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José Félix Valdivieso. EL NORTE
José Félix Valdivieso, grito fragmentario
Al pie de la letra

José Félix Valdivieso, grito fragmentario

«Este es un libro lleno de imágenes, de sonidos, de percepciones, de insinuaciones, de hallazgos, de desconciertos… pero sobre todo de energía. Y de sentido del humor»

Carlos Aganzo

Valladolid

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Viernes, 24 de febrero 2023, 00:26

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José Félix Valdivieso nació en Bruselas, aunque cualquiera diría que lo hizo en la Torre de Babel. Su trabajo como maestro en dirección de empresas le ha obligado a viajar por medio mundo, siempre con los ojos y los oídos bien atentos a todas las lenguas, a todas las expresiones literarias, a todas las manifestaciones artísticas. Una variedad de acentos, de cromatismos que ha sido determinante a la hora de elegir, o de dejarse llevar, por su propia expresión creativa. Un multigénero en el que la que la poesía, el aforismo, el microrrelato, la prosa poética o el pequeño ensayo se funden y se confunden en la misma pulsión del decir. Siempre libre, siempre encendida, siempre perpleja. Por eso, cada uno de sus libros de 'poemas' (hasta la fecha 'Cosas y murciélagos', 'Dibugrafías', 'La geografía del erizo', 'Grafitis del mundo' y 'La antología breve de la imaginación') es también una pequeña muestra de la originalidad, la complejidad y el asombro de esa Torre de Babel.

Su última entrega, publicada por Cuadernos del Laberinto, lleva por título 'Grito de amor', y juega, ya desde la cubierta, ilustrada por Miguel Panadero, con ese grito plástico de Edvard Munch que representa una de las más altas cimas del expresionismo, y que invita a vibrar, desde sus óvalos concéntricos, con una nueva incursión en la poesía visual y experimental del escritor. Una aventura gráfica y literaria en la que también hay de todo (historias, teorías, aforismos, poemas, ecuaciones, erupciones verbales…), y en la que de nuevo se pone de manifiesto la concomitancia de las diferentes lenguas que irrumpen, siempre de manera inopinada, en la expresión más íntima y superrealista del escritor.

«Si los signos nos irritan –dice Pantagruel por boca de Valdivieso–, ¡oh, cuánto más nos irritarán las cosas que ellos significan». No para irritar, sino para excitar o, en cualquier caso, para incentivar al lector, concurren en cada texto de este libro las decenas, los centenares de signos (de las lenguas, de las culturas más impensadas) a los que recurre Valdivieso para expresar la teoría principal que promueve este libro: la de las tres «cavidades» (cabeza, corazón y sexo) sobre las que se articula el amor humano. Si, como afirma el autor, «la energía contenida en la masa de un lichi daría para abastecer a toda una megalópolis como Pekín», ¿cómo no va a mover el mundo la inmensa cantidad de energía que emiten los enamorados a través de cualquiera de sus cavidades? Un libro lleno de imágenes, de sonidos, de percepciones, de insinuaciones, de hallazgos, de desconciertos… pero sobre todo de energía. Y de sentido del humor. Tal vez con el amor, el humor, la única materia capaz de transformar un mundo en grito.

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