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Aula de Cultura con Jesús Pereda. Nemi Sabugal, Ana María Vallejo, Lorenzo Silva, Juan Madris y Carlos Aganzo.
Cuando el crimen es el pretexto

Cuando el crimen es el pretexto

Lorenzo Silva y Juan Madrid defienden el género negro como «la novela social de la posmodernidad» en el Aula de Cultura de El Norte y el Ateneo Jesús Pereda

V. M. NIÑO

Martes, 20 de mayo 2014, 10:44

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Contar lo que hay detrás de la apariencia, lo que no sale en la prensa, lo que bulle bajo el discurso oficial, todo eso que no se ve pero existe, que forma parte de la cara b de la sociedad es el fin de la novela negra, según dos de sus plumas españolas más exitosas, Juan Madrid y Lorenzo Silva. Lo fueron exponiendo a sorbos de ironía, de locuacidad, de reflexión en el Aula de Cultura de El Norte en colaboración con el Ateneo Jesús Pereda, de Comisiones Obreras. Era la segunda cita de un ciclo que tiene en Vázquez Montalbán su origen. Partiendo de autor fundacional, hablan sus herederos. Les acompañaban Noemí Sabugal y Carlos Aganzo.

Juan Madrid (Málaga, 1947) se resiste al cajón del género, a los tópicos sistematizados, que permiten a los libreros estabular su mercancía. «La literatura es un pretexto para contar las historias de un tiempo, para recrear nuestro tiempo. La literatura es una propuesta de mirada al mundo. El crimen no es lo fundamental, puede ser una jornada de trabajo inmisericorde, una decisión política que provoca la miseria a miles de personas. Con la novela negra intento entenderme y hacer entendible un mundo a los demás, eso es lo que me ha hecho escribir siempre», dice quien a estas alturas se considera «un viejo bueno que intenta entender desde 1973 cuando empecé a ser periodista». Ese entender busca salvarnos «del discurso único del poder».

Para Lorenzo Silva (Madrid, 1966) la novela negra es «un género pertinente para este momento. Ha venido a rellenar un vacío y demuestra su validez porque funciona. Proporciona una mirada completa y compleja de la sociedad actual tan especialmente convulsa, precaria, fallida, disfuncional. Puede atender a muchos aspectos a la vez y convertirse en un discurso a la contra, permite un retrato alternativo y completo de la realidad».

Ambos tuvieron palabras para el «novelista fundacional» del género en España. Madrid quiso obviar la relación personal «porque de los escritores lo importante son sus libros», pero tangencialmente se refirió a ella «éramos jóvenes y bebíamos mucho». Recordó las discusiones bizantinas «con él, con Félix de Azúa ¬«el más guapo pero ha envejecido muy mal», con Mendoza, con Verdú, Molina Foix, sobre la novela, sobre su tecnología sobre el narrador democrático que deja que sus personajes actúen o sobre el flujo textual». De aquellos ricos debates, cada uno salió con una literatura distinta. Lo que el Madrid profesor no soporta es la imagen del «escritor romántico decimonónico. Contar es difícil, solo creo en los escritores serios. Cada vez me encuentro con más alumnos que no leen y se empeñan en ser escritores. Confunden la asignatura con la de administración de empresas».

Tres indispensables

Silva sintetizó las tres características de la novela negra fijadas por el maestro Vázquez Montalbán: «Creo que una novela policíaca funciona si se dan tres recursos: la crónica, él fue un gran periodista que iba a los puntos sensibles de la realidad que quería reflejar; la memoria, hace un retrato de la España de cada momento con el riesgo que eso supone, y aborda la literatura como nutriente para la conciencia de la gente. La literatura no puede transformar la realidad, no puede arreglar las injusticias pero sí alimenta a la gente que puede hacerlo», explicó Silva, que encadenó también los tres recursos: «Una buena crónica se convierte en historia y esta es el poso de los protagonistas de una sociedad». Añadió a estas tres la poesía, de la que habló después Carlos Aganzo. Silva cree «que hay títulos de Chandler que son metáforas, en sus diálogos hay poesía y el elemento poético bien integrado contribuye a que la obra sea más perfecta. Personalmente escribí poesía hasta los veinte años, luego hice el favor de no hacer más versos. Leo mucha poesía y también novela, creo que es una fuente de conocimiento».

Carlos Aganzo, director de El Norte, habló del Manuel Vázquez Montalbán poeta. «La poesía de Manolo habla de la realidad, de la ciudad canalla, de la noche y la prostitución en el Raval, de la melancolía sucia del jazz. Creo que su contenedor perfecto donde puede volcar su condición de gastrónomo, de poeta, de periodista, de ensayista, es la novela negra. Trasciende esta faceta suya porque incluye todas las demás. Su vehículo es la novela con un sustrato poético importante». Carlos Aganzo recomendó los tres poemarios, Memoria y deseo, Ciudad y Ars Amandi.

Con la absolución de Benet

Juan Madrid antepuso la condición de novelista poético a la de poeta en el caso de su amigo Vázquez Montalbán. «La novela nos cuenta la realidad, la poesía, no. La novela es una suerte de género reciente, bastardo. En el caso de la negra es la novela social de la posmodernidad. A mí me gustó la novela social rusa, la española, soy un forofo de Baroja, leí a Sorel, a todos esos autores pero no me convencía. He hecho novela social sin utopía, porque aunque forme parte de mí no me la creo al escribir, es como si mintiera. Y no voy hacia la novela policíaca, sino que la derribo y parto de ese material». Ese material incluye su lenguaje. «Nos dio la absolución Benet por hablar de policías y ladrones, por usar el lenguaje de la calle. Una tía mía me decía sacas a gente que dice palabrotas y la contestaba son los personajes, tía y ella me decía eres tú que hablas así».

Lorenzo Silva se remontó a Edgar Allan Poe como creador del arquetipo del investigador, «bueno lo inventó casi todo». El autor de La marca del meridiano, séptima entrega de su pareja de guardias civiles, justificó la elección de estos dos miembros del cuerpo «por necesidad de mirar desde un margen y eran pertinentes. La primera novela se publicó en 1995. Hacía poco que se admitían mujeres en la Guardia Civil, formaban parte de la realidad española y ejemplificaban los cambios que se estaban produciendo. Tenían mucha fuerza simbólica».

Sobre la avalancha de títulos nórdicos, sobre los hacedores de best-sellers, sobre el gran futuro del género en España donde ahora militan en sus páginas tres generaciones de escritores, hablaron estos dos novelistas. Juan Madrid lamentó que solo se enseñe a leer una vez en la vida y animó a cambiar las gafas de los prejuicios.

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