cuenta, imagino a un lector ideal cuando me pongo a crear. Tengo que aceptar la limitación de que es un lector medianamente culto, que pueda entender los juegos psicológicos y literarios con naturalidad. No le pido mucho más.

¿Qué está leyendo?

Todos los días leo los Versos de oro de Pitágoras y algún fragmento de Platón y de Cervantes. Es un ritual, una especie de oración. Luego tomo los libros que estoy leyendo. Ahora estoy con La hierba de las noches, de Patrik Modiano.

¿Qué tema le apetecería novelar sobre la actualidad?

No sé decir porque en el tema está ya la idea. Y no porque tenga miedo de que me la pisen. Es que estas ideas, cuando están muy embrionaria, si las dices pierden la fuerza, se disipan. Rara vez hablo de mis libros hasta que están en la imprenta. Lo que es seguro es que tengo en diferente grado de desarrollo nueve ideas flotando como ideas posibles para una novela. Me suelo dejar guiar por el corazón, por la que más te apetece de una forma casi sentimental.

¿En qué está trabajando?

Llevo varios años trabajando en un ensayo que espero acabar este verano. Trata sobre el destino entendido en términos psicológicos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios