Pessoa y la ajenidad
Morales reconstruye los factores que condicionaron la escritura del 'Libro del desasosiego'
Si hubiera que elegir una palabra, una sola, para definir el pensamiento y el sentimiento del hombre occidental en el primer tercio del siglo XX, ... esa palabra bien podría ser 'desasosiego'. Lo mismo que ahora, un siglo después, recurrimos a la palabra 'incertidumbre' para hablar de lo nuestro. Desasosiego o quizás, siguiendo la pauta del profesor y escritor Rafael Morales Barba (Madrid, 1958), 'ajenidad': la conciencia de haber perdido todo signo de pertenencia o identidad con una sociedad en estado de descomposición. Las dos guerras mundiales se encargarían muy pronto de constatar hasta qué punto había razones para sentirse así. Entre la ambigüedad, la provocación y la neurosis, la personalidad literaria de Fernando Pessoa es quizás la que mejor nos sirve hoy para comprender aquel tiempo vibrante. Y desazonador.
La ajenidad es el eje central de 'Fernando Pessoa. El misántropo desdeñoso o el Libro del desasosiego', publicado en la colección de ensayo de la editorial Libros del Aire. Un volumen para estudiosos, pero también para toda esa legión de escritores y lectores que consideran a Pessoa como uno de los escritores más fascinantes de todos los tiempos. Un enigma siempre por resolver. La ajenidad como estado de la conciencia. Pero también como poética. Pues no se trata en este libro de responder a la infinidad de preguntas que se siguen haciendo los lectores sobre las circunstancias o sobre la verdadera intencionalidad de la escritura de Pessoa. Sino más bien de indagar hasta qué punto el desasosiego es la sustancia esencial de su creación literaria.
Sobre la abundante mitología creada alrededor de Pessoa, desde su famoso baúl con 30.000 escritos hasta su ambigüedad sentimental y sexual, pasando por su dipsomanía o las derivaciones éticas y estéticas de sus heterónimos, Rafael Morales recuerda en este volumen el difícil camino de la obra de Fernando Pessoa hasta consolidarse como una referencia de su tiempo. Algo que no sucedió, a través de sus traducciones al castellano, hasta los años ochenta. Casi un siglo después de la muerte de Pessoa, Rafael Morales reconstruye en este libro los factores, físicos y psicológicos que condicionaron la escritura del 'Libro del desasosiego'. Empezando por la propia fragilidad, envuelta tantas veces en soberbia y altanería, del carácter del escritor. Continuando por su relación agónica con otras personas de su época. Y concluyendo, en la tesis central del libro, con el propio proceso de las diferentes escrituras pessoanas.
El escepticismo, el existencialismo o, mejor en el caso de Pessoa, el nihilismo del hombre occidental de aquel tiempo quedan perfectamente representados en el carácter multiforme y fragmentario de la obra de Pessoa. También la incapacidad para encontrar sentido a la existencia. Para enfrentarse en condiciones a la vida. Sobre esta realidad construye Rafael Barba uno de los muchos retratos posibles del poeta portugués: «El escudado en heterónimos que renuncia a la vida –esa con mayúsculas, 'LA VIDA', que reclama en el 'Libro'–, enfangado de sí, incapaz de exterioridad, del otro/otra; el enamorado de su mamá, el huérfano, el extranjero, el insatisfecho, el atormentado genio ególatra deseoso de fama en el más allá».
Al final, la evidencia del fracaso personal del que quiso ser un dandy, quizás como Oscar Wilde, como Baudelaire o como su paisano Sá-Carneiro, pero se quedó a medio camino a causa de su indefinición. De su ajenidad. Y que a cambio de eso hizo algo que muy pocos escritores han hecho de verdad. Colocó la escritura por encima de su propia vida. Bécquer dejó escrito en sus 'Cartas literarias a una mujer': «Cuando siento no escribo». A Pessoa le sucede lo mismo. Cuando se encuentra bien no escribe. Vive. Pero enseguida deja de encontrarse bien. No tiene suficiente. Y busca entonces la compañía del desasosiego, del pánico, del dolor, para poder cumplir su destino: escribir. El signo de su vida y de su tiempo.
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