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Un mapa de 1893 muestra a la Tierra como cuadrada e inmóvil. Orlando Ferguson
Más allá de la curva

Más allá de la curva

Un documental retrata el fenómeno del terraplanismo, cuyos seguidores planean una expedición a la Antártida

Iker Cortés

Madrid

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Lunes, 15 de abril 2019

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Caer en la tentación de hacer burla y mofa de los terraplanistas hubiera sido lo fácil. Pero con 'La tierra es plana' -menos obvio y más acertado es su título original, 'Behind The Curve'-, el cineasta Daniel J. Clark ha tratado de dar un paso más allá y explicar cómo algo que aparentemente todos damos por sentado, que la tierra es redonda, puede convertirse en una conspiración de la que participan los gobiernos, la CIA, el FBI y hasta Hollywood. Eso sí, no se sabe muy bien para qué.

Esto no significa que el documental, disponible en Netflix desde hace unos meses, sea un tratado riguroso y plomizo sobre esta realidad. Todo lo contrario. Clark sabe enganchar al espectador y lo hace poniendo el foco en Mark Sargent, un tipo de indudable carisma, que vive junto a su madre -«Dicen que somos idiotas que vivimos con nuestras madres y es todo lo contrario», llega a decir uno de los terraplanistas-, en Whidbey Island, en Washington, y participa ahora en la organización de la primera Conferencia Internacional de la Tierra plana, donde pronunciará el discurso inaugural.

Sus palabras son, precisamente, las que abren el documental. «Has dado por sentado que el planeta es una inmensa bola que gira alrededor del sol a 90.000 kilómetros por hora y no notas nada. Imagina que es un gran terrario, un plató gigantesco», dice este fan de 'El show de Truman'. Y pone un ejemplo: «¿Ves esos edificios de allí? Es Seattle y está a decenas de kilómetros. No deberías verlos porque la curvatura del planeta no te dejaría», justifica este cincuentón afable que reconoce desde el principio su atracción por las conspiraciones. «Conocía todas, pero te acabas cansando. Buscaba una que me proporcionara novedades», comenta. Y la encontró. Un día, un vídeo en el que un alemán señalaba la falta de vuelos sin escala le llamó la atención. Después fueron las palabras de Matt Boylan las que le pusieron sobre la imposible pista. «Empleados de la NASA le habían dicho que el GPS no funcionaba en la Antártida porque la tierra era plana», dice. A los pocos días, Sargent ya estaba generando su propio contenido y éste se viralizaba a un ritmo endiablado. Y ahí tienen un ejemplo ya de cómo funciona una 'fake-news'.

Pero Sargent no es el único terraplanista que figura en la cinta. Ahí están la locutora Patricia Steere, responsable de uno de los podcasts más seguidos al respecto; Nathan Thompson, un evangelista de esta 'nueva religión' o el artesano Chris Pontius. Es sorprendente la cantidad de material y merchandising que genera el movimiento. «Otras conspiraciones tienen un lado oscuro y siniestro, ésta está llena de energía positiva. ¿Acaso hay alguna canción folk alegre sobre el 11-S?», argumenta Sargent. Sin olvidar a Jeran Campanella y Bob Knodel, que llevan a cabo experimentos para confirmar las alocadas teorías de esta comunidad.

Y es que esa es la palabra clave: comunidad. Porque a lo largo del documental no solo se da voz a este curioso grupo de 'escépticos', también se entrevista a científicos y psicólogos que tratan de dar una explicación a un fenómeno que no ha dejado de crecer desde hace años. «El sesgo de confirmación es un hallazgo empírico sólido esencial en psicología. Si tengo una creencia o una postura, buscaré ejemplos que la confirmen y me rodearé de gente que piensa igual que yo», afirma el doctor Per Espen Stoknes, psicólogo y escritor, durante el documental. Una verdad que se ratifica a lo largo de todo el metraje y que queda perfectamente escenificada en esa convención final,no está exenta de conflictos.

'Conspiranoicos' por naturaleza, las teorías entre los 'terraplanistas' se cuentan por decenas: que si vivimos en una cúpula, que si nos rodea un plano infinito, que si el mundo conocido está limitado por un muro helado como el de 'Juego de tronos' -por cierto, preparan una expedición a la Antártida para comprobarlo-. Las rencillas entre los grandes representantes del movimiento han dado lugar a nuevas teorías como la que señala a Patricia Steere como un cebo por parte del Gobierno para atraer a hombres. «¿Se creerán lo que dicen o sabrán que es falso? ¿Soy yo como ellos por creer en otras conspiraciones? Yo sé que no», dice la mujer que por un momento parece entrar en razón.

¿Y qué pasaría si la ciencia acaba imponiéndose y se demuestra que la Tierra es redonda? El cineasta también aborda tal posibilidad dando seguimiento a dos experimentos. Y son escenas demoledoras porque, conscientes de ese sentimiento de pertenencia a una comunidad y del tiempo invertido hasta el momento, el choque contra el muro de la realidad resulta aún más duro. «Normalmente empiezas por A y llegas a una conclusión B. La ciencia es la flecha. Pero ellos parten de una conclusión y hacen los experimentos para llegar a ella», apunta el divulgador científico Tim Urban, en el metraje.

Con todo, y esta es la gran virtud de la película, no se cae en las simplificaciones. Joe Pierre, profesor de Psiquiatría en UCLA, señala que con cinco o diez minutos «es fácil sonsacar a cualquiera una creencia rara». En este sentido, algunos de los científicos que aparecen en la cinta hacen autocrítica y aseguran que no se puede caer en la arrogancia. «Son científicos en potencia, es mejor no arrinconarlos y colaborar».

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